Ensayo pelicula el niño que domo el viento

El niño que domó el viento está basada en una historia real. Es una de esas películas inspiradoras, pero que no deja de lado la situación política y social del Malawi rural de principios de siglo. La crisis alimentaria es el marco para una cinta que aborda temas como la corrupción gubernamental y el cambio climático, claves para entender el contexto en el que se encontraba el país.

En muchas oportunidades hemos escuchado hablar de la crisis alimentaria que atraviesa no solo Malawi, sino el planeta en general, lo que nos hace preguntarnos ¿ si las ONG intervienen de manera amplia y suficiente en aquellos países donde la exclusión social de ciertos grupos vulnerables genera este tipo de inconveniente?.

Para responder a este interrogante, debemos entender que las ONG, desarrollan una función social, ya que sus distintas actividades y proyectos logran cambios positivos en distintas comunidades a lo largo del mundo; sin embargo en los países donde reina la pobreza, también lo hace la corrupción y es esta última quien desafía los esfuerzos de estas organizaciones y colabora con el incremento de la desigualdad, la imposibilidad de acceder a recursos básicos como el agua potable, los alimentos o saneamientos adecuados y por si esto fuera poco, estas poblaciones tienen que luchar contra, conflictos internos que producen guerras y cambios climáticos que atentan contra su única posibilidad de sobrevivir.

De este modo, el problema esta en las diferencias habituales entre ONG y gobiernos, cuya relación se ha venido deteriorando en los últimos años, ya que el accionar de estas organizaciones apoya el derecho a la democracia y la libertad y va en contra de los intereses de muchos gobiernos de castigar y criminalizar la protesta social y de aquellos que lideran y defienden los derechos humanos.

Pero ¿Cómo luchar contra un país sesgado por la corrupción?, una de las posibles respuestas es la ética, tanto en el ámbito personal como en el desarrollo de las funciones públicas, este es un elemento de máxima importancia para hacer frente no solo a la corrupción sino ante cualquier actividad que atente contra el bienestar común de una población en general, cabe aclarar que este habito no es necesariamente lo que logre derrumbar la corrupción, sino una valor básico para combatirla y recuperar la confianza que la ciudadanía ha perdido por culpa de tantos escándalos que descalifican la imagen de los servidores públicos.

“Sin duda la ambición de honra y la codicia de dinero son los motivos que dan lugar, entre los hombres, a la mayor parte de los crímenes voluntarios” (Aristoteles, 1271, págs. 23, 25). En la política la avaricia y el deseo de poder puede incapacitar a una persona para administrar los recursos públicos de manera idónea; sin embargo, para que los gobiernos pueden responder ante las necesidades de toda la población es de suma prioridad contar con individuos moralmente correctos y es aquí donde la ética puede lograr cambios significativos en el comportamiento de los servidores públicos.

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