Ejercicios De Habilidad Lectora
Enviado por wuliczz • 17 de Agosto de 2013 • 2.201 Palabras (9 Páginas) • 652 Visitas
4.- COMPRENSIÓN LECTORA.
Lee con atención el texto. Luego contestarás a unas preguntas relacionadas con él.
El canario
No hace mucho tiempo, no más de dos o tres generaciones, vivía en la ciudad de Tánger un hombre famoso por su ingenio, llamado Si Haman a-Filal. El pachá de aquella época creó para él un cargo especial y lo nombró Juez Supremo de todos los "Casos de Pacotilla".
Por otra parte, en aquel tiempo había un humilde zapatero remendón en Tánger, con un taller cerca de la entrada al puerto, donde tenía un canario en una jaula. Un día, mientras estaba remendando zapatos, pasó por allí un viejo peregrino al que le fascinó el canto del pájaro. Se quedó allí más de una hora mirándolo fijamente, con los ojos y la boca muy abiertos, tapando la luz del taller. Luego empezó a suplicarle al zapatero que se lo vendiese, cosa que éste no estaba dispuesto a hacer porque tenía cariño al pájaro. Pero el peregrino se puso tan pesado, volviendo un día tras otro y utilizando todas sus artes de persuasión, que al final el zapatero le dijo que se lo vendería por veinte dólares.
El peregrino era pobre, y veinte dólares es un precio elevado para un canario; pero, aun así, en menos de una hora estuvo de vuelta con el dinero, compró el pájaro, y se marchó con él para siempre, o al menos eso era lo que esperaba el zapatero.
Pasaron tres días, y allí volvió el peregrino con el canario.
-Devuélveme mis veinte dólares -dijo-, y toma tu pájaro.
El zapatero se enfadó mucho al oír aquello.
-Yo no quería vendértelo. Fuiste tú quien insistió en comprarlo. ¡Y ahora vienes a molestarme otra vez! ¿Qué derecho tienes a hacer eso?
-El pájaro no canta -le respondió el peregrino-. Desde que me lo llevé a casa, se ha quedado allí posado en su jaula y, aunque se pasa la vida haciendo "¡Tuit!", "¡Tuit!", no le he oído cantar una sola vez.
-Me es igual -le dijo el zapatero-. Tú tienes la culpa. En el trato que hicimos no pusimos como condición que el pájaro cantase. Y te repito que yo no quería vendértelo, pero tú insististe en comprarlo, así que lárgate.
Entonces el peregrino empezó a dar voces, y se formó un corro de espectadores que querían saber cuál era el problema. De modo que los dos interesados contaron su historia y, en parte porque el peregrino era mayor y parecía tan furioso, y en parte porque de todas formas los buenos musulmanes tienen debilidad por los hombres santos que han peregrinado hasta La Meca, se pusieron en contra del zapatero.
-¿No te da vergüenza? -le dijeron-. Devuélvele a este pobre hombre sus veinte dólares y quédate con tu pájaro.
Y así lo hizo el zapatero para acabar de una vez con el asunto: le dio al peregrino sus veinte dólares, con la esperanza de que luego se marchase.
-Espera un momento -dijo el peregrino-. Le he dado de comer a este inútil pájaro tuyo durante tres días. Es justo, pues, que me pagues el importe de las semillas que se ha comido.
Al oír esto, el zapatero se puso más que furioso. Por pura amabilidad, dijo, había desecho el trato; y ahora el viejo esperaba que le pagase el importe de las semillas de tres días, una deuda para la que casi no se había inventado una moneda lo bastante pequeña. Eso, prosiguió, no lo haría jamás, aunque le cortasen la cabeza o lo arrastrasen desnudo por las calles de Tánger, o aunque le propio sultán dijese que tenía que pagarlo, Pero el viejo peregrino se puso todavía más furioso, e insistió en que se le pagara. Y como el zapatero seguía negándose, llamó a la guardia, lo hizo llevar a rastras ante el pachá, y lo demandó.
-Éste no es caso para que lo juzgue yo -dijo el pachá tras haberlo escuchado-, sino Si Haman a-Filal.
Así pues, la guardia se hizo cargo de las dos partes en litigio y las condujo hasta la casa de Si Haman a-Filal.
Si Haman los escuchó con mucha atención y no le quedó ninguna duda de que los dos hablaban completamente en serio. Luego dictó sentencia.
-Es evidente que el peregrino está en su derecho -le dijo el zapatero-, así que debes liquidar la deuda que tienes con él por los tres días que le ha dado de comer a tu canario. Pero hay algo en tu contra -añadió al tiempo que se volvía hacia el triunfante peregrino-. Durante tres días este zapatero se ha quedado sin el canto de su pájaro, y debes resarcirle. Por tanto, te condeno a pasar tres días dentro de una jaula en el taller del zapatero, y a cantar para él tan bien como lo hace su pájaro.
Entonces hizo acercarse a sus guardias, como si tuviese que decirles algo importante, dejando al peregrino sin vigilancia. Y no hace falta decir que, cuando miraron en torno, el peregrino había desaparecido; y ya nunca volvió a molestar a nadie en Tánger.
Richard Hughes: El regazo del Atlas, Ed. Alfagurara
http://ayudaparaelmaestro.blogspot.com
Contesta a las siguientes preguntas.
1.- ¿Que pistas utilizas para saber el lugar o país en que ocurre la historia?
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2.- La historia tiene tres personajes principales.
¿Quiénes son? _______________________________________________________
Indica alguna característica de cada uno de ellos: ____________________________
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3. El cuento tiene tres partes. Haz un breve resumen de lo que ocurre en cada una de ellas.
a.- Presentación o planteamiento: (Indica quiénes son los personajes y que empieza a ocurrir entre ellos)
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b.- Núcleo o conflicto: ( Cuenta los “problemas “ que surgen entre
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