Como es que Solo el ser Humano retrocede para avanzar

SOLO EL SER HUMANO RETROCEDE PARA AVANZAR

Por Catherine Tenorio Rodríguez

Reseña libro “La resistencia” de Sábato, Ernesto; editorial Seix Barral; Buenos Aires, Argentina; año 2000, 86 páginas.

“La Resistencia”, está constituida por cinco cartas, por medio de las cuales, Sábato, escritor, ensayista, físico y pintor argentino, nacido el 24 de junio de 1911 y fallecido el 30 de abril de 2011, hace una reflexión realmente enriquecedora acerca del avance que ha tenido el mundo en relación a la tecnología. Y la influencia que estos avances han ejercido sobre los cambios en la vida y en las actitudes de las personas. Sábato dirige dichos escritos de manera peculiar a sus lectores, permitiendo que cada uno se sienta identificado con las descripciones que realiza en su relato. Tomando como eje principal su vida misma, y sus 89 años de experiencia permite que nos devolvamos en el tiempo, que hagamos una plena comparación entre las distintas épocas, y una interesante reflexión sobre la vida que ahora llevamos. A través de una lógica y emotiva combinación de palabras, hechos y reflexiones, Sábato logra encarnar su vida y la de nosotros mismos en la realidad presentada por medio de esta obra. Dándole gran importancia a la evolución del mundo que a lo largo de los años ha tomado fuerzas y por esta razón ha transformado la visión del hombre sobre la vida.

En la primera carta, “lo pequeño y lo grande”, Sábato presenta a los lectores una visión precisa acerca de la tecnología. Relata la manera en que la televisión, la informática, los celulares, y demás han intervenido en la comunicación entre las personas. El modo en que simples aparatos creados por el mismo hombre con el objetivo de evolucionar, han traído consecuencias totalmente opuestas, debido a que estas nuevas fuentes de entretenimiento nos alejan cada vez más de la sociedad, de la expresión de los nuestros propios sentimientos, nos encierran en una caja oscura que se reduce cada día más. “Trágicamente, el hombre está perdiendo el diálogo con los demás y el reconocimiento del mundo que lo rodea, siendo que es allí donde se dan el encuentro, la posibilidad del amor, los gestos supremos de la vida. Las palabras de la mesa, incluso las discusiones o los enojos, parecen ya reemplazadas por la visión hipnótica."(1)

Sábato en medio del individualismo en el que ahora vivimos, y de esa indiferencia que transmitimos a los demás con nuestras acciones,  logra encontrar una pequeña luz de esperanza con la cual podríamos escapar de la oscuridad de esa diminuta caja, son los valores los que nos ayudaran a huir. Valores, “antiguos valores”, como titula la segunda carta. En esta Sábato expresa mediante una especie de recuerdos y de perspectivas la perdida que hemos tenido los seres humanos de estas preciadas cualidades. Valores espirituales que hacían de cada individuo una mejor persona y que permitían la subsistencia de una interacción y comunicación directa entre los sujetos que hacen parte de una sociedad. “Estos grandes valores, como la honestidad, el honor, el gusto por las cosas bien hechas, el respeto por los demás, no eran algo excepcional, se los hallaba en la mayoría de las personas.”(2)

1. Paginas 7-8  
2.  (2) Pagina 27

Entre el bien y el mal, como titula la tercera carta, hace referencia al trato que en la actualidad las personas le dan a los ancianos, esa indiferencia y poca estima que se tiene hacia quienes hicieron posible que hoy en día vivamos, esos sujetos de avanzada edad que nos vieron crecer y vivieron grandes experiencias evitando que nuestras vidas sean tan duras como la que ellos tuvieron que enfrentar. Sábato se refiere también al respeto que es su época se le tenía a los padres, antes no se tenía la libertad que se tiene hoy en día, además el trato de los padres con los hijos era más riguroso. Alguna vez Sábato dijo a uno de sus biógrafos "Mi padre era severísimo y yo le tenía terror, mi madre me escondía debajo de la cama matrimonial para evitarme un castigo.” (3). Pero principalmente esta carta se refiere a la educación, a esa formación que requieren o que cargan los individuos, ese grado de conocimiento que les permite diferenciar el bien del mal, tener la libertad para elegir el camino correcto o el equivocado, ser bondadoso o maldadoso, refiriéndose al amor como el acto del bien que siempre terminara venciendo al mal. “El hombre, el alma del hombre, está suspendida entre el anhelo del Bien, esa nostalgia eterna de amor que llevamos, y la  inclinación al Mal, que nos seduce y nos posee, muchas veces sin que ni siquiera nosotros hayamos comprendido el sufrimiento que nuestros actos pudieron haber provocado en los demás.” (4)

Debido a la crisis existencial que tuvo Sábato en el año 1943, decidió alejarse totalmente de la física,  de la cual obtuvo un doctorado en 1938, y de la ciencia, para entregarse por completo a la literatura y a la pintura. Una crisis que le sirvió de experiencia y que aporto al desarrollo de la cuarta carta “Los valores de la comunidad”. En esta carta Sábato hace una reflexión sobre la crisis por la que atraviesa el mundo, crisis que hace referencia al pensamiento autoritario e individual del hombre. Esa carencia de un sentido comunitario ya que ha sido sustituido por la enajenación del hombre y la destrucción del medio ambiente. Este mundo capitalista que no permite que exista un sentido de solidaridad y de comunidad.

Después de referirse a la velocidad a la que va el hombre y por ende el mundo. Esa rapidez innegable, la obsesión que tienen los individuos por estar siempre mirando el reloj, sentir la angustia y el desespero por el paso del tiempo, por la necesidad de hacerlo todo ya, y no tener la oportunidad de perder. Dice Sábato que “La resistencia”, refiriéndose a la salvación del hombre, se logra simplemente con el amor, ese amor que debemos tener hacia nosotros mismos y hacia quienes nos rodean, la fe que es capaz de vencer el miedo que cada sujeto guarda  en lo más recóndito de su ser. La libertad que debemos buscar, para estar con aquellos que amamos, quienes nos hacen sentir bien y felices. “El ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer. En esta tarea lo primordial es negarse a asfixiar cuanto de vida podamos alumbrar. Defender, como lo han hecho heroicamente los pueblos ocupados, la tradición que nos dice cuánto de sagrado tiene el hombre. No permitir que se nos desperdicie la gracia de los pequeños momentos de libertad que podemos gozar: una mesa compartida con gente que queremos, unas criaturas a las que demos amparo, una caminata entre los árboles, la gratitud de un abrazo.” (5)

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