TIPOLOGÍA DE TEXTOS: LITERARIO, HISTÓRICO, CIENTÍFICO Y PERIODÍSTICO
Enviado por María Martínez Perez • 31 de Marzo de 2016 • Tarea • 4.204 Palabras (17 Páginas) • 439 Visitas
TIPOLOGÍA DE TEXTOS: LITERARIO, HISTÓRICO, CIENTÍFICO Y PERIODÍSTICO
Texto literario
Los textos literarios privilegian el mensaje por el mensaje mismo. En ellos interesa cómo se combinan los distintos elementos de la lengua, de acuerdo con ciertos cánones estéticos. El escritor se detiene en la escritura, juega con los recursos lingüísticos, transgrediendo con frecuencia las reglas del lenguaje, para liberar su imaginación y fantasía en la creación de mundos ficticios.
Los textos literarios son opacos, no explícitos; incluyen muchos vacíos de información o espacios en blanco, indeterminados. Estos textos exigen que el lector comparta el juego de la imaginación, para captar el sentido de las cosas no dichas, de acciones inexplicables, de sentimientos inexpresados.
Los más frecuentes son:
Cuento | Texto narrativo, en prosa, de hechos ficticios. Consta de tres momentos: a) un estado inicial de equilibro; b) la intervención de una fuerza, con la aparición de un conflicto, que da lugar a una serie de episodios, y c) resolución del conflicto, lo que permite la recuperación del equilibrio perdido. Pone en escena personajes que cumplen las acciones, en determinado lugar y tiempo (escenario). Para la presentación de estos personajes, así como para las indicaciones de lugar y tiempo, se emplean recursos descriptivos. La ubicación del tiempo aparece generalmente en el párrafo inicial. Los tiempos verbales juegan un papel importante en la construcción y en la interpretación de los cuentos. Los pretéritos y los copretéritos predominan en los momentos de narración, mientras que los presentes aparecen en las descripciones y en los diálogos. |
Novela | Es similar al cuento, pero incluye más personajes, mayor número de complicaciones, así como descripciones y diálogos más extensos. Los personajes adquieren una definición más acabada y las acciones secundarias pueden llegar a adquirir tal relevancia que terminan por convertirse, en algunos textos, en unidades narrativas independientes. (Para abundar en el tema, véase la parte dedicada a él, en la sección de Géneros literarios, de este mismo libro). |
Obra de teatro | (Dramas, comedias, tragedias, sátiras, etcétera.) Teje distintas historias y conflictos. No tienen un narrador que cuente los hechos, sino que éstos se van conociendo a través de los diálogos de los personajes. Las obras de teatro alcanzan toda su potencialidad a través de la representación escénica. Se organizan en actos, que establecen la progresión temática: desarrollan una unidad informativa relevante para el conflicto planteado. Cada acto contiene, a su vez, distintas escenas, determinadas por las entradas y salidas de los personajes, y/o distintos cuadros, que corresponden a cambios de escenografía. Incluyen también textos de trama descriptiva: las acotaciones escénicas. |
Poema | Se escribe en verso, con una espacialización muy particular: las líneas cortas y las agrupaciones en estrofas dan relevancia a los espacios en blanco. El ritmo, que recurre al valor sonoro de las palabras y de las pausas para dar musicalidad al poema, es un constituyente esencial del verso. De la distribución de los acentos de las palabras que conforman los versos depende su musicalidad. La rima es una característica distintiva, pero no obligatoria y consiste en la coincidencia total o parcial de los últimos fonemas del verso. Las estrofas agrupan versos de igual medida y de dos medidas distintas, combinadas regularmente. |
Ejemplos de texto literario:
A pesar de que la mía es historia, no la empezaré por el arca de Noé y la genealogía de sus ascendientes como acostumbraban hacerlo los antiguos historiadores españoles de América que deben ser nuestros prototipos. Tengo muchas razones para no seguir ese ejemplo, las que callo por no ser difuso. Diré solamente que los sucesos de mi narración, pasaban los años de Cristo de 183… Estábamos, a más, en cuaresma, época en que escasea la carne en Buenos Aires, porque la Iglesia, adoptando el precepto de Epicteto, sustinte abstine (sufre, abstente), ordena vigilia y abstinencia a los estómagos de los fieles, a causa de que la carne es pecaminosa y, como dice el proverbio, busca la carne. Y como la Iglesia tiene ab initio y por delegación directa de Dios el imperio inmaterial sobre las conciencias y estómagos, que en manera alguna pertenecen al individuo, nada más justo y racional que vede lo malo.
Los abastecedores, por otra parte, buenos federales, y por lo mismo buenos católicos, sabiendo que el pueblo de Buenos Aires atesora una docilidad singular para someterse a toda especie de mandamientos, sólo traen en días cuaresmales al matadero los novillos necesarios para el sustento de los niños y de los enfermos dispensados de la abstinencia por la Bula… y no con el ánimo de que se harten algunos herejotes, que no faltan, dispuestos siempre a violar los mandamientos carnifícinos de la Iglesia, y a contaminar la sociedad con el mal ejemplo.
Sucedió, pues, en aquel tiempo, una lluvia muy copiosa. Los caminos se anegaron; los pantanos se pusieron a nado y las calles de entrada y salida a la ciudad rebosaban en acuoso barro. Una tremenda avenida se precipitó de repente por el Riachuelo de Barracas, y extendió majestuosamente sus turbias aguas hasta el pie de las barrancas del Alto. El Plata, creciendo embravecido, empujó esas aguas que venían buscando su cauce y las hizo correr hinchadas por sobre campos, terraplenes, arboledas, caseríos, y extenderse como un lago inmenso por todas las bajas tierras. La ciudad, circunvalada del norte al este por una cintura de agua y barro, y al sur por un piélago blanquecino en cuya superficie flotaban a la ventura algunos barquichuelos y negreaban las chimeneas y las copas de los árboles, echaba desde sus torres y barrancas atónitas miradas al horizonte, como implorando misericordia al Altísimo. Parecía el amago de un nuevo diluvio. Los beatos y beatas gimoteaban haciendo novenarios y continuas plegarias. Los predicadores atronaban el templo y hacían crujir el púlpito a puñetazos. Es el día del juicio –decían-, el fin del mundo está por venir. La cólera divina, rebosando, se derrama en inundación. ¡Ay de vosotros, pecadores! ¡Ay de vosotros, unitarios impíos que os mofáis de la Iglesia, de los santos, y no escucháis con veneración la palabra de los ungidos del Señor! ¡Ah de vosotros si no imploráis misericordia al pie de los altares! Llegará la hora tremenda del vano crujir de dientes de las frenéticas imprecaciones. Vuestra impiedad, vuestras herejías, vuestras blasfemias, vuestros crímenes horrendos, han traído sobre nuestra tierra las plagas del Señor. La justicia y el Dios de la Federación os declararán malditos.
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