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Principio del minimo esfuerzo


Enviado por   •  30 de Abril de 2023  •  Documentos de Investigación  •  2.276 Palabras (10 Páginas)  •  54 Visitas

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 REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA[pic 1][pic 2]

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENAL LIBERTADOR

INSTITUTO PEDAGÓGICO RURAL EL MÁCARO “LUIS FERMÍN”

SUBDIRECCIÓN DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO

EL PRINCIPIO DEL MÍNIMO ESFUERZO Y SU RELACIÓN CON EL RENDIMIENTO ACADÉMICO EN LOS ESTUDIANTES DE FISICA I DE INGENIERIA MECÁNICA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL POLITÉCNICA DE LA FUERZA ARMANADA NACIONAL BOLIVARIANA; NÚCLEO ARAGUA, SEDE CAGUA

AUTORA: MARÍA ALEJANDRA IACOBACCI GIL

TURMERO, ABRIL DEL 2022

MOMENTO  I

EL CAMINO MÁS FÁCIL

En el siglo V se enuncia de forma oficial el Principio del Mínimo Esfuerzo, en aquel momento en forma de teoría. Según Marc Allen en su libro “Los vagos también triunfan: La vía del mínimo esfuerzo para alcanzar el éxito” (2007), un par de físicos con afición al senderismo selvático fueron a una selva a pasar el rato, descubriendo a un grupo de orangutanes. Estudiando sus patrones de comportamiento; es decir, sentándose a esperar a que hiciesen algo interesante aparte de dormir o rascarse la barriga; llegaron a una conclusión determinante: ambos tenían mucha hambre. A pesar de ello, ninguno quiso salir a recoger frutas, ya que habían estado largo tiempo sentados y no querían levantarse, consiguiendo deducir la expresión matemática del mínimo esfuerzo. Uno de los orangutanes descubrió a los físicos en su escondite, gritó "Ook!" y robó el cuaderno de notas de uno de ellos para escribir algo con barro y excremento, que resultó ser la resolución de la ecuación de Schrödinger, años antes de ser descubierta. No quedan pruebas de ello a causa de que el orangután se comió el cuaderno momentos después de resolver la fórmula.

Durante el siglo XIX, sale a la luz el concepto de la Ley del Mínimo Esfuerzo nuevamente, esta vez promovido por Herbert Spencer en su libro Principles of Biology (1864); un darwinista social, quien pretende explicar toda la complejidad universal a partir de un principio único y simple, derivando efectos complejos  partir de la conservación de la fuerza original que hizo surgir el universo. Propone que no sólo “sobrevive el más apto” sino que muchas veces sobrevive el que conserve mayor energía en su esfuerzo, pues no es igual al gasto energético de un jaguar al cazar un perezoso que al cazar una gacela.  

En 1994, Deepak Chopra un gurú espiritual, publica un libro titulado Las 7 leyes espirituales del éxito; en el cual enuncia que la cuarta ley para alcanzar el éxito es la Ley del mínimo esfuerzo, afirmando esta tiene tres componentes - tres cosas que podemos hacer para poner en funcionamiento este principio de "hacer menos para lograr más". El primer componente es la aceptación, cuando luchamos contra un momento, en realidad luchamos contra todo el universo. En lugar de eso, podemos tomar la decisión de no luchar sino aceptar; el segundo componente es la responsabilidad, significa no culpar a nadie o a nada - ni siquiera a nosotros mismos - de nuestra situación. Una vez aceptado un suceso, un problema o una circunstancia, responsabilidad significa la capacidad de tener una respuesta creativa a la situación tal como es en este momento. Y por último el tercer componente de la ley del menor esfuerzo es asumir una actitud no defensiva, lo que significa que nuestra conciencia abandona su actitud defensiva y nosotros renunciamos a la necesidad de convencer o persuadir a los demás de que nuestro punto de vista es el correcto (Chopra 1994) 

En un artículo publicado en la revista Lamberts Española, el 25 de mayo del 2022, revela que el destacado químico alemán Carl Sprengel relacionó la ley del mínimo esfuerzo con la agricultura, afirmando que el crecimiento de una planta solo se produce en la tasa permitida por el más limitante, deduciendo que hasta el elemento más insignificante para la vida es en realidad imprescindible para ella.

El ser humano por naturaleza se encuentra en la búsqueda constantemente de nuevos aprendizajes y optimización de todos los procesos que realiza durante su vida, el principio del mínimo esfuerzo plantea una verdad quizás obvia y de sentido común, dice que cuando algo se puede hacer de diferentes maneras, siempre la mejor opción  es la que implique un menor gasto de energía, pero no debemos dejar a un lado el esfuerzo, ya que es este atributo quien le otorga valor a cada acción que realizamos, pues cuán mayor haya sido el esfuerzo realizado mayor será su valor.

La ley del mínimo esfuerzo no intenta eliminar un problema o proceso, ni burlarlo, sino que pretende hacerlo más eficiente y eficaz para que las tareas sean más fáciles y las que no también, para así encontrar la manera de reducir el esfuerzo necesario y alcanzar un objetivo logrando de esta manera ahorrar tiempo, dinero y mano de obra en los procesos, llegar al objetivo por el camino más corto y fácil, de esta manera se podrá realizar la mayor cantidad de actividades en el menor tiempo posible y aprovechar al máximo el tiempo invertido en una actividad determinada y de esta manera maximizar las ganancias con la misma inversión de capital humano-tiempo-dinero.

Este principio es aplicable para todas las áreas en su totalidad y adquiere distintos significados según la manera que se interpreta. Puede implicar una conducta negativa o positiva. En el sentido negativo, se asocia con la pereza, como si fuera la ley que dicta hacer lo menos posible para no cansarse, para no involucrarse, ni comprometerse. En el sentido positivo, considera esta ley en busca de eficiencia, el máximo resultado con el gasto mínimo posible de energía y este tiempo y energía permite poder realizar otras actividades. En el caso particular de los estudiantes, muchas veces los caminos más fáciles no generan en él el aprendizaje de las competencias impartidas y aunque se logre de igual manera aprobar la materia todo estudiante debe apuntar siempre a la excelencia y dejar de un lado el dicho que reza: “10 es nota y lo demás es lujo”, esta ley es el mantra preferido, la excusa más solicitada por los que no llegan al máximo de su potencial.

Cuando se buscan las causas del fracaso estudiantil se señalan los programas de estudio, la sobrepoblación en las aulas, la falta de recursos didácticos, falta de apoyo de sus padres y profesores, y pocas veces se señala al esfuerzo y dedicación que emplean los alumnos, ya que la responsabilidad recae en terceros y el estudiante no asume su compromiso. Por su parte, los docentes que pretenden solucionar este problema se preocupan por incrementar la motivación de aprender en sus alumnos, buscan activamente nuevas y actualizadas informaciones, para minimizar la ansiedad o temor al fracaso por parte del estudiante. Glasser en su trabajo con adolecentes que presentaron conductas antisociales y que fracasaron en sus estudios expone:

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