Félix Lope de Vega y Carpio nací en Madrid, España el 25 de noviembre de 1562
Enviado por bluuerz • 19 de Septiembre de 2015 • Trabajo • 1.911 Palabras (8 Páginas) • 163 Visitas
Félix Lope de Vega y Carpio nací en Madrid, España el 25 de noviembre de 1562. Fui hijo de una familia humilde conformada por Félix de Vega, bordador de profesión y Francisca Fernández Flórez, ambos procedentes del Valle de Carriedo, en la montaña cántabra en España. Soy considerado uno de los más importantes poetas y dramaturgos del Siglo de Oro español y debido a la extensión de mi obra, soy uno de los más prolíficos autores de la literatura universal. Desde muy chico ya mostraba mis grandes talentos, a los cinco años componía mis propios versos, leía latín y castellano. A los doce años comienzo escribir comedias. Mi ingenio y creatividad me llevaron a la escuela del poeta y músico Vicente Espinel, en Madrid, a quien siempre cité con veneración. Seguí con mi preparación en el Estudio de la Compañía de Jesús, que en el año de 1574 se convierte en el Colegio Imperial. De 1577 a1581 estudié en la Universidad de Alcalá de Henares, sin embargo no me titulé debido a mi conducta desordenada y mujeriega que no me hacían apto para el sacerdocio, por lo que mis protectores dejaron de costearme los estudios. Al no conseguir el grado de bachiller y sin apoyo para seguir estudiando, decidí ganarme la vida trabajando como secretario de aristócratas y prohombres, o escribiendo comedias y piezas de circunstancias. En 1583 me alisto en la marina y pelea en la batalla de la Isla Terceira a las órdenes de mi futuro amigo don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz de Mudela, a quien tiempo después le fue dedicada una comedia para su hijo. Posteriormente vuelvo al estudio esta vez gramática con los teatinos y matemáticas en la Academia Real. Laboré como secretario del Marqués de las Navas; sin embargo las continuas relaciones amorosas que tenía, me distraían de mis ocupaciones. Elena Osorio fue mi primer gran amor, la "Filis" de mi versos, quien estaba separada entonces de su marido, el actor Cristóbal Calderón; yo pagaba sus favores con comedias para la compañía del padre de mí amada, el empresario teatral o autor Jerónimo Velázquez. En 1587 Elena aceptó casarse por conveniencia con el noble Francisco Perrenot Granvela, sobrino del poderoso cardenal Granvela y ante el despecho, hice circular contra ella y su familia unos escritos donde expresaba mi sentir, a través de mi comedia "Belardo furioso" y en una serie de sonetos, por lo que un dictamen judicial lo me envió a la cárcel. Reincidí y un segundo proceso judicial fue más tajante: me desterraron ocho años de la Corte y dos del reino de Castilla, con amenaza de pena de muerte si desobedecía la sentencia. Años más tarde el recuerdo de mi amor hacia Elena Osorio se quedó plasmado en mi novela dialogada ("acción en prosa" la llamé) "La Dorotea". Tiempo en el que me había vuelto a enamorar ahora de Isabel de Alderete y Urbina, con quien me casó el 10 de mayo de 1588 luego de habérmela llevado tras su consentimiento. En mis versos la llamó con el anagrama "Belisa". El 29 de mayo del mismo año intenté reanudar mi carrera militar alistándome en la Gran Armada, en el galeón San Juan. En ese tiempo escribí un poema épico en octavas reales al modo de Ludovico Ariosto, titulado" La hermosura de Angélica" el cual pasó desapercibido. En diciembre de 1588 y después de la derrota de la Gran Armada me dirigí a Valencia, la capital del Turia, donde viví con Isabel y seguí perfeccionando mi fórmula dramática, asistiendo a las representaciones de una serie de ingenios pertenecientes a la llamada Academia de los nocturnos, como el canónigo Francisco Agustín Tárrega, el secretario del Duque de Gandía Gaspar de Aguilar, Guillén de Castro, Carlos Boil y Ricardo del Turia. Rompiendo con las reglas narré