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El Lenguaje De Las Flores


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2014  •  10.523 Palabras (43 Páginas)  •  207 Visitas

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El artículo caracteriza, en términos generales, el teatro del poeta granadino Federico García Lorca y luego hace un análisis detallado de la penúltima de las obras teatrales mayores del autor: Doña Rosita la Soltera o El Lenguaje de las Flores, en cuanto a su estructura teatral, personajes y desarrollo, lo cual, al final sintetiza.

I. Visión general del teatro de García Lorca

Federico García Lorca, el centenario de cuyo natalicio conmemoramos este año (1898-1936 Fuentevaqueros, Granada, en junio) y uno de los mejores representantes de la generación del 27, junto a: Jorge Guillén, Pedro Salinas, Luis Cernuda, Luis Rosales, Dámaso Alonso y Gerardo Diego, es no sólo gran poeta sino, también, importante dramaturgo, aunque su teatro no es tan bien estructurado dramáticamente como lo es el del asturiano Alejandro Casanova, coetáneo de la generación, con quien comparte éxitos en la época anterior a la Guerra Civil.

La producción dramática del García Lorca, que reconoce su punto más alto con La casa de Bernarda Alba (1936), fue tronchada en el momento que alcanzaba mayor madurez al ser asesinado (agosto de 1936) en los inicio de la Guerra Civil. Su teatro, general esta embebido de raíces líricas, opina Valbuena Prat2, nada extraño, pues el granadino es, ante todo, poeta y su teatro, en consecuencia, es poético. Fue un apasionado amante del teatro, como lo demuestra el hecho de haber impulsado, promovido y dirigido el teatro itinerante "La Barraca", que puso el teatro del Siglo de Oro, especialmente, en contacto con la gente del pueblo, durante la Segunda República Española (1931-1936).

La raíz lírica del teatro lorquiano, que es una de las características sobresalientes de su dramaturgia está bien representada en Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores, que nos proponemos analizar.

En el teatro, específicamente, era partidario de la vuelta a Calderón. La estructura de su teatro ­y buena muestra de ello, como veremos es Doña Rosita...­ es calderoniana, aunque modernizada. Es moderno, opina Riley, estudioso del teatro lorquiano, citado por Valbuena, en sus procedimientos simbolizadores, evidentes en el drama que analizaremos, que constituyen el trasfondo de la trama.

Personalmente García Lorca consideraba el teatro como un camino interesante de expresión, en el cual se sentía más plenamente realizado como escritor, aunque con su producción poética consideraba que había llegado a la plenitud, en lo cual no estaba errado.

Es necesario destacar que en su obra dramática, lo que muestra, por otra parte, su enraizamiento con la dramaturgia de la Edad de Oro, principalmente con Lope y Tirso, la mujer ocupa el primer plano y casi diríamos único (Valbuena), lo cual se puede confirmar plenamente en la obra dramática lorquiana mayor, desde sus inicios con Mariana Pineda y con sus obras cumbres Bodas de sangre, Yerma, La casa de Bernarda Alba y Doña Rosita la soltera.

Aunque Doña Rosita... no está a la altura de la mayores obras de la dramaturgia lorquiana, como Bodas de sangre (1933), todo pasión amorosa, extrema y dramática; Yerma (1934), la honda tragedia de la maternidad deseada y no satisfecha por la impotencia del varón, quien, en realidad, según Valbuena, es el yermo; y La casa de Bernarda Alba (1936), la tragedia del mantenimiento de la honra mujeril a todo precio, al fin burlada, todas ellas de intenso y paulatino dramatismo hasta el clímax, Doña Rosita la soltera... es drama y sobrio, matizado; en momentos, intenso, al que siguen momentos de la vida cotidiana común y corriente que no se dan en los otros dramas con tanta naturalidad.

En toda la dramaturgia lorquiana hay un hilo que la entronca con el teatro de la Edad de Oro: el asunto de la honra, que en Lorca alcanza ribetes de gran intensidad en Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba. En Doña Rosita... el drama de la honra se traduce en una soltería llevada con gran dignidad en una sociedad provinciana en que la mujer estaba destinada al matrimonio y en que las solteras se exponían a la soledad más estéril; dignidad que contrasta con la debilidad, felonía y doblez del primo-novio. El drama de la honra quizá es tan intenso como en Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba, pero como en Yerma, más contenido y sobrio, pero que estalla tumultuosamente en el estupendo monólogo-diálogo de doña Rosita, en la culminación del tercer acto.

II. Análisis de Doña Rosita la soltera3

II. 1 El nombre del drama. García Lorca subtituló el drama El lenguaje de las flores; nombre justificado en el desarrollo del drama y con el apelativo simbólico de la protagonista y luego lo caracterizó: Poema granadino del novecientos, dividido en varios jardines, con escenas de canto y baile.

De las cuatro obras teatrales mayores de Lorca: Bodas de sangre, Yerma, Doña Rosita la soltera y La casa de Bernarda Alba, hay dos que Lorca caracterizó de poemas: Yerma, como poema trágico y Doña Rosita.., como poema granadino. Ello se ha de deber ­pensamos­ porque tanto en una como en otra, Federico intercaló momentos de bellísima poesía, pero, además, y atendiendo sólo a Doña Rosita.... se nos imagina, por la delicadeza connatural a este género literario y por la delicadeza con que el poeta ­dramaturgo granadino­ trata el tema central de la obra: el desengaño amoroso que sufre Rosita, dosificado, y su soltería consiguiente.

Tiene el drama, además, definido aire de época, en evolución durante la acción, que García Lorca, principalmente en el primer acto, se cuida de mostrar, a través de una bien dosificada cursilería y la buena exhibición de erudición.

Lorca ha dado el nombre de jardines ­varios jardines, apunta el poeta­ a los actos, que son tres y que se desarrollan en un mismo ambiente de fondo: el invernadero en el primero y el jardín en los dos que siguen. Pero la palabra jardín, además de su significado común, tienen en doña Rosita un carácter simbólico: el primer jardín ­acto primero­ es un jardín de primavera (la juventud) florecido por el amor (Rosita, bella, enamorada), apenas oscurecido por una nube (el primo-novio de Rosita que parte hacia América [Argentina-Tucumán]); el segundo es un bello jardín de otoño, apenas cruzado por las nubes del tiempo que pasa, pero en tensión por la ilusión de la primavera que anuncia su llegada (la posible venida del primo-novio a casarse con Rosita); el tercero es un jardín de invierno, de la muerte de las esperanzas e ilusiones, del abandono (el primo-novio se ha casado en Tucumán y eso condena a una soltería sin término a Rosita), de la vida que sigue afuera, ignorando el

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