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Examen Bimestral


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2012  •  898 Palabras (4 Páginas)  •  654 Visitas

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EXAMEN DE PRIMER GRADO BLOQUE I

Lee detenidamente el texto y contesta las preguntas.

El era de Bachajón, venía de una familia de alfareros; sus manos desde niñas habían aprendido a redondear la forma, a manejar el barro con tal delicadeza, que cuando moldeaba, más parecía que hiciera caricias. Era hijo único, mas cierta inquietud nacida del alma lo iba separando día a día sus padres, llevado por un dulce vértigo… Hacía tiempo que el murmullo del riachuelo lo extasiaba y su corazón tenía palpitaciones desusadas; también el aroma a miel de abejas de la flor de pascua había dado por embelesarlo y los suspiros acurrucados en su pecho brotaban en silencio, a ocultas, como aflora el desasosiego cuando se ha cometido una falta grave… a veces se posaba en sus labios una tonadita tristona, que él tarareaba quedo, tal si saboreara egoístamente un manjar acre, pero gratísimo. “Ese pájaro quiere tuna”_ comentó su padre cierto día, cuando sorprendió el canturreo.

El muchacho lleno de vergüenza no volvió a cantar; pero el padre –Juan Lucas, indio tzeltal de Bachajón- se había adueñado del secreto de su hijo.

Ella también era de Bachajón; pequeña, redondita y suave. Día con día, cuando iba por el agua al riachuelo, pasaba frente al portalillo de Juan Lucas… Ahí un joven sentado ante una vasija de barro crudo, un cántaro redondo y botijón, al que nunca daban fin aquellas manos diestras e incansables…

Sabe Dios como, una mañanita chocaron dos miradas. No hubo ni chispa, ni llama, ni incendio después de aquel tope, que apenas si pudo hacer palpitar las alas del petirrojo anidado entre las ramas del granjero que crecía en el solar.

Sin embargo, desde entonces ella acortaba sus pasos frente a la casa del alfarero y de ganchete arriesgaba una mirada de urgidas timideces.

El, por su parte, suspendía un momento su labor, alzaba los ojos y abrazaba con ellos la silueta que se iba en pos del sendero, hasta perderse en el follaje que bordea el río.

Fue una tarde refulgente, cuando el padre –Juan Lucas, indio tzeltal de Bachajón- hizo a un lado el torno en que moldeaba una pieza… Siguió con la suya la mirada de su muchacho, hasta llegar al sitio en que éste la había clavado… Ella, el fin, el designio, al sentir sobre sí los ojos penetrantes del viejo, quedó pretificada en medio de la vereda. La cabeza cayó sobre el pecho, ocultando el rubor que ardía en sus mejíllas.

-¿Esa es?- preguntó en seco el anciano a su hijo.

- Sí- respondió el muchacho y escondió su desconcierto en la reanudación de la tarea.

El “Prencipal”, un indio viejo, venerable de años e imponente de prestigio, escuchó solícito la demanda de Juan Lucas:

- El hombre joven, como el viejo, necesitan la compañera, que para el uno es flor perfumada y, para el otro, bordón… Mi hijo ya ha puesto sus ojos en una.

-Cumplamos la ley de Dios y démosle goce al muchacho como tu y yo, Juan Lucas, lo tuvimos un día… ¡Tú dirás lo que se hace!

-Quiero que pidas a la niña para mi hijo.

-Ése es mi deber como “Prencipal”… Vamos, ya te sigo, Juan Lucas.

1.

En el texto anterior, que significado se le dá a la frase: “Ese pájaro quiere tuna”

( )

a) El pájaro tiene hambre

...

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