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CUENTO TÉCNICAS


Enviado por   •  23 de Junio de 2019  •  Trabajo  •  614 Palabras (3 Páginas)  •  122 Visitas

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Estaba sentado al lado de Luna, era mi pequeña, la luz de mis ojos. Tenía hermosas facciones, sus cabellos eran nubes pomposas. (metáfora) Esa noche, prometí leerle un cuento que la dejaría asombrada. En el comedor, se encontraba Ammy, mi esposa, quien al llegar a casa me dio un beso, un abrazo y un té. Ella se fue a su habitación, me dijo que pasaría tiempo con nosotros, pero que antes dejaría algunas cosas listas para un proyecto que planeaba iniciar en los próximos meses. Cuando entré a ver a mi niña, pude sentir el interminable abrazo efímero, (oximorón) que tanto había guardado en mi ausencia. En cuanto dejó todo listo, mi esposa estaba encima de la recamara para que yo pudiera iniciar. La historia fue espectacular, nos la pasamos muy bien. Nos fuimos muy felices a la cama después de ese agradable momento, pero justo cuando iba a cerrar los ojos, me entró una llamada. Era mi madre, me dijo que se sentía muy sola y que esos días sentía dolores de cabeza constantemente. Me preocupé mucho por su estado de salud, sin duda quería ir hasta donde estaba. Recordé que Ammy me pidió una vez parar con mis actividades si es que mi madre se sentía mal, después de todo era lo menos que podía hacer por quien me dio la vida. Además, me dejó por seguro que no se negaría a acompañarme. El problema era que no sabía si dejar a Luna en manos de otros. Estaba claro que ella no podía ir con nosotros, tenía que hacer mucho en el colegio y  sabemos que le deprime ver personas enfermas, más aún, si esa persona es su abuela. Después de darle vueltas al asunto, decidí que mi niña se quedara aquí. Sólo serían algunos días sin verla. Sabía que estaría bien. A la mañana siguiente, desperté a Ammy y le comenté sobre la conversación que tuve con mi madre. Ella se puso muy triste, la extrañaba mucho, porque no la veíamos hace meses. Accedió. Inmediatamente, se comunicó con varias de sus amigas para ver la disponibilidad de cuidar a Luna. Mientras ella estaba dando indicaciones sobre las alergias que nuestra hija tenía, fui a buscar maletas para empacar lo necesario. Ammy me comentó que pasaría a dejar a Luna a las ocho en punto de la noche, pero que iría de frente al colegio y ya no habría tiempo de despedirme de ella. En ese momento no lo pensé dos vece y fui a dejarle el desayuno en su blanca cama. Había de todo: jugo, tostada, frutas y un pie de manzana. Le expliqué a Luna que nos íbamos por unos días y que estaría en buenas manos, pero no quise comentarle que su abuela estaba mal. Ella me abrazó, me dijo que me quería mucho y que yo era el hombre de su vida. Me costó dejarla, esa vez más que cualquier otra. Al terminar el desayuno, se alistó y se fue a la escuela. Yo por mi parte, fui al garaje a alistar el auto. Ammy me dijo que estaría en casa a las nueve para enrumbar. Ya llegada la noche, subimos al auto y salimos de la ciudad. La carretera, estaba rodeada de hermosos árboles, que apenas pude distinguir por las luces de mi auto. Mis manos se ponían frías porque era yo, quien estaba al mando del timón. Cantamos a viva voz las canciones de José José, fuimos felices recordando aquellas melodías. Nunca imaginé que al llegar la madrugada todas nuestras sonrisas se verían opacadas por la niebla. El carro se salió de control, no sabía qué hacer en tan oscura noche. Sentí la cabeza de

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