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Autobiografías


Enviado por   •  26 de Agosto de 2014  •  802 Palabras (4 Páginas)  •  250 Visitas

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Autobiografía de José María Soler García.

Nací en Villena, el treinta de septiembre de 1905, en la calle de La Trinidad, no. 2, tercer piso, en la misma habitación donde hoy tengo instalado mi despacho particular. Y no es que hayamos vivido allí toda la vida, sino que mi padre, en cierta ocasión tuvo una agencia de seguros en Cartagena y allí vivimos desde 1914 hasta 1917 en la calle Santa Florentina, no. 11 -allí nació y murió mi hermana Caridad-. En el año 1917 regresamos a Villena y vivimos una temporada en varios domicilios: calle Ferriz, calle de Santiago y Maestro Caravaca -donde murió mi hermana Bienvenida; el porche de esta casa lo ocupábamos los amigos para depositar las meriendas de las monas en los días de Pascua-. Posteriormente, enterados de la ausencia de inquilinos en la calle de La Trinidad no. 2, volvimos a ocupar la casa donde nací.

Mi padre había tenido el capricho de grabar en 1905, con un diamante en el cristal de uno de los balcones de la casa, la fecha de mi nacimiento y el de mi hermana Consuelo. Y allí permanecía cuando volvimos, hasta que en una especie de reunión, una pequeña juerga que tuvimos en la casa, en un momento de euforia, uno de los amigos con el codo rompió el cristal. Fue un gran disgusto para mi padre.

Tuvimos cuatro hermanos más: Bienvenida, Ricardo, Manolo y Caridad. Los cuatro murieron de pequeños; hemos quedado, precisamente los dos mayores.

Mi infancia fue la de un niño normal, yo jugaba con los amigos a todos los juegos de entonces: las bolas, mate y cartones, la trompa... muchos de los cuales figuran en el Cancionero popular villenense. Había un juego, que hoy no lo vemos empleado, que se llamaba «El Birle», que consistía en arrojar una moneda a la pared o al bordillo de la acera. Tiraba uno después de otro, y si la moneda del segundo quedaba a menos de un palmo de la otra, se llevaba las dos. Aquí, como en los demás juegos, teníamos un rival extraordinario, una muchacha a la que llamábamos «La Pelendrina», nos ganaba en todos los juegos. Como se dice en villenero: «Nos engalipaba y luego nos pilfaba». Nos ganaba en todos los juegos menos al «Mate y Palmo», porque hasta el momento no he encontrado otra persona que tenga más palmo que yo, hasta el punto de que se lo he propuesto al «Guiness» y no lo han admitido porque este «record» no estaba homologado. Cuando jugábamos a esos juegos teníamos que poner una medida ya que ninguno quería jugar conmigo. Hacia el año 1915 surgió en Villena una compañía de aquellos «boy scouts» o exploradores con uniforme similar a los de los «americanos» del oeste que estaban entonces muy en boga. Como arma llevábamos una vara de fresno con el extremo puntiagudo metálico para efectuar saltos, y yo llegué a dirigir una de aquellas compañías o patrullas cuyo símbolo era una golondrina. Estos símbolos eran unos gallardetes triangulares que llevaba el guía adherido

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