ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

El Razonamiento


Enviado por   •  22 de Abril de 2014  •  4.648 Palabras (19 Páginas)  •  231 Visitas

Página 1 de 19

INDICE

Pag.

Introducción -----------------------------------------------------------------------------------------2

El origen de la desigualdad de los hombres ----------------------------------------------4

A la República de Ginebra (de la página 95 a la 109) ----------------------------------4

Prefacio (de la página 109 a la 117) ----------------------------------------------------------5

Discurso (de la página 117 a la 121) ---------------------------------------------------------6

Primera parte (de la página 121 a la 161) --------------------------------------------------7

Segunda parte (de la página 161 a la 205) -----------------------------------------------11

Conclusión ------------------------------------------------------------------------------------------15

Bibliografía -----------------------------------------------------------------------------------------17

INTRODUCCION

El siguiente Ensayo está basado en el Discurso de Jean-Jacques Rousseau, del Origen de la Desigualdad de los Hombres. Considero el asunto de este DISCURSO como una de las cuestiones más interesantes que la Filosofía pueda proponer a la meditación, y, desgraciadamente para nosotros, como uno de los problemas más espinosos que hayan de resolver los filósofos; porque ¿cómo conocer el origen de la desigualdad entre los hombres si no se empieza por conocer a los hombres mismos? ¿Y cómo podrá llegar el hombre a verse tal como lo ha formado la naturaleza, a través de todos los cambios que la sucesión de los tiempos y de las cosas ha debido producir en su constitución original, y a distinguir lo que tiene de su propio fondo de lo que las circunstancias y sus progresos han cambiado o añadido a su estado primitivo?

Haría falta más filosofía de lo que se piensa a quien emprendiera la tarea de determinar exactamente las precauciones necesarias para hacer sólidas observaciones sobre este asunto; y no me parecería indigna de los Aristóteles y Plinios de nuestro siglo una buena solución del problema siguiente: ¿Qué experiencias serían necesarias para llegar a conocer al hombre natural, y cuáles son los medios de hacer estas experiencias en el seno de la sociedad?

Este mismo estudio del hombre original, de sus necesidades verdaderas y de los principios fundamentales de sus deberes, es el único medio adecuado que pueda emplearse para resolver esa muchedumbre de dificultades que se presentan sobre el origen de la desigualdad moral, sobre los verdaderos fundamentos del cuerpo político, sobre los derechos recíprocos de sus miembros y sobre otras mil cuestiones parecidas, tan importantes como mal aclaradas.

Considerando la sociedad humana con una mirada tranquila y desinteresada, parece al principio presentar solamente la violencia de los fuertes y la opresión de los débiles. El espíritu se subleva contra la dureza de los unos o deplora la ceguedad de los otros; y como nada hay de tan poca estabilidad entre los hombres como esas relaciones exteriores llamadas debilidad o poderío, riqueza o pobreza, producidas más frecuentemente por el azar que por la sabiduría, parecen las instituciones humanas, a primera vista, fundadas sobre montones de arena movediza; sólo examinándolas de cerca, después de haber apartado el polvo y la arena que rodean el edificio, se advierte la base indestructible sobre que se alza y apréndese a respetar sus fundamentos. Ahora bien; sin un serio estudio del hombre, de sus facultades naturales y de sus desenvolvimientos sucesivos, no le llegará nunca a hacer esa diferenciación y a distinguir en el actual estado de las cosas lo que ha hecho la voluntad divina y lo que el arte humano ha pretendido hacer.

Las investigaciones políticas y morales a que da ocasión la importante cuestión que yo examino son útiles de cualquier modo, y la historia hipotética de los gobiernos es para el hombre una lección instructiva bajo todos conceptos. Considerando lo que hubiéramos llegado a ser abandonados a nosotros mismos, debemos aprender a bendecir a aquel cuya mano bienhechora, corrigiendo nuestras instituciones y dándoles un fundamento indestructible, ha prevenido los desórdenes que habrían de resultar y hecho nacer nuestra felicidad de aquellos medios que parecían iban a colmar nuestra miseria.

El origen de la desigualdad de los hombres

Lo primero, puntualizar que el análisis y comentario del texto “Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres” de Jean-Jacques Rousseau va a ser realizado a partir de la obra “Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres y otros escritos” de la editorial Tecnos (estudio preliminar, traducción y notas de Antonio Pintor Ramos). La parte que nos concierne abarca desde la página 95 (Segundo discurso: sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres” hasta la 240, cuando ya empieza con “Textos complementarios” aunque a partir de la página 205 “Notas de Rousseau” esa parte no va a ser tomada como tal sino que se va a ir añadiendo lo necesario en los momentos convenientes del resto de la obra.

La obra se divide en tres partes de igual manera que, a continuación, va a ser dividido el análisis.

A la República de Ginebra (de la página 95 a la 109)

La primera parte se trata de lo que parece una carta a los gobernantes de Ginebra, en la que se ensalza el sistema político republicano de esta. Aprovechando esta serie de admiraciones, Rousseau enumera las características que para él debe tener un lugar perfecto.

Comienza afirmando que sería un lugar bien gobernado, donde toda maniobra política fuera transparente, donde reinara la democracia, donde hubiera libertad, donde la ley reinase por igual sobre todos y donde no hubiera desigualdades. Lo identifica con el pueblo romano y en este momento añade algo reseñable: “los pueblos, una vez acostumbrados a los dueños, no están en situación de pasarse sin ellos. Si intentan sacudir el yugo, se alejan tanto más de la libertad que (…) sus revoluciones los entregan casi siempre a seductores que no hacen otra cosa que agravar sus cadenas (página 98). Me ha parecido esta una reflexión interesante y muy cierta: se puede observar en la historia de la humanidad que los intentos armados de los pueblos de liberarse no tuvieron generalmente un final feliz, al menos de forma inmediata, como por ejemplo la Revolución Francesa o las descolonizaciones de África. A continuación afirma que poco a poco estos pueblos van gradualmente siendo más libres de forma paralela

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (29 Kb)
Leer 18 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com