El Caso De Giacomo Turra
Enviado por sk8sergioc • 9 de Junio de 2014 • 515 Palabras (3 Páginas) • 395 Visitas
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dvierte Castro Caycedo en su introducción que éste, su último bombazo editorial navideño, no “novela” nada, pero que algunos podrían confundirlo con una novela porque “… se limita a hilvanar las versiones de los personajes gracias a las técnicas narrativas…”. No hay objetividad posible en el periodismo y “la labor del cronista se limita a recoger cuantas versiones ofrece un hecho y a transcribirlas con precisión”.
¿Por qué entonces podría confundirlo con una novela? ¿Porque el autor “hilvana” las versiones, o porque emplea técnicas narrativas? “Hilvanar” en sus dos sentidos figurados quiere decir “enlazar, o coordinar ideas, frases o palabras…” y “trazar, proyectar o preparar una cosa con precipitación”. Ambos son aplicables aquí, donde se aborda un hecho concreto aún en curso, con una cierta premura palpable en las repeticiones, las digresiones, el desorden y algo de Las técnicas narrativas son las que emplea el novelista- y el periodista “literario”- para capturar en su red al lector. No tienen nada que ver con la objetividad, que es un punto de vista desapasionado. Los grandes novelistas son objetivos; los buenos periodistas también. O aspiran a serlo. Y no es cuestión de “transcribir con precisión”, porque esas técnicas se pueden emplear para decir lo que no se enuncia, al excluir unas cosas o realizar otras, al divagar, al trastocar los niveles del significado, o al narrar los hechos en desorden cronológico.
Este orden es muy importante -si no básico- y aunque Castro Caycedo comienza con la muerte de Turra y después alterna sus entrevistas en Italia con el desarrollo local de la investigación, y las repercusiones aquí y allá, el lector desprevenido, después de leer unas cien páginas, queda con la idea de que sería muy injusto convertir a los policías en chivos expiatorios.
El resto de la lectura confirma: La muerte de Turra es un misterio insoluble, por la inhumanidad del sistema hospitalario de Colombia, por la ineficiencia de su sistema judicial, por la ciega sed de justicia-¿o de venganza¡- de la familia, por el sensacionalismo de la prensa, por el ingenuo sentimentalismo de la juventud italiana, por la prepotencia de sus compatriotas diplomáticos, por la vacua palabrería de nuestros congresistas, por la imposibilidad, debido a todo ello, de comprobar no algunas, sino muchas circunstancias y hechos: el vacío de casi cuatro horas entre el momento en que Turra es visto, perfectamente normal, hasta que aparece frente a un CAI convertido en una especie de animal acorralado, presa de un frenesí autodestructivo; el otro vacío temporal entre la primera y la segunda idas a la clínica, durante el cual muere; la posible confabulación tanto de los policías como de los testigos del restaurante Mee Wah; la presencia en el apartamento de Turra y posterior desaparición del misterioso tarrito con el polvo blanco; la apresurada cremación
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