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Fin Del Mundo


Enviado por   •  27 de Junio de 2013  •  1.263 Palabras (6 Páginas)  •  237 Visitas

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En varias ocasiones el ser humano ha profetizado el fin del mundo, pero éste sigue girando. En nuestros tiempos ―época de la muerte de Dios― ha habido varias ocasiones en que se han predicado catástrofes nucleares, astronómicas y ecológicas que vaticinan el final de los tiempos. Parece que hay una contradicción: ya no hay creencia en la eternidad cristiana, pero se conserva la concepción lineal del tiempo cristiano.

Sabemos que la idea del fin del mundo es una idea judeocristiana. Octavio Paz (2003) dice que el Cristianismo es una ruptura radical con la concepción del tiempo cíclico de la Antigüedad: ya no se trata de un pasado mítico que se reactualiza en el presente y se espera en el futuro (como el tiempo circular de los Mayas o el sueño de Brahma que es cíclico, infinito e impersonal), sino de un tiempo lineal que comienza con el Génesis y desemboca en el día del Juicio final.

El fin del mundo es una concepción cristiana; sin embargo, ahora está aderezado con un sincretismo más o menos gracioso. La idea de Dios se ha desplazado al concepto de orden cósmico. Ahora los creyentes suponen que hay un cosmos regido por leyes espirituales inmutables: se concibe la idea de un orden universal que niega la contingencia y el caos. Mezclan conceptos de física, astronomía, filosofía, astrología, esoterismo y religión, para decir que hay energías o sucesos cósmicos ordenados y coherentes según los preceptos de un orden inteligente. En México es común que este sincretismo cósmico incluya ideas derivadas de la cultura indígena: los creyentes mezclan concepciones de la cultura Maya a través de una comprensión lineal del tiempo derivado de la cultura judeocristiana para interpretar que hay una época que está por finalizar. Así han llegado a la conclusión de que entre el 21 y el 23 de diciembre de 2012 se acabará el mundo.

Los estudiosos sobre el tema hablan de una alineación de planetas y de una modificación de la posición de los astros o del eje de la tierra. Los futurólogos no dejan de hacer cálculos, pero se olvidan de que las fechas y las épocas son ficciones humanas. Tal como Kant, Schopenhauer y Nietzsche lo establecieron, el espacio euclidiano (en donde hay líneas, cuadraturas y ejes) y el tiempo cronológico (en el que hay comienzos, finales, fechas, años y épocas) sólo existen en la concepción humana.

Sabemos que el humano es un mundo de conceptos: ordenamos el mundo según nuestras propias palabras y creemos que el mundo es tal cual lo hemos organizado (comenzó en tal fecha, terminará en esta otra). Nos olvidamos que somos inventores del mundo que habitamos: miramos en el cielo la proyección de nuestro pensamiento, luego queremos encontrar señales en las mudas estrellas.

El mundo en que habitamos es diferente a la cosa en sí, realidad inaprensible de la que sólo nos percatamos a través del cuerpo sintiente. El mundo en que vivimos es una ficción. Parece verdadero porque hemos convenido que así sea, sin embargo siempre se tambalea: nuestro mundo es como una gelatina, construcción conceptual compleja que está erigida sobre fundamentos movedizos (Nietzsche, 2011).

El mundo en el que vivimos no sólo es una ficción, también es inevitable: estamos arrojados a él, viviendo en él, sin haberlo elegido (Heidegger dixit). El hombre no es sin mundo y el mundo no es sin los hombres. No contamos con la voluntad para entrar y salir del mundo tal cual nos plazca hacerlo.

El mundo humano es una contingencia, por lo cual es innecesario. La naturaleza ha existido eternidades sin los hombres y cuando los humanos desaparezcan no habrá sucedido nada. A pesar de sentirse el centro del universo, el intelecto humano no tiene misión alguna fuera de la vida humana (Nietzsche,

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