26 Leyendas Panameñas
Enviado por symz0406 • 1 de Junio de 2014 • 275 Palabras (2 Páginas) • 695 Visitas
—Ésta escojo, ésta escojo
Por esposa y por mujer
Que parece una rosita
Acabadita de nacer.
—Lo que te encargo, escudero,
es que me la trates muy bien,
Sentadita en silla de oro
Tirándole cartas al Rey.
Era la misma gente, sólo que más atrasada en muchas cosas
que la de hoy día y con costumbres más sencillas y más severas
tal vez, pero con las mismas virtudes y defectos, los mismos
sentimientos y las mismas pasiones.
Las niñas y los niños jugaban aparte; y los niños, en general,
eran tratados como niños y obedecían y respetaban a sus padres
en vez de hacer su soberana voluntad como es ahora la regla. A
las ocho de la noche todos estaban recogidos en casa, decían “el
bendito” a sus padres y, con un beso de éstos, se iban a la cama.
Jugaban también las niñas “a las muñecas” y a “las amas de
casa”. Hacían a veces, en verano, en los patios, a la sombra de los
árboles de mango, o de los cerezos u otros árboles frutales,
“covachas” con petates o con hojas de cañas o pencas secas de
palmas o hacían enramadas; y allí jugaban “a las comadres” y,
en compañía, hacían “cocinados”, reales o ficticios, según la
edad de las niñas; todo con la ayuda de alguna persona grande,
generalmente la mamá de alguna de ellas, que era la que en
realidad cargaba con el peso del trabajo si el “cocinado” resultaba
de verdad. En estos juegos solían participar también niños
varones que eran los encargados de recoger leña, de acarrear el
mobiliario, de enterrar las horquetas para la enramada, de cargar
el agua, de las tareas más pesadas, en fin.
En esos juegos inocentes primero, en los juegos de prendas
después y en la misa los domingos, en las procesiones y en las
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