El Burlador De Sevilla
Enviado por titabonita17 • 27 de Julio de 2011 • 489 Palabras (2 Páginas) • 1.092 Visitas
ISABELAy ANA. Representan la aventura amorosa antes del matrimonio.
El desparpajo de Isabela es muy notable, y apunta a la integración de la aventura amorosa en un plan más seguro, que incluye el cumplimiento de la obligación.
Ana de Ulloa nos permite precisar que este plan de independencia amorosa implica la oposición a la autoridad paterna y la libertad para usar de su destino y de su amor según su deseo.
Ana e Isabela representan o simbolizan en esta obra el tiempo de la elección de su pareja y su independencia para defender esa elección frente a la imposición paterna, reflejo de la autoridad del monarca.
TO I
Don Juan, un joven noble español desterrado en Nápoles, tras seducir a la duquesa Isabela, suplantando la identidad de su novio, es descubierto, pero consigue escapar sin ser conocido, con la complicidad de su tío.
De regreso a España, el barco en el que viajaba, naufraga, y en las costas de Tarragona, Don Juan vuelve a seducir a una doncella, en este caso, una humilde pescadora llamada Tisbea, bajo promesa de matrimonio.
Una vez que ha gozado de ella, la abandona y vuelve a Sevilla.
ACTO II
El Rey de Castilla, que ya se ha enterado del incidente ocurrido en Nápoles, pretende aplacar los ánimos de las víctimas, casando a la Duquesa con Don Juan, y al Duque Octavio, el novio engañado, con Doña Ana de Ulloa, hija del Comendador de Calatrava.
Estando Don Juan ya en Sevilla, sucede, que Doña Ana, hace llegar un papel a su primo por medio de Don Juan, para que la rapte y la despose; Don Juan, amigo del Marqués, le traiciona y repite el engaño de Nápoles, pero es descubierto por el Comendador. Don Juan lo mata, y consigue hacer aparecer al Marqués como culpable. Acto seguido huye hacia Dos Hermanas, donde tiene lugar una boda de aldeanos, Arminta y Batricio.
ACTO III
Con otro engaño Don Juan convence a Batricio de que Arminta es amante del propio Don Juan desde hace tiempo, y bajo promesa de matrimonio y, con la aprobación del padre de Arminta, la seduce y abandona. Entre tanto, la Duquesa Isabela y la pescadora llegan a Sevilla, tras haber descubierto la argucia de Don Juan; el Duque Octavio y el Marqués claman venganza.
El Rey ya ha decidido una solución, pero Don Juan, en Sevilla, sigue haciendo de las suyas: entra en una iglesia, se burla de la Estatua del Comendador ante su sepulcro, y la invita a cenar. La Estatua acepta la invitación y se presenta en la posada, donde requiere a Don Juan que a su vez vaya a cenar a la iglesia. Don Juan acepta el reto y al día siguiente, en vez de asistir a las bodas preparadas por el Rey, cumple su palabra y devuelve la visita al Comendador. Una vez allí la Estatua le toma la mano y se lo lleva a los infiernos.
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