Cuento Tortuga Dorada
Enviado por andres felipe serna osorio • 28 de Agosto de 2020 • Apuntes • 1.668 Palabras (7 Páginas) • 259 Visitas
Un día, al salir de casa comenzó a llover precipitadamente, de inmediato salí corriendo con la esperanza de no mojarme, pero fue inútil, por la prisa, caí en una especie de barranco que quedaba justo al lado de un rio que por la tormenta se estaba empezando a salir de cauce. Por un momento, perdí el conocimiento y de pronto alcancé a ver algo brillante que sobresalía cerca de un arbusto, era la barandilla de una escalinata que apenas lograba visualizarse entre toda el agua y lodo. Logre impulsarme con algo de fuerza hasta poder sostenerme de aquella barandilla, que sería mi única opción para no dejar que el cauce desbordado del rio me jalara hasta algún destino no muy feliz.
Pasaron varios minutos aferrada a la barra de metal, esperando por algún salvador; pero no fue así, la lluvia era tan fuerte que se había transformado en tormenta, haciendo que ningún alma [a][b][c] quisiese salir de su casa, o algún carro pudiera manejar por la carretera y con suerte ver a una pobre chica aferrada con todas sus fuerzas en medio de un gran rio que amenazaba segundo a segundo arrastrarla hasta lo más profundo de sus aguas.
Los minutos pasaban, el nivel del rio subía; aferrarme a la barrilla se hacía cada vez más difícil, el frio de aquella tormenta se me estaba metiendo hasta los huesos, la hipotermia y el poco calor que quedaba en mi cuerpo poco a poco iba consumiendo mis fuerzas. Sabía que era cuestión de tiempo para que la fuerza del agua me arrastrara metros cuesta abajo, no quería imaginar los golpes y el dolor que eso le causaría a mi cuerpo, a mi mente pensar que lo último que vería seria agua, mucha agua sumergiéndome en el negro más oscuro de aquel día tan trágico.
De repente un olor a rosas frescas empezó a envolver mi nariz, no sabía ni cómo ni por qué; pero el olor estaba allí y cada vez se hacía más fuerte, desesperada intenté buscar la fuente de aquel olor, pero sin éxito alguno, creí que de verdad ya me estaba empezando a enloquecer - Y sí que lo creí - cuando en medio de aquel día gris y frio empecé a ver como una tortuga dorada y resplandeciente como el atardecer, se me estaba acercando. La tortuga no flotaba entre las aguas, más bien nadaba entre el viento y la lluvia, como si de su habitad se tratara, tan tranquila y calmada.
- ¡me he vuelto loca! - exclame- de repente una oleada golpeo mi cuerpo, me hundí, sentía como mi espalda se retorcía de dolor, aun así, logre mantenerme aferrada a la varilla, solo que esta vez el agua ya me rozaba por encima de los hombros. La tortuga dorada seguía allí suspendida en el aire, parecía como si la lluvia no la tocara, no entendía porque en mis últimos respiros de vida; alucinaría con una tortuga. Sin darme cuenta la tortuga dio una pequeña voltereta y movió su pequeña cabeza, como si estuviese tratando de decirme algo, el ruido del agua no me dejaba pensar claramente, mis extremidades se estaban congelando, mis dedos ya no los podía sentir más.
La tortuga ¿acaso trataba de decirme que me soltara? ¿Que ya no había salvación para mí? ¿Acaso aquella tortuga dorada seria algún espíritu que ayudan a las almas de las personas a cruzar al otro lado? Las preguntas invadían mi cabeza, ya no pensaba con claridad.
Suelto mis brazos de la baranda, las olas golpean mi cuerpo, había perdido de vista a la tortuga, pero más adelante flotando entre las turbulentas aguas del río se encontraba ella, estaba inmóvil, esperándome a que yo llegara. El agua me hundía con cada caída, era cuestión de tiempo a que en una de esas inmersiones no sería capaz de regresar y volver a tomar aire. De repente la tortuga desciende un poco hasta quedar a nivel del río, su resplandor es tan fuerte, como un gran foco de algún faro de altamar, su resplandor me ayuda a ver lo que hay alrededor y una cosa brillante capta mi atención, es otra gran varilla de metal visible apenas por el agua turbia que la cubría; de inmediato logre reconocer el lugar, aquella varilla correspondía al puente que conectaba dos puntos de la ciudad, una estructura totalmente fuerte, pero no lo suficientemente alta como para salvarse de que el rio la ocultara con sus aguas.
La esperanza volvió a mí, imagine salir de aquella tormentosa situación, sin embargo, empecé a preocuparme porque la corriente me estaba dirigiendo en sentido contrario. Empecé a nadar como pude, fue la batalla más difícil que alguna vez me haya imaginado. Por más que trataba sentía que no lograría llegar, de la nada un gran tronco emerge del fondo del rio, arrastrado metros atrás por las aguas del rio, bloqueándome por completo mi camino, no había forma de que mi débil cuerpo sacara más fuerzas para batallar contra la inclemente corriente y rodear el tronco y poder salir de allí.
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