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Estilo Y Correccion


Enviado por   •  18 de Mayo de 2014  •  425 Palabras (2 Páginas)  •  326 Visitas

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Actividad 3. Los recursos lingüísticos

Propósito: desarrollaras tu habilidad para aplicar recursos lingüísticos, estudiados en los semestres anteriores, para reconstruir un texto.

Cuando mi madre me contó lo que pasaba, se apoderó de mi una tremenda duda y una nostalgia que iba en aumento, aun cuando yo trataba de no pensar en eso.

Veinte días antes, mi madre se había una pierna al perder pie en la escalera de nuestra casa. Fue un verdadero triunfo conseguir un cuarto en el Hospital de Santa Rosa, el mejor de todos los hospitales de la ciudad. Como tenia urgente necesidad de salir de viaje, precisaba acomodar a mamá en un buen sitio donde disfrutara de toda clase de atenciones y cuidados. Sin embargo, sentía remordimientos por dejarla sola en un sanatorio, agobiada por el yeso y los dolores de la fractura. Pero mi trabajo en Tractors and Agricultultural Machinery Co. Me exigía ese viaje. Como inspector de ventas debía controlar, de tiempo en tiempo, las diferentes zonas que abarcaban los agentes viajeros, usualmente sucedía que algunos de los vendedores no trabajaban exhaustivamente sus plazas, en tanto que otros competidores realizaban magnificas ventas. Mi trabajo me gustaba y la compañía se había mostrado siempre muy generosa conmigo, “valioso elemento”, según la opinión de los jefes. Me habían dado un magnifico sueldo y me daban muchas consideraciones. En estas circunstancias, no podía negarme cuando me necesitaban. La única solución que encontré fue dejar a mi madre en un buen sanatorio, al cuidado de una enfermera especial.

Durante las tres semanas que duró mi viaje el hospital me tuvo al tanto, de la salud de mi madre. Las noticias que me daban eran bastante buenas, con excepción de “un aumento en la temperatura que se presenta después de medianoche, acompañado de una marcada alteración nerviosa”.

Cuando regrese me presente en la oficina tan solo para avisar de mi llegada y corrí al hospital a ver a mamá. Cuando me vio me lanzó un extraño grito, que no era una exclamación de sorpresa ni de felicidad. Era el grito que puede dar quien se encuentra en el interior de una casa en llamas y mira aparecer un salvador. Así lo sentí yo. Era la hora de la comida. Con gran sorpresa comprobé que mamá casi no probaba bocado, ni porque tenía enfrente su comida favorita: chuletas de cerdo ahumadas y puré de espinacas. Estaba pálida, demacrada, y sus manos inquietas y temblorosas delataban el estado de sus nervios. No me explicaba que había sucedido. Siempre había sido una mujer serena, controlada, optimista.

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