Textos Literarios
Enviado por denise770423 • 18 de Febrero de 2015 • 627 Palabras (3 Páginas) • 262 Visitas
El águila y la zorra
Un águila y una zorra que eran muy amigas decidieron vivir juntas con la idea de fortalecer su amistad. Entonces el águila escogió un árbol muy elevado para poner allí su nido, mientras que la zorra soltó a sus hijos bajo unas zarzas sobre la tierra al pie del mismo árbol. Un día que la zorra salió a buscar su comida. El águila, que también estaba hambrienta cayó sobre las zarzas, se llevó a los zorruelos, y entonces ella y sus crías se regocijaron con un banquete. Regresó la zorra y más le dolió el no poder vengarse, que saber de la muerte de sus pequeños: ¿cómo podría ella, siendo un animal terrestre, sin poder volar, perseguir a uno que vuela? Tuvo que conformarse con el usual consuelo de los débiles e impotentes: maldecir desde lejos a su enemigo. Más no pasó mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición contra la amistad. Se encontraban en el campo unos pastores que sacrificaban una cabra; cayó el águila sobre ella y se llevó una víscera que aún conservaba fuego y la colocó en su nido. Vino un fuerte viento que expandió el fuego a las pajas y luego a los aguiluchos. Como aún no sabían volar, pronto se vinieron abajo. Corrió entonces la zorra y tranquilamente devoró a todas las crías del águila ante sus propios ojos. Nunca traiciones la amistad sincera, pues si lo hicieras, tarde o temprano del cielo llegará el castigo.
Esopo. El águila y la zorra en: www.e-sm.com.mx/RYE2B3-76
(Adaptación).
Submarino
A Eduardo Hurtado
En el fondo del patio,
en el rincón profundo
donde nadie se asoma,
estoy otra vez con mi mejor amigo.
Lejos de la sordidez de premios y castigos,
nos sumergimos en la conversación
que inventa países silenciosos.
Entre tablas y escombros
hemos construido debajo del desorden
un submarino que todos desconocen.
Antonio Deltoro. Poesía reunida. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1999.
El águila y la zorra
Un águila y una zorra que eran muy amigas decidieron vivir juntas con la idea de fortalecer su amistad. Entonces el águila escogió un árbol muy elevado para poner allí su nido, mientras que la zorra soltó a sus hijos bajo unas zarzas sobre la tierra al pie del mismo árbol. Un día que la zorra salió a buscar su comida. El águila, que también estaba hambrienta cayó sobre las zarzas, se llevó a los zorruelos, y entonces ella y sus crías se regocijaron con un banquete. Regresó la zorra y más le dolió el no poder vengarse, que saber de la muerte de sus pequeños: ¿cómo podría ella, siendo un animal terrestre, sin poder volar, perseguir a uno que vuela? Tuvo que conformarse con el usual consuelo de los débiles e impotentes: maldecir desde lejos a su enemigo. Más no pasó mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición contra la amistad.
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