COMUNICARNOS DESDE LA RIQUEZA DE NUESTRAS DIFERENCIAS
Enviado por Christopher Mayorga • 23 de Mayo de 2018 • Trabajo • 2.302 Palabras (10 Páginas) • 116 Visitas
Servicio Nacional de Aprendizaje
SENA
Aprendiz
Jean Cristopher Mayorga Romero
Interacción Idónea Comunicación
Instructor
Mario Martínez
Comunicarnos desde la riqueza de
nuestras diferencias:
Pistas para una alteridad dialógica
2018
SERVICIO NACIONAL DE APRENDIZAJE
SENA
INTERACCIÓN IDONEA COMUNICACIÓN
TALLER - PAREJAS
COMUNICARNOS DESDE LA RIQUEZA DE NUESTRAS DIFERENCIAS:
PISTAS PARA UNA ALTERIDAD DIALOGICA
Por José Luis Aguirre Alvis M.s Docente universitario de la U.C.B (La Paz)
La Universidad Católica Boliviana “San Pablo” (La Paz)
I. EL YO Y EL OTRO: RETOS HACIA UNA ALTERIDAD DIALOGICA.
Si la cultura fuera una barrera o razón de conflicto y anulación tendríamos igualmente que pensar que la convivencia humana es un sin sentido, pues por encima de aquel sentido intrínseco de acción, transformación y cambio del entorno que llevamos todos los seres humanos estaríamos colocando la desconfianza, el odio y la desesperanza como los móviles de nuestra presencia en la tierra.
Para aproximarnos al escenario de la representación equitativa de los semejantes y a su vez poder recuperar el sentido de una comunicación humana, entendida como proceso de encuentro y descubrimiento, entre sujetos por naturaleza diferentes, es inevitable partir del establecimiento, así sea aproximado, sobre lo que es el Yo y lo que es el Otro.
Octavio Paz en su obra “El Laberinto de la Soledad” señala que, lo otro es algo que no se deja eliminar, subsiste, persiste testarudamente, y es tan así que todos padecemos de una esencial heterogeneidad como una suerte de incurable otredad.
No puedo decir “yo” sin contemplar a su vez un “tú”, un “otro” en el que me reconozco (Collo y Sessi, 1995:7). Según Theodosiadis, “... yo soy frente a otro que dice yo, y que me es necesario por consecuencia tener en cuenta como un tú”; (Theodosiadis).
La comunicación es un yo en relación, donde dialécticamente yo mismo soy un tú para quien emprende mi descubrimiento. El otro que es en un comienzo un tú se pronuncia en calidad de conciencia—de sujeto—por el lenguaje, por el obrar, y se expone como origen y potencia de novedad en el encuentro. El discurso del otro anuncia a la vez la alteridad parlante de mi propio discurso así mi discurso es provocado, puesto en acción, por este discurso de la alteridad. Señala Theodosiadis: “Decir tú, es desear entrar en relación práctica, positiva o negativa con el otro y ese deseo no tiene sentido si ese otro no es un sujeto que se revela en un movimiento similar” (Theodosiadis). El otro distinto es la alteridad real y el que en última instancia traspasa el horizonte ontológico o paradigma de la totalidad monológica, y nos ubica en el reino de la alteridad dialógica (Theodosiadis).
Es entonces la presencia del otro, de un tú, que se descubre por la palabra que podemos afirmar su ser y por su misma expresión que nos invita a la interacción somos para el otro y juntos no sólo hablamos de nosotros sino hablamos del mundo y de la posibilidad de transformarlo.
Lo señalado hasta ahora nos invita a reconocer que es la manifestación del sujeto, la que por vía del lenguaje, la que posibilita el inicio de aquel proceso envolvente y por esencia transformador cual es la comunicación. La comunicación se hace posible sólo gracias al encuentro entre sujetos y por tanto, desde sus subjetividades, las que se exploran, se invitan al diálogo –espacio de encuentro- y al final se pronuncian creándose mutuamente y así creando mundos completamente renovados.
Explorar el sentido existencial que implica la comunicación humana resulta esencial para poderla comprender más allá de la mirada unívoca y pobre del contacto informativo al que muchas veces la hemos reducido. La comunicación como proceso de interacción humana en sí encierra el reto existencial básico, que es el de poder admitir la propia existencia siempre dependiente y en relación con la presencia de un semejante, el que a su vez es creado y admite su existencia gracias a nuestra presencia.
Nadie puede ser, sin la presencia del otro y nadie alcanza la afirmación de su existencia sin la capacidad de encuentro comunicativo con el semejante, el que intrínsecamente es distinto. La afirmación del ser que se expone al semejante da lugar a la apertura del pluralismo. Como indica María José Puelles en Lecaros si bien los hombres son iguales en lo fundamental y en razón de su mismo origen, son diversos en función de su singularidad. Así: ¨Esta diversidad es la que configura la realidad de la pluralidad y ésta, finalmente el pluralismo¨ (Lecaros, 1989:136- 137) La misma realización de la libertad del hombre, entendida como su dimensión máxima de su desarrollo hace que este necesite conocer las diversas proposiciones que son en definitiva manifestación de la pluralidad de los demás hombres.
Por otro lado, la diversidad de las personas, no implica negar la radical igualdad de los hombres, porque como indica Puelles en Lecaros: ¨... no hay contradicción en que seamos a la vez naturalmente iguales y naturalmente desiguales, porque somos iguales en la naturaleza de la especie a la que pertenecemos, y desiguales en la naturaleza individual que cada uno de nosotros tiene¨ (Lecaros, 1989:137)
Pero preguntémonos, ¿por qué resulta importante tratar estos conceptos (tú, yo, el otro, igualdad, alteridad y diferencia) y cuál su impacto sobre el proceso mismo de La comunicación en escenarios que podemos reconocer como de diversidad cultural?
Tentemos una respuesta y desde una situación paradojal: que la búsqueda de nuevas igualdades al mismo tiempo pone en evidencia y casi exalta el derecho a la diferencia o a la diversidad.
Donde habrá que tener presente que “... lo contrario a la igualdad es la desigualdad, no la diferencia”, y por tanto, “... si es verdad que es justo tratar igualmente a los iguales, también es verdad que sería injusto tratar en modo igual a los diversos”
El peligro desde la comunicación e información se abre cuando el otro no sólo es considerado diverso, sino, en cuanto tal, por el sólo hecho de ser diverso es considerado inferior y al presentarse como tal surge alguien que asume la misión de dominación, asimilación, subyugación, anulación y hasta invisibilización del otro.
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