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Cronos, Su Majestad


Enviado por   •  1 de Abril de 2019  •  Ensayo  •  488 Palabras (2 Páginas)  •  177 Visitas

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Cronos, Su Majestad.

Por Fernando Avila Castro.

       No siempre ha habido en mí la fascinación por el tiempo, pero ahora, avanzando en él, reconozco su importancia, sus acuerdos y desacuerdos.

       Me sorprende ver y saber cómo la humanidad ha erigido monumentos y creado artefactos a tan increíble escala; formas esculturales, joyas, torres y kioscos para celebrar su magnificencia como a aquéllos emperadores que aún se les rinde pleitesía.

       Desde nanosegundos hasta años luz se utilizan para medir con su regla el movimiento.

       Sí, al tiempo es casi imposible separarlo de la vida, solo filosóficamente se puede hacer, y he de reflexionar desde mi niñez, valiéndome de la prosopopeya para explicarme: Cuando se me regaló aquél reloj de Mickey mouse, que me quitaba y que me ponía sobre mi muñeca, y le miraba tan de cerca las manecillas con sus guantecillos, queriéndome meter a su carátula, que hasta hacía bizcos, a la vez de oír  su funcionamiento, que, posteriormente, encordé de tanto moverle. Cómo sufrí, descompuse lo que alborozaba mi “ludueña” o lúdica e inocente infancia.

       Con Cronos como amigo, de esos amigos buenos que no tienen dificultades para estar juntos; al ir incrementándoseme el vivir, atravesando las jambas de las puertas y ventanas de su palacio –pasado, presente y futuro−, me comprometía en pensar.

       Escuchar esa horrenda alarma de el despertador, era la única manera en que podías ayudarme para lograr la precesión de mi adagio existir.

       Te atavías de claridad, te atavías de negrura, cada una necesaria para circunstancias propias, con deberes y quehaceres y de ustorios placeres.

       Cabalísticas jornadas definen tu semana. En el almanaque santoral mi nombre celebro. Nunca olvidas mi regalo de cumpleaños, tienes mi día.

       Impones la moda, con solsticios y equinoccios, elevando a la cuarta potencia las estaciones de la ortodoxa naturaleza del planeta en anual traslación.

       Por eso, cómo odio a aquéllos que dicen: ¡No tengo tiempo!, ¡Mi tiempo vale mucho!, ¡Me quitas mi tiempo!, ¡El tiempo vale oro!, y más aún, a los impuntuales, que te ponen como pretexto ante sus causas sobreseídas, desordenados zafios.

       Cronos, en e universo eres más/menos infinito. ¿Cómo puedes faltar? La eternidad sin ti no es.

       Porque, hete aquí, ni mayor ni menor que yo. Me has dejado conocerte. Ya te domino.

       ¿Y en el futuro? –pregunta Cronos−.

       En el futuro eres como curioso nigromante. Anhelo de perpetuidad, donde habremos de separarnos en réquiem de putrefacción y de infernal soledad.      

     

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