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El Castellano


Enviado por   •  9 de Octubre de 2013  •  6.207 Palabras (25 Páginas)  •  234 Visitas

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Introducción

El catalán y el castellano son lenguas de género, es decir que los sustantivos (y los adjetivos, los artículos, los pronombres) en catalán y castellano varían según el género, que puede ser masculino o femenino (los dos únicos géneros que estas lenguas han conservado del latín, que también tenía neutro). Esta característica básica de las lenguas románicas no la comparten todas las lenguas del mundo. El inglés, por ejemplo, no tiene flexión de género.

Desde un punto de vista lingüístico, no tenemos que confundir el género con el sexo. El género es una categoría gramatical que hace referencia a las palabras (pimienta es una palabra de género masculino en catalán, en cambio pimienta es una palabra de género femenino en castellano) y el sexo hace referencia a los seres vivos que se pueden clasificar en machos o hembras según su conjunto de disparos bioquímicos, fisiológicos y orgánicos. Recogemos aquí las dos definiciones del DIEC:

sexo m Conjunto de las peculiaridades bioquímicas, fisiológicas y orgánicas que dividen los individuos de una especie en machos y hembras y hacen posible entre ellos, mediante los adecuados procesos de conjugación o fecundación, una periódica modificación de la información genética.

género m Categoría gramatical que en algunas lenguas da lugar a la distribución de los sustantivos en clases nominales, en función de un cierto número de propiedades formales que se manifiestan por medio de afijos flexius, de la concordancia con el adjetivo o de la referencia pronominal.

En catalán y en castellano, la forma gramatical genérica (no marcada) es la masculina. Es por este motivo que, en una gran cantidad de textos, para hacer referencia a personas y colectivos de personas se utilizan las formas correspondientes al masculino con pretenso valor genérico. En algunos de estos textos se explicita, mediante una nota o una declaración general, la voluntad de no- discriminación por sexo. Sin embargo, el resultado es la ausencia de las mujeres en el discurso. 


Afortunadamente, en muchos casos la misma lengua nos abastece herramientas para resolver esta ausencia. Se trata pues de encontrar estrategias lingüísticas para evitar el uso del masculino como genérico siempre que sea posible y reflejar la presencia de las mujeres en los textos que redactamos. 


Todo esto se tiene que combinar con un principio fundamental de la lengua: la economía del lenguaje; tenemos que aprovechar las posibilidades que nos proporciona la gramática, que es flexible y se adapta a la evolución de la sociedad y a las necesidades comunicativas, sin alejar mucho la redacción de los textos del lenguaje común formal, es decir, con medida y con sentido común, sin violentar la lengua ni caer en expresiones forzadas o artificiosas.

En definitiva, habrá que encontrar las estrategias más idóneas para cada caso concreto. Varios factores pueden afectar la aplicación de estas estrategias: 


1. La longitud del texto: se tienden a aplicar con más rigor en los textos largos que no en los textos cortos (donde se puede admitir más fácilmente el uso de las formas dobles, por ejemplo). 


2. El tipo de documento: no es el mismo escribir un impreso que escribir un documento argumentativo, por ejemplo. 


3. La coherencia interna: cualquier texto tiene que presentar una coherencia interna de las soluciones con respecto a esta cuestión. 


4. La autoría del texto: el hecho que un texto sea considerado institucional (emitido por la misma Universitat Autònoma de Barcelona) hace que se tenga que parar más atención a esta cuestión que no si el texto es un producto individual (el material docente que pertenezca a un profesor o una profesora en concreto, por ejemplo).

A la Universitat Autònoma de Barcelona se producen una gran cantidad de documentos de tipo muy diverso (desde formularios de matrícula hasta artículos científicos y documentos audiovisuales). Para abordar de una manera práctica la cuestión del género en el lenguaje, hace falta de entrada detectar en qué documentos es más relevante actuar (autoría de la UAB, gran difusión, etc.), en qué documentos aparece más a menudo esta problemática (documentos de tipo abierto —es decir, de destinatario múltiple o indeterminado—, como por ejemplo cartas, circulares, formularios e impresos de todo tipo) y qué es el grado de dificultad para encontrar una solución y aplicarla (en determinados tipo de textos, será más fácil utilizar las mismas estrategias, por ejemplo en formularios, circulares, etc., pero en otros, habrá que encontrar nuevas soluciones para cada nuevo documento). La mesa del anexo recoge los resultados de este primer análisis en el ámbito de la UAB.

Pasamos, pues, a exponer una serie de recursos para evitar la discriminación sexista en el lenguaje. Las soluciones que propondremos sólo son soluciones posibles que tienen que ser estudiadas para cada caso y que no se tienen que aplicar mecánicamente. Hay que procurar que resulte un lenguaje natural y siempre tener en cuenta el contexto porque no todas las soluciones son adecuadas en todas partes.

II. Recursos para el uso no sexista del lenguaje 


Ninguno de los recursos que os proponemos a continuación transgreden las normas gramaticales del catalán, del castellano ni del inglés. El sexismo lingüístico no es inherente a estas lenguas como sistema, sino que radica en algunos de los usos consolidados y aceptados como correctos por la comunidad de hablantes. Pero los usos cambian y el que antes las gramáticas y los diccionarios consideraban un error o desviación se convierte en norma. Esto nos trae evidentemente a la concepción de la lengua como realidad cambiante, en continua ebullición, que evoluciona en cada época para responder a las necesidades de la comunidad que la utiliza. Es conveniente, pues, que en una sociedad como la nuestra, en que se pide más igualdad entre los sexos, la lengua como producto social no sólo refleje esta igualdad, sino que también contribuya. 


Con estos recursos se pretende lograr dos objetivos básicos: por un lado, hacer visibles las mujeres en todos los ámbitos y en todas las situaciones (recursos de visibilidad); de la otra, ahorrar la concreción genérica de las personas implicadas y evitar de tener que usar el masculino plural genérico (recursos de evitación). 


Antes de continuar, hay que puntualizar que, en el caso del inglés, como que sólo determinados sustantivos y pronombres tienen marca de género, y los adjetivos no tienen flexión de género ni de número, la problemática se reduce fuerza y, por este

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