Burlador De Sevilla
Enviado por buenavida48 • 11 de Abril de 2013 • 1.909 Palabras (8 Páginas) • 688 Visitas
El burlador de Sevilla
Tirso de Molina
- Tirso de Molina
Tirso de Molina (pseudónimo de Fray Gabriel Téllez), nacido en Madrid, el 24 de marzo de 1579 y fallecido en Almazán (Soria) el 12 de marzo de 1648. Fue un dramaturgo, poeta y narrador español del Barroco.
Tirso de Molina destaca sobre todo como autor teatral. Su dramaturgia abarca principalmente la comedia de enredo, como Don Gil de las calzas verdes, y obras hagiográficas como la trilogía de La Santa Juana o La dama del olivar. Se le ha atribuido tradicionalmente la creación del mito de Don Juan en el Burlador de Sevilla, cuya primera versión podría ser de 1617, con la obra Tan largo me lo fiáis, editada en el siglo XVII a nombre de Calderón y que parte de la crítica atribuye a Andrés de Claramonte (no así otro sector de críticos, que la tienen como una versión emparentada con un arquetipo común escrito por Tirso entre 1612 y 1625); en la citada obra, Don Juan, un noble sevillano, altera el orden social deshonrando a cuantas mujeres se le ponen delante y finalmente es castigado por la estatua funeraria de una de sus víctimas, el padre de una de las damas burladas, que lo mata y lo arrastra a los infiernos. También se encuentra en discusión la autoría de El condenado por desconfiado, comedia de bandoleros a lo divino. Tirso fue el primer autor que dio profundidad psicológica a los personajes femeninos, que llegaron a ser protagonistas de sus obras.
- Comedia Nueva
La comedia nueva surgió en época helenística, con características propias, en un momento en que el género teatral de la tragedia desaparecía. Por el contrario, la comedia tuvo un renacer al que los antiguos llamaron así: comedia nueva. Estas obras son piezas de costumbres que se extendieron por todo el oriente helenístico, con grandes éxitos. Las características y estructura cambiaron con respecto a la comedia anterior, llamada comedia antigua.
La forma de la comedia nueva helenística cambió con respecto a la que estuvo en vigor en el siglo iV aC. Desaparecieron el coro y la parábasis, el argumento fue dividido en actos y se estableció un prólogo en el cual el autor presentaba sus opiniones.
El tema principal solía ser el amor, con toda clase de contrariedades a lo largo de la representación, llegando siempre a un final feliz. Los caracteres de los personajes eran el resultado de un minucioso estudio y aumentaron en número hasta llegar a ser 44: nueve de ancianos y adultos, 17 de mujeres, 11 de jóvenes y 7 de esclavos. El tono general de la obra siguió siendo alegre, utilizando el habla familiar de gente común como soldados, cocineros, esclavos que se veían siempre inmersos en situaciones cómicas y a veces grotescas.
- El mito de Don Juan
La capacidad creadora de caracteres que se ha atribuido a Tirso como su mérito más alto, se manifiesta especialmente en estas dos grandes producciones dramáticas: en El Burlador de Sevilla y Convidado de piedra y en El condenado por desconfiado; mucho más, sin embargo, en la primera de ellas, con la que Tirso crea el gran mito humano y literario del Don Juan, del que afirma doña Blanca de los Ríos, sin exageración alguna, que “en grandeza y universalidad excede a los gigantes de Shakespeare, en el interés humano y en intensidad dramática supera a Fausto y en virtud prolífica a don Quijote”, aseveración indudable, pues aparte de la perennidad inagotable y la universalidad de las pasiones de que es portador -o precisamente por ello-, ningún otro mito literario ha reflorecido tan insistentemente como él en todas las literaturas, circunstancias y ambientes, ni recibido tan diversas interpretaciones y matices, que modifican detalles pero dejan intacto su carácter esencial.
Don Juan, mito eterno, ha venido a convertirse -cualesquiera que sean sus grados- en símbolo viviente de la seducción amorosa masculina, de la agresividad sexual, del conquistador irresistible, del hombre audaz y disoluto que convierte el placer en fin de todas sus acciones. De aquí su condición de “burlador”, es decir, de hombre que busca a la mujer para la satisfacción egoísta de su goce, y escapa a toda permanente coyunda.
El Tenorio es un “caballero” apuesto y cortesano, que encubre sus perfidias con refinada elegancia aristocrática, sabe envolver su persona de cuanto pueda hacerla atractiva y rinde religioso culto al honor (palabra que no se le cae de la boca), siempre que se trate del propio, por supuesto: porque pisotear el ajeno es una de las glorias: “Sevilla a veces me llama / el Burlador, y el mayor / gusto que en mi puede haber / es burlar una mujer / y dejarla sin honor”.
En esta forma fue dramatizado por Tirso en su obra. Don Juan Tenorio, hijo de noble familia sevillana, huye de Nápoles después de burlar a la duquesa Isabela, en cuya habitación había penetrado fingiéndose el duque Octavio, su prometido. Naufraga en las playas de Tarragona, es llevado a la cabaña de una pescadora, Tisbea, la seduce bajo palabra de casamiento y huye luego. Llega a Sevilla; entra en la casa de doña Ana de Ulloa, hija del Comendador don Gonzalo, debido a que consigue interceptar una carta de aquella en que citaba a su prometido el marqués de la Mota. Cuando a los gritos de doña Ana, que advierte el engaño, acude su padre, don Juan lo mata y se da a la fuga. Mientras prenden al marqués de la Mota, don Juan huye a Dos Hermanas a tiempo
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