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ANÁLISIS DE CUENTO “COLOR MODESTO”


Enviado por   •  6 de Octubre de 2019  •  Tarea  •  2.385 Palabras (10 Páginas)  •  8.965 Visitas

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ANÁLISIS DE CUENTO “COLOR MODESTO”

  1. Información externa:

Época o corriente literaria:  segunda mitad del siglo XX, De color modesto en el libro Las botellas y los hombres, originalmente publicado, por error, como Los hombres y las botellas 1961.

El autor y su obra:

Ribeyro es un narrador perteneciente a la Generación del 50, es considerado uno de los mejores cuentistas hispanoamericanos. Sus cuentos fueron una contribución decisiva para consolidar el paso de la narrativa indigenista a la narrativa urbana en el Perú.

El espacio que ilumina los cuentos y novelas de Ribeyro es casi siempre el de la pequeña burguesía limeña, aunque también se observa el universo de los marginales y se constata una cierta preferencia por la problemática juvenil. (Polar, 1980)

  1. Análisis de la obra:

  1. Contenido:

  1. Personajes:
  • Alfredo: Pintor que dejo su carrera, extraviado de la burguesía, vive el desarraigo de su clase social, se automargina.
  • Elena: Hermana de Alfredo, que lo lleva a la fiesta.
  • La negra: Mujer ingenua, marginada por su color.
  1. Espacio:
  • Fiesta en la zona de Miraflores
  1. Historia:  Sociedad de clase alta, burgués, en la mitad del siglo XX.
  2. Temática: Marginación, racismo y clacismo
  1. Plano de la expresión:
  1. Lenguaje: Culto, dialecto de la zona urbana limeña.
  2. Recursos técnicos:
  • Narrador: Heterodiegético.
  • Voz: Tercera persona
  • Tiempo: Pasado
  • Técnicas: Lineal
  • Figuras literarias:
  • Metonimia: Pago de voraces lecturas
  • Hipérbole: El ron le quemaba las entrañas. 
  • Sinestesia: Se cobijó bajo las escaleras
  1. Interpretación:

En el cuento de color modesto encontramos a dos personajes marginados: Alfredo y la sirvienta negra, la marginalidad de Alfredo se deriva de su carácter inseguro y tímido, que lo aísla del grupo de jóvenes de la fiesta. La inseguridad de Alfredo se muestra en las siguientes líneas: “Al poco tiempo comenzó a aburrirse y se preguntó para qué había venido allí. Él detestaba las fiestas, en parte porque bailaba muy mal y en parte porque no sabía qué hablar con las muchachas. Por lo general, los malos bailarines retenían a su pareja con una charla ingeniosa que disimulaba los pisotones e, inversamente, los borricos que no sabían hablar aprendían a bailar tan bien que las muchachas se disputaban por estar en sus brazos”. Alfredo decía no tener ninguna de esas cualidades así que opto por  beber ron para que así obtuviese valor de insertarse en ese grupo y encajar en algún aspecto (aquí se percibe su timidez), este intento fue fallido ya que Alfredo se acercó al tocadiscos donde un grupo de mujeres elegía pistas alegres, el sugirió que pusieran un bolero, fue ignorado evidenciándose una vez más la marginación hacia este personaje; una chica respondió: —Nos gusta más el mambo —. El bolero está bien para los viejos. Del mismo modo en los siguientes fragmentos podemos apreciar cómo es que se da la marginación hacia Alberto: “Alfredo se dejó remolcar por su amigo entre los bailarines hasta una segunda sala. Donde se veían algunas muchachas sentadas en un sofá. Una afinidad notoria las había reunido allí: eran feas. - Aquí les presento a un amigo – dijo y sin añadir más lo abandonó. Las muchachas lo miraron un momento y luego siguieron conversando. Alfredo se sintió incómodo. No supo si permanecer allí o retirarse. Optó heroicamente por lo primero, pero tieso, sin abrir la boca, como si fuera un ujier encargado de vigilarlas...”; “¿Fuman? - La respuesta fue seca: -  No, gracias.” “- ¿Ustedes van al cine? - No.” Otro aspecto de la marginación de Alfredo se da por el nivel económico, que es percibida  por una de sus antiguas conocidas:

Te presento a un amigo —dijo Corina, señalando a Alfredo.

       El calvo le estrechó efusivamente la mano.

       —Regio, si quiere puede venir también con nosotros. Nos va a faltar sitio para Elsa y su prima. ¿Quiere usted llevarlas en su carro?

       Alfredo se sintió enrojecer.

       —No tengo carro.

       El calvo lo miró perplejo, como si acabara de escuchar una cosa absolutamente insólita. Un hombre de veinticinco años que no tuviera carro en Lima podría pasar por un perfecto imbécil. La morena se mordió los labios y observó con más atención el terno, la camisa de Alfredo. Luego le volvió lentamente la espalda.

La marginalidad hacia la sirvienta se da por el hecho de que esta es de un color oscuro, esta parte del cuento es la más cruel ya que aquí evidenciamos el racismo social y la hipocresía de la sociedad. Alberto pretende tener un romance con la sirvienta, se ve cómo es que Alberto pretende desligarse de todo los prejuicios sociales que existían en ese momento, baila con ella en la oscura galería, al encenderse la luz, el dueño de la sale disgustado y hecha a la sirvienta, Alberto salta en defensa de esta pero sin embargo ambos son echados de la fiesta:

   Al empujar la mampara se encontraron en una galería que daba sobre el jardín interior. Había una agradable penumbra. Alfredo apoyó su mejilla contra la mejilla negra y bailó despaciosamente. La música llegaba muy débil.

     

  —Es raro estar así, ¿no es verdad? —Dijo la negra—. ¡Qué pensarán los patrones!

   —No es raro —dijo Alfredo—. ¿Tú no eres acaso una mujer?.

El ruidoso tren dio unas vueltas por el jardín y luego se encaminó hacia la galería. Al llegar delante de Alfredo y de la negra, la gritería cesó. Hubo un corto silencio de estupor y el tren se desbandó hacia el interior de la casa. Incluso las parejas, desde el fondo de los sillones, se levantaron y los hombres partieron, arrastrando a sus mujeres de la mano. Alfredo y la negra quedaron solos.

       — ¡Qué estúpidos! —dijo sonriendo—. ¿Qué les sucede?

       —Me voy —dijo la negra, tratando de zafarse.

       —Quédate. Vamos a seguir bailando.

       Por la fuerza la retuvo de la mano. Y la hubiera abrazado nuevamente, si es que un grupo de hombres, entre los cuales se veía al dueño de la casa y al hombrecillo de la corbata plateada, no apareciera por la puerta de la cocina.

       — ¿Qué escándalo es éste? —decía el dueño, moviendo la cabeza.

       —Alfredo —balbuceó el hombrecillo—. No te la des de original.

...

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