Dime De Que Epoca Eres Y Te Dire Como Amas
Enviado por suzzet7 • 23 de Septiembre de 2013 • 2.191 Palabras (9 Páginas) • 339 Visitas
Dime de que época eres y te diré como amas.
“Es claro, no ves que hemos logrado eternamente amarnos
el tiempo no ha pasado!
¡Tú y yo!
¿Quién nos puede separar?
¿Quién se atreve a desafiar
la fuerza que hay en mí ahora que estás junto a mí?
por los siglos te tendré
nada me ha de detener
te pido, espérame”.
¿No es de esta época verdad? No, es parte de la letra del Tema de Amor de la Obra Musical Drácula, de Cibrian- Malher, la obra de teatro, no el libro original, que cuenta la historia de un amor inmortal, impedido por supuesto, del siglo XV.
Si bien “nada sensato o significativo se puede decir sobre el amor” intento hoy pensar algunas cuestiones que giran en torno a las siguientes preguntas:
¿De qué manera el discurso actual favorece o no el encuentro entre los seres humanos?
¿Cuáles son las “condiciones” para que algo del orden del enamoramiento ocurra?
¿Qué lugar para el amor en el tiempo actual?
Idealizado, como encuentro definitivo del hombre con aquello de lo que carece, aunque conserva siempre una inquietante vecindad con la soledad, la pérdida y el desamparo.
Fuego que brinda aliento al alma, el amor promete unificación a quien se encuentra afectado por la división y la incompletud.
Así lo dice Aristófanes en el famoso Banquete de Platón, “…de todos los dioses, el amor es el más antiguo de los hombres y su mejor médico, pues sólo él es capaz de curarles de su mayor mal que no es otro sino la pérdida de su naturaleza originaria” .
Parece que en un principio, los seres humanos formaban una unidad en dos partes, una masculina y otra femenina. Eran seres arrogantes y vanidosos, pues eran perfectos. Cegados por su soberbia decidieron escalar al Monte Olimpo -lugar destinado a los dioses- con la idea de alcanzar la gloria divina, de la que ellos se creían merecedores. Al conocer Zeus y los demás dioses sus planes, los castigaron separando sus cuerpos y borrando sus mentes para que no encontraran a su par. La separación fue terrible: Zeus usó rayos como instrumento para lograrlo. Adoloridos, tristes y vacíos, los seres humanos (como ahora los conocemos), perdieron la cordura y buscaron a su pareja desesperadamente, pero como no recordaban a su otra mitad la pesquisa se hizo casi imposible. Cada uno de nosotros no es pues más que una mitad de ese hombre primigenio. De ahí proviene el amor, nos devuelve a nuestra naturaleza primitiva, hace todo lo posible para reunir las dos mitades y por devolvernos a nuestra antigua perfección.
La ilusión del retorno a la unidad perdida es la razón por la que Lacan sostiene que el mito del andrógino ha triunfado en la civilización occidental. En el mito además de mostrar la dimensión imaginaria del amor, (amor en lo imaginario: de dos hagamos uno) también se subraya la idea del encuentro entre alguien a quien algo le falta –sin saber que es- y la creencia de que eso que le falta lo tiene “otro”.
Los psicoanalistas sabemos que todos somos exiliados del cuerpo de nuestra madre, de un goce prohibido que llamamos incesto, y todo exiliado -como dice el tango- lo que más anhela es volver. Aunque cuando se vuelve nunca es lo mismo, porque si se realizó, se trata de un exilio irremediable, de una tierra que nunca se tuvo… el amor es nuestro modo de consolarnos de este exilio, es el encuentro con el otro para paliar la falta de ese territorio primero.
Vacío, pérdida que lanza al viviente humano a correr los riesgos que el encuentro con el otro conlleva, aunque ese encuentro no sea más que ilusorio. Aunque tenga mucho de disarmónico, el amor se obstina a pesar de los fracasos porque otorga sentido al ser afectado por la división. Quisiera remarcar en este sentido el valor del amor en su dimensión imaginaria.
De cómo el discurso ordena los lazos sociales.
Los modelos socioculturales promueven mandatos de cómo ser y favorecen “modos de enlaces” acordes a esos “ideales”.
Oscar de Cristóforis sostiene en su reciente libro “Amores y Parejas en el Siglo XXI”: “no se trata sólo de que las condiciones socioculturales influyan sobre las personas ya estructuradas sino de cómo estos mandatos culturales intervienen en la construcción misma de la subjetividad […] así, el tipo de vínculo que se conforma en una determinada época está también producido e instituido por lo social cultural” .
Siguiendo la línea del tema que hoy me convoca, podría decir: ¡dime de qué época eres y te diré cómo amas!
Con Lacan sabemos que “discurso” no es homologable a lenguaje hablado. Discurso hace referencia a una estructura que ordena los lazos sociales, una estructura que va más allá de la palabra (aunque luego podamos ver que también se muestra en el lenguaje: producción, rapidez, inmediatez, satisfacción). Las diferentes formas de discurso dan cuenta de las relaciones entre el sujeto y el Otro y de los modos de goce. En Mayo de 1972 Lacan presenta el discurso del capitalismo como una leve alteración en el orden de las letras del discurso del amo, pequeña pero que produce efectos decisivos en relación al sujeto. El discurso capitalista ordena los lazos sociales mandando sólo gozar consumiendo. Estructura para ello el funcionamiento de un mercado cuya finalidad es la producción de “objetos listos para gozar” objetos que colman la división subjetiva y que le ahorran al sujeto la confrontación con el otro que le recordaría que “no hay relación sexual”.
El del capitalismo es en realidad un falso discurso porque en él, el sujeto no hace lazo con ningún otro, porque sabido es que para sostener el lazo social es necesaria la pérdida de una cuota de goce.
¿Qué forma de lazo, si es que lo podemos llamar así, a la del tiempo actual? ¿Qué posibilidad para el lazo social y para el amor?
La nuestra es una sociedad de consumidores que habitualmente terminan consumidos, pero el consumismo, no es acumular bienes, sino usarlos y disponer de ellos después de utilizarlos a fin de hacer lugar para nuevos bienes. Cuando se trata de objetos de consumo, la satisfacción esperada tiende a ser mensurada en función del costo donde se busca la relación “costo – beneficio”.
Las relaciones parecen seguir la pauta del consumo, invitando a la liviandad y a la velocidad.
Al igual que otros productos, la relación es para el consumo inmediato, sin perjuicios, pero fundamentalmente descartables. Si resultaran defectuosas o no fueran plenamente satisfactorias, como los productos pueden cambiarse por otros, pero aún, más, ningún producto es de uso extendido, aún cuando cumpla con su cometido, pueden ser cambiados en el momento en que versiones nuevas y mejoradas aparezcan
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