El ángel del hogar en el siglo XXI
Enviado por LIZETH ALEXANDRA AGUIRRE VARON • 29 de Marzo de 2020 • Ensayo • 3.438 Palabras (14 Páginas) • 125 Visitas
EL ÁNGEL DEL HOGAR EN EL SIGLO XXI
Lizeth Alexandra Aguirre Varon
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Resumen
El objetivo de este trabajo es comparar el paradigma de perfección que presentan los personajes femeninos en María, de Jorge Isaacs (1867) y la escritura, en Dolores de Soledad Acosta de Samper (1867), desde cuatro aspectos: la maternidad, la domesticidad, la literatura y los valores cristianos, conceptos tomados desde El ángel del hogar de María del Pilar Sinués, (1881) con los comportamientos que han trascendido a través del tiempo y que lamentablemente acompañan a las mujeres del siglo XXI.
Introducción
El paradigma de perfección moral femenina, presente en María de Jorge Isaacs y Dolores de Soledad Acosta de Samper, es una constante desfavorable que ha perseguido a las mujeres colombianas hasta el siglo XXI.
El siglo XIX fue para las mujeres colombianas una época de subordinación total, en la cual se esperaba que se dedicaran únicamente a ser madres y servir a su esposo con total fidelidad. A pesar del paso del tiempo y que el rol de la mujer ha cambiado, la idea de que ha dejado de verse como ama de casa, esposa y madre es demasiado ilusa. Si bien la mujer ahora tiene otros espacios en los que desarrollarse y luchar por la igualdad, la sociedad patriarcal no ha ayudado a que su rol ‘central’ realmente cambie o deje de existir.
Las mujeres del siglo XIX y las mujeres en la actualidad
María, la protagonista de la novela de Jorge Isaacs, puede considerarse todo lo que se esperaba de una mujer de su época. No sólo por sus características físicas, sino por cómo había desarrollado su moral para ser lo que puede llamarse, según María del Pilar Sinués, el ángel del hogar (1881). Dolores, de Acosta de Samper, tampoco se queda muy lejos de lo esperado, lo único cuestionable que podría encontrarse en su moral son sus deseos de escribir, actividad que no era bien vista para las mujeres.
Siendo sinceros, la idea de perfección que se tenía en el siglo XIX, no difiere mucho de la idea de perfección femenina que se tiene hoy día. Por supuesto, los roles de la mujer han cambiado gracias a su lucha constante, pero siguen existiendo demasiadas similitudes entre los cánones de cada siglo.
Según María del Pilar Sinués, se pueden encontrar cuatro aspectos del siglo XIX entre los cuales las mujeres debían moverse y cumplir a la perfección para poder considerarse dignas: la domesticidad, los valores cristianos, la maternidad y la literatura.
Domesticidad
María representa el ideal de mujer pura y dedicada al hogar que se quería implantar en la nación; María sabía planchar, coser y, además, tenía interés por la geografía y la gramática; sin embargo, estos conocimientos no eran para su uso práctico, sino porque en el futuro se esperaría que ella pudiera enseñar algunas cosas a sus hijos.
La mujer en la sociedad moderna aspira mucho más que cuidar de su hogar. A pesar de esto, sigue siendo ligada a las tareas de la casa como parte importante de su trabajo como esposa. A pesar de que hoy en día, tanto el hombre como la mujer se dedican a trabajos fuera de la vivienda, se espera que la mujer siga dedicándose a las tareas domésticas y que el trabajo no la mantenga fuera de sus obligaciones principales: el hogar y la maternidad.
Según el segundo informe Global Home Index, una iniciativa de Reino Unido que busca conocer cómo se valora y se vive en la realidad cotidiana el trabajo que se requiere para construir un hogar, las mujeres colombianas invierten más tiempo en las actividades de cuidado que no dan remuneración. La encuesta hecha a 565 participantes (167 hombres y 398 mujeres) entre los 15 y 78 años, reveló que las mujeres invierten siete horas y media en el trabajo de la casa, mientras que los hombres poco más de tres. (INDROVO CARLIER & LEYVA TOWNSEND)
Por supuesto, podría decirse que la influencia del hombre en el hogar es más amplia que antaño; pero, incluso con su reciente participación en las tareas del hogar, queda un amplio camino para recorrer hasta que pueda considerarse que hay igualdad en la corresponsabilidad doméstica.
En cuanto a las mujeres en otros ámbitos, Colombia es uno de los países latinoamericanos con más prejuicios contra la mujer en su constitución política; hasta hace tan solo cinco años, decía que la mujer era incluso incapaz de administrar su dote y que, por ello, el hombre debía hacerse cargo de su dote.
En Colombia menos del 20% de las mujeres ejercen cargos políticos de elección popular y no porque no se presenten como candidatas, sino porque existen ‘grandes barreras’ para que accedan a cargos de poder (GUTIÉRREZ, 2019). De esta misma forma, las mujeres son descartadas en primera instancia para ejercer trabajos que requieran fuerza o habilidades matemáticas y son solicitadas expresamente para aquellos que de forma prejuiciosa quedan mejor con sus aptitudes, como el servicio al cliente o la docencia en los primeros años de los niños.
Ser madre para ser mujer
Podemos decir que lo único que aspiraban las mujeres en la novela María era a la maternidad; la propia María estaba más que contenta de imaginarse en una casita, donde viviría adorando a Efraín y a sus hijos, y donde Efraín, en calidad de médico, atendería a las personas, incluso si éstas no tenían dinero para pagar. Estos pensamientos hacen alarde de la actitud sensible que, según la época, era propia de su sexo; y abre la idea a las actividades económicas que eran propias de la mujer: la docencia y la caridad, que, en sí mismos, eran papeles que se supone debía desempeñar en su hogar y que daban fe de su compromiso religioso. De la utilidad que hubiese tenido María para Efraín si ésta no hubiera podido quedar embarazada, poco podemos discernir; aunque de ser el caso se podía esperar que su matrimonio hubiese estado condenado al fracaso, pues como dice Reyna Pastor:
La imposibilidad de la maternidad remite a la mujer al vacío absoluto: la incapacidad de encontrar otro sentido que el de ser madre la sitúa frente a la absoluta falta de sentido, a la pérdida de su identidad, que también puede cobrar forma en el fantasma de la masculinización, ya que la diferencia simbólica de los sexos parece definir solamente dos posibilidades: ser hombre o ser madre. (2016)
Aunque actualmente una mujer no necesita hijos para sentirse realizada y buena parte de la población femenina ni siquiera tiene en mente convertirse en madre alguna vez, hay varios factores a tomar en cuenta.
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