Conceptos fundamentales de Ética
Enviado por francyf • 27 de Marzo de 2012 • Práctica o problema • 9.893 Palabras (40 Páginas) • 717 Visitas
Unidad Temática Nro. 1:
Conceptos fundamentales de Ética. Moral. Bien. Deber
Ser. Deberes. Relación de la Ética con otras disciplinas. Ética Profesional o
Deontología. Enfoque de servicio social a través de la profesión. Ética del trabajo.
Panorama histórico de la reflexión ética a través del tiempo. El pensamiento ético
latinoamericano..
Ética
Disciplina que trata de la valoración moral de los actos humanos,
además de conjunto de principios y de normas morales que regulan las
actividades humanas. Del griego ethos, el término ética equivale
etimológicamente al de moral (del latín mos, moris: costumbre, modo
de comportarse); sin embargo, el uso parece asignar a este segundo
término una connotación teológico-religiosa, atribuyendo al primero
otra más filosófica, o bien reserva el de moral para la moral
práctica o vivida, mientras que designa con el de ética la reflexión
sistemático-filosófica sobre dicha moral. Como filosofía moral, la
ética habla del comportamiento humano bueno o malo; sin embargo,
también apunta a aquella fuerza moral a la que aluden expresiones
como moral elevada o alta y moral baja, que se manifiesta en
sentimientos, inclinaciones y pasiones que a veces ciegan, pero cuya
ausencia lleva a un estar sin moral, a la falta de esperanza, a la
acidia de los medievales, esto es, a la pereza radical, al tedio y al
hastío. La moral ha de empezar como ética antropológica (enraizada en
la misma estructura del hombre: estructura moral de libertad,
autenticidad y responsabilidad); sólo después vendrá la ética
normativa que evalúe contenidos morales; sin embargo, ésta nunca ha
sido única, sino que ha estado determinada por el criterio adoptado
como norma: en la ética teleológica, el fin (que pudo ser a su vez el
bien moral, en la ética de la virtud, o el bien supremo: ya fuese la
felicidad, en el eudemonismo, o Dios, en la ética teológica); en la
ética deontológica kantiana, el «deber» (el dictado de la conciencia
y la buena voluntad), etc. Aun de forma inconsecuente (la conciencia
del deber implica una dimensión social), el individualismo acompañó a
la ética kantiana, provocó la reacción de Hegel y exige aún hoy
buscar una ética civil de convivencia: aunque no puede suprimirse el
pluralismo práctico de morales vividas, ha de convenirse en unos
mínimos comunes a todo ciudadano (esto es, los mínimos propios de la
convivencia democrática), jurídicamente establecidos por la
constitución, de modo que el teórico de la moral pasa de la ética
filosófica a la filosofía del derecho. Más sutil que tales
reduccionismos ha sido sin duda el de la metaética (discurso sobre el
discurso ético), que sustituye la ética por la lógica del lenguaje
moral y por el análisis lingüístico del mismo. Pero el hallazgo de la
dimensión pragmática del lenguaje mismo (cuyos juegos resaltó
Wittgenstein) abre una comprensión ética del juego del discurso y de
la acción comunicativa. Con Habermas y Appel (y sobre fondo de
hermenéutica heiderggeriana) surge, así, la fundamentación pragmática
trascendental de dicha acción comunicativa a partir de una estructura
anticipante del hombre: en el sentido de que todo acto de preguntar o
de argumentar de forma ética supone (como condición misma del
diálogo) una norma comunitaria al respecto. Aunque parezca que se
reincide en la ética utópica, no se trata aquí de una realidad
alternativa empíricamente posible (como en las utopías clásicas),
sino de una anticipación contrafáctica, o idea regulativa kantiana no
individualista. Por eso es preciso redescubrir al hombre, mediante
una antropología ética, como un ser radicalmente moral, ético, y
buscar en el diálogo con los otros (continuación del propio
intradiálogo) un contenido moral, regla, modelo, virtud, ethos,
deber, valor, del que se pueda dar razón no como algo superpuesto a
la condición humana, sino como proyecto que ésta, anticipándose, es y
cuya realización requiere fuerza moral (la moral elevada que
sustituya a un estar sin moral).
Moral
Doctrina de las costumbres o de las acciones, sentido en el que es
sinónimo de ética.
En el sentido religioso se habla de la teología moral, rama de la
teología católica que trata de las obligaciones religiosas en cuanto
a las acciones del hombre elevado a ser sobrenatural a través del
bautismo. La teología moral es una ciencia doblemente normativa, por
cuanto relaciona las normas morales naturales con las de la confesión
católica. La raíz de la teología moral está en la doctrina de la
justificación por la fe, según la doctrina católica condición para la
moralidad sobrenatural.
Su sistematización como doctrina se inició en la época patrística; al
principio, como respuesta a las cuestiones más acuciantes que se
planteaban los cristianos (participación en la vida pública, en la
milicia, moral matrimonial), y luego con tratados más sistemáticos
(Clemente de Alejandría, Orígenes, san Ambrosio, san Agustín, san
Gregorio Magno), en los que la exposición moral asimila aspectos de
la sabiduría pagana, especialmente de la estoica. En los primeros
siglos de la edad media, la generalización de la penitencia privada
introdujo un nuevo auge de la literatura moral: los libros
penitenciales, mero catálogo de pecados y sus penitencias
correspondientes para guías de confesores, sin apenas fundamentación
teórica. Cuando en los siglos XII y XIII se produjo el florecimiento
de la teología escolástica, la doctrina moral se incorporó a las
«sumas», como la Suma teológica de santo Tomás de Aquino, en estrecha
vinculación con el resto de la teología (creación del nombre, caída,
regeneración, gracia, sacramentos, preceptos).
Paralelamente se inició la casuística, con la publicación de «sumas»
de casos de conciencia a los que se aplican los principios de la
teología moral. Estos tratados se multiplicaron durante los siglos
XIV y XV, y tienen su mayor exponente en la suma de san Antonino
(1473).
En la escolástica postridentina coexistieron las obras de la
casuística con los comentarios
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