Edición Internacional Raúl Peralba
Enviado por juanlop89 • 10 de Octubre de 2011 • Examen • 1.055 Palabras (5 Páginas) • 514 Visitas
Texto original Jack Trout con Steve Rivkin
Edición Internacional Raúl Peralba y Raúl G. del Río
EL PODER DE LO SIMPLE EL PODER DE LO SIMPLE EL PODER DE LO SIMPLE EL PODER
TEXTO ORIGINAL
Elaborado por Jack Trout, con Steve Rivkin, y publicado en EE.UU.
EDICIÓN INTERNACIONAL
Elaborada por Raúl Peralba y Raúl G. del Río. Se basa en el texto original, eliminando todo lo que
puede resultar poco claro para un lector no norteamericano. Se diferencia, además, porque incorpora
referencias y ejemplos de otros países, en especial,
EL MANAGEMENT
4. La información. Demasiada puede confundir 18
5. Los consultores. El origen de muchos sinsentidos 21
6. Los competidores. Piense en ellos sencillamente como el enemigo 25
7. La estrategia. Sobre todo es cuestión de diferenciación 29
8. La orientación al cliente. Se da por supuesto, no diferencia 33
9. Presupuestos anuales. Una forma simple de maximizar el dinero
Pero el señor Sculley tenía razón en un punto. Una tecnología en constante desarrollo, unas
comunicaciones cada vez más rápidas, una economía global compleja y el ritmo de los negocios que se
acelera sin parar, han dado lugar a un entorno que está confundiendo las mentes de las personas.
No es extraño que haya cada vez más empresas que van de firma consultora en firma consultora, en
busca de ayuda o de claridad. Y que tantos ejecutivos estén volviendo a la escuela o lean todos los libros
posibles de autoayuda, intentando encontrar el camino del éxito. Lamentablemente, tampoco faltan quienes
estén dispuestos a aprovecharse de ellos.
Bien, señoras y señores, los negocios no son tan complicados. Lo que pasa es que hay demasiada
gente dedicada a complicarlos. La forma de combatir la complejidad es siendo simple. Es así de sencillo,
sólo se trata de intentar simplificar las cosas.
Para explicarlo mejor y con la intención de analizar la situación desde una perspectiva lo más amplia
posible, miramos hacia atrás pensando que en un mundo mucho menos complicado las cosas debían ser
necesariamente más simples.
Inmediatamente nos dimos cuenta de que los pensadores e inventores significativos para la
humanidad han sido, sin excepción, admiradores y practicantes de la simplicidad.
Desde Galileo a Einstein, pasando por Copérnico o Newton, todos han sido personas casi
obsesionadas por la simplicidad. También la sabiduría popular, siempre con gran sentido común, ha
alabado a la gente sencilla. «Bienaventurados los sencillos porque tendrán mucha paz», dice la Biblia.
El verdadero problema es que, en su afán de entender y explicarse, para que otros los oigan y
admiren, muchos pensadores (en general, menos relevantes por su aporte al saber humano) se han
dedicado a complicar las cosas. Seguramente porque no estaban del todo seguros de lo que decían o
porque, como no podían explicar las cosas del todo, las explicaban de manera compleja y así suponían que
sonarían más interesantes.
Tal vez una razón de lo ocurrido sea que la era industrial se inicia y desarrolla gracias a una ciencia
exacta: la física.
A partir de allí, cuanto más se aproximaban los estudiosos de cualquier otra disciplina a los principios
y métodos utilizados en física, más importantes se consideraban sus desarrollos.
Así, la idea cartesiana de que «de cualquier ciencia debe resultar sabiduría cierta y evidente», y de
que «hay que rechazar cualquier conocimiento que sólo sea probable», se ha adueñado de muchas mentes.
En nuestro siglo, esta actitud de utilizar los métodos y teorías de la física
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