Cuento realismo mágico

Daniela Mora

Noveno B

Cuento realismo mágico

Si se quiere se puede, nosotros queremos, hay que proponerlo

Se encuentra en frente del enorme portón café y antiguo de un templo religioso que se había convertido en alojo para aquellas personas que dejaron de ser influenciadas por aquella religión que carcomía poro a poco a la ciudad. Era una iglesia, ubicada en el centro de Bogotá, en una enorme y solitaria plaza. Solitaria en algunas ocasiones, solitaria hasta que el pueblo no aguante y tenga que salir en tumulto para que los puedan escuchar. A dos cuadras de la iglesia se encuentra un edificio, un edificio grande y alto que pertenece a un banco, se rumora que es uno de los edificios más altos que esta cuidad llega a tener, aquí, se albergaban los acomodados y los despreocupados, a los que están respaldados por el poder, por la economía y por las oportunidades. Ellos, junto con las famosas elites, tenían una vista del mundo totalmente diferente en comparación con la perspectiva de los habitantes del “sagrado” templo veían y vivían. Es por esta razón que, al momento de hacer justicia o hacerse escuchar, se les catalogaba como vándalos, criminales y huelguistas.

Mirando hacia al frente, desde la iglesia, se encuentra una estructura gigante con una plataforma frontal y en donde a lo lejos, solo se ven columnas de cemento de un color amarilloso y algunos daños por rayones en éstas, haciendo referencia a un símbolo que explica que ha existido gente que se expresa de la forma en la que ellos consideran que toca hacerse escuchar en esta cuidad. En dicha estructura, viven todos aquellos mentirosos y uno que otro con ideales beneficios del cual nunca se tiene relevancia alguna ya que los obligan a esconder sus opiniones debido a un acto de egoísmo hacia un pueblo; pues es posible que los maten por pensar diferente porque en un mundo ahogado en avaricia nadie puede pensar en el bien común, sino el personal.

Es así como el 25 de noviembre del 2013, Manuela Gómez Prieto, una joven de 20 años, estudiante de una universidad publica en ingeniería ambiental, vivía en la iglesia. Manuela era una joven que desde pequeña fue criada en una familia muy critica, humilde e inteligente, sus padres fallecieron a sus 15 años de edad, su padre era periodista del periódico El Tiempo y Critico Político. Lo asesinaron tras una publicación que hizo en contra de la rama gubernamental y su madre falleció de un cáncer del cual Manuela nunca se enteró. Finalmente, se quedó con su tía Jazmín, que vivía en un edificio enorme con todas las comodidades, sin embargo, a los 3 años de haber convivido con ella decidió hacer su rodeado de gente que compartía el mismo estilo de ella y se pasó a vivir a la iglesia.

Pasaron dos años y con una voz de liderazgo y de valentía decidió hablar con los habitantes de la estructura del frente, tratando de proponerles diversas propuestas para un bien común, por ejemplo, educación gratuita, manejos de los campos agrarios de forma correcta y sobre todo, el abuso de poder de instituciones que se encargan de la seguridad de un país ligado con la corrupción. Aunque la multitud sabía que este proyecto era casi imposible debido a la probabilidad de que fueran escuchados, decidieron salir de la iglesia a apoyarla en la plataforma frontal, sin ningún arma inventada y sin ningún objetivo que pudiera ocasionar de violencia o venganza. Al momento en que estos poderosos la ven acercándose, llaman a todos los medios de comunicación los más famosos noticieros (RCN Y CARACOL) encargados de tergiversar la información a favor del gobierno con un fin económico oculto. Manuela entró muy segura de si misma, pasó por un filtro de seguridad del cual la requisaron siete oficiales femeninas, con un trato no muy agradable. Ella permaneció callada y se dirigió a una sala en donde hasta la puerta, las tazas de te y lo marcos de las ventana eran de oro, estas características

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