AMOR.

Acusan a David Acevedo de asesorar en su templo a poderosa banda conectada a 'los Urabeños'.

Agentes antimafia argentinos llevaban casi un año asistiendo sagradamente a la sede de la iglesia Dios Ministerial de Jesucristo Internacional, ubicada en las goteras de Buenos Aires, para ver al joven predicador colombiano David Andrés Acevedo Muñoz.

Escuchaban sus sermones por horas, pero también sus conversaciones telefónicas con miembros de una red conformada por ocho colombianos y acusada de moverles coca y lavarles plata a bandas criminales colombianas: ‘los Urabeños’ y ‘los Machos’.

Según el expediente, Acevedo, de 30 años, era el consultor financiero de la red y decidía desde dónde cambiar los dólares que les dejaba el negocio, hasta cómo armar las sociedades a través de las cuales blanqueaban los dividendos. Para el juez Alberto Santamarina, quien ordenó su arresto, también es claro que en el templo se reunía la banda mafiosa.

EL TIEMPO investigó y estableció que la matriz de la iglesia allanada es una reputada y poderosa organización colombiana –fundada hace 41 años y vinculada a influyentes congresistas del movimiento político Mira–, que se declara ajena a estos hechos.

“Hace tres semanas, la Policía allanó la iglesia y hasta rompió el púlpito (buscando coca). Pero solo hallaron los diezmos. Nos violaron todos los derechos, fue un atropello”, explicó Andrés Carrillo, vocero autorizado de la congregación.

En cuanto a Acevedo, admitió que era predicador en horarios y días específicos. Pero explicó que con él eran tres a quienes el pastor Jaime Bañol (cabeza de la iglesia en Argentina) eligió para el manejo de esa sede, abierta hace un año. Además, señaló que creía que no tenía las llaves del templo.

“La esposa nos dijo que David estudió algo de administración y que asesoraba en la apertura de empresas a uno de los capturados, con quien había trabajado. Pero dice que es inocente”, aseguró Carrillo. Otro miembro de la iglesia fue más enfático y advirtió que el predicador actuó a título personal y que la iglesia desconocía sus actividades.

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