Articulo De El Espectador
Enviado por alejinchiss • 13 de Mayo de 2014 • 933 Palabras (4 Páginas) • 202 Visitas
El deber de la esperanza
Como si fuera poco una guerra de cincuenta años, ahora los colombianos tenemos que echarnos al hombro la inútil pelea entre Santos y Uribe.
Por: William Ospina
• 2157COMPARTIDO
398
1735
0
• opiniones
24
Como si no estuviéramos cansados de discordias, y esperando que el proceso de La Habana dé comienzo a la verdadera construcción de la convivencia y a la normalidad de la vida, tenemos que soportar que una campaña electoral que debería estar proponiendo soluciones para diez mil problemas se eternice en gritos y descalificaciones, insultos y acusaciones, donde cada quien trata de demostrar que el otro es el demonio.
Esto no sería tan extraño si no fuera porque los que así se descalifican y se desenmascaran, todo lo hicieron juntos. Sorprende que cada uno pretenda hacernos olvidar su vieja alianza, pero es costumbre que los políticos olviden su pasado, que después de hacer las cosas salgan a criticarlas, y quieran demostrarnos que sus viejos aliados, sólo porque les dieron a ellos la espalda, son ahora enemigos de la humanidad.
Es costumbre que en la tarea de hacerse elegir de cualquier forma recurran a toda retórica, traten de provocar la amnesia colectiva, para aparecer de repente como los grandes innovadores que al fin tienen la clave de las soluciones.
Lo que debería asombrarnos es que la gente no se haya cansado de esa retórica, que ni siquiera inventa tonos nuevos sino que vuelve con la gastada fórmula. Así se descalificaban federalistas y centralistas, aunque al menos tenían ideas opuestas; así se descalificaban liberales y conservadores, y pasaron de descalificarse a degollarse, abusando de un pueblo al que la religión había acostumbrado a creer que todo el que no piensa como uno es un demonio.
Ya deberíamos haber aprendido la amarga lección de que cuando ellos son amigos todos perdemos, y cuando se vuelven enemigos, a nosotros nos toca cargar con la discordia, y al final todavía perdemos más.
Allá afuera está el mundo lleno de desafíos, los jóvenes viajan por el continente y dialogan con sus amigos de todo el planeta; se hacen carreteras y puertos, se construyen industrias, se toman decisiones originales, se enfrenta la pobreza, se redistribuye el ingreso, que en Latinoamérica ha crecido; pero en Colombia, en cambio, como en ninguna otra parte, se concentran y agravan la inequidad y la injusticia. Nuestros políticos siguen hablando en el lenguaje del odio y de la discordia, no proponen rumbos nuevos ni altas tareas de civilización.
Aún estamos esperando que alguien tenga un proyecto de país moderno que proponernos, pero lo único que escuchamos es quién es malo y quién es peor, quién me traicionó, quién es más perverso y más malvado. Pero no, no son malvados, ni
...