dos historias en vez de una en la misma obra, el llamado imbroglio o embrollo italiano. Luego de haber cumplido con los dos años de destierro del reino, me trasladé a Toledo en 1590 y allí serví a don Francisco de Ribera Barroso, más tarde segundo marqués de Malpica y, algún tiempo después, al quinto duque de Alba, don Antonio de Toledo y Beamonte. Me incorporé como gentilhombre de cámara a la corte ducal de Alba de Tormes, donde viví entre 1592 y 1595. En este lugar leí el teatro de Juan del Encina, del que tomé el personaje del gracioso o figura del donaire, perfeccionando aún más mi fórmula dramática. En el otoño de 1594, murió Isabel de Urbina de sobreparto o puerperio. Escribí por entonces mi novela pastoril "La Arcadia", donde introduje numerosos poemas. Después de haber cumplido los ocho años de destierro de las Cortes regresé a Madrid en diciembre de 1595, pero al siguiente año, fui procesado por vivir sin estar casado con la actriz viuda Antonia Trillo. Tres años después me casé con Juana de Guardo, hija de un adinerado abastecedor de carne de la Corte, lo que motivó las burlas de diversos ingenios (Luis de Góngora, por ejemplo), todos pensaban que Lope me había casado por dinero, tuvimos un hijo muy querido, Carlos Félix, y tres hijas. Volví a trabajar como secretario personal de Pedro Fernández de Castro y Andrade, tiempo en que fuera Marqués de Sarria y futuro Conde de Lemos, con quien permanecí hasta 1603. Me enamoró de Micaela de Luján, la "Celia" o "Camila Lucinda" de sus versos; era una mujer bella, pero inculta y casada, con la cual mantuve relaciones hasta 1608 y de la que tuve cinco hijos, entre ellos dos de sus predilectos: Marcela (1606) y Lope Félix (1607). Durante varios años, tuve que trabajar muy duro para poder mantener a mis múltiples amantes (muchas de ellas actrices) hijos legítimos e ilegítimos; escribí poesía lírica y comedias, impresas éstas muchas veces sin corregir. A los treinta y ocho años pude al fin corregir y editar parte de mi obra. En 1605 entré al servicio de Luis Fernández de Córdoba y de Aragón, duque de Sessa, cargo que me trajo algunos problemas sobre todo cuando tomé las órdenes sagradas, ya que mi confesor me llegó a negar la absolución por encubrir al duque. En 1609 leí y publiqué mi "Arte nuevo de hacer comedias", obra teórica de carácter capital, contraria a los preceptos neoaristotélicos, e ingresé en la "Cofradía de Esclavos del Santísimo Sacramento" en el oratorio de Caballero de Gracia, a la que pertenecían casi todos los escritores relevantes de Madrid, entre ellos Francisco de Quevedo, que era mi amigo y de Miguel de Cervantes. Al año siguiente, me adscribí al oratorio de la calle del Olivar. Tantas desgracias (muerte de familiares muy cercanos) me afectaron emocionalmente, y el 24 de mayo de 1614 decidí al fin ordenarme de sacerdote. A esta inspiración responden mis Rimas sacras y las numerosas obras devotas que empiezo a componer, así como la inspiración filosófica que asoma en mis últimos versos. En mis últimos años de vida me vuelvo a enamorar, ahora de Marta de Nevares; era una mujer muy bella y de ojos verdes, como declaro en los poemas que le compuse llamándola "Amarilis" o "Marcia Leonarda" en las Novelas que le destiné. En esta época cultivé especialmente la poesía cómica y filosófica, desafortunadamente y a pesar de los honores que recibí del rey y del papa, yoera infelíz por Marta quien quedó ciega en 1626 y muriera en 1628. Lope Félix, hijo mío con Micaela de Luján y que también tenía vocación poética, se ahogó pescando perlas en 1634 en la isla Margarita. Mi hija Antonia Clara, fue secuestrada por un hidalgo, novio suyo, Feliciana, mi única hija legítima para ese entonces, había tenido dos hijos: una se hizo monja y el otro capitán Luis Antonio de Usategui y Vega, murió en Milán al servicio del rey. Sólo una hija natural mía, la monja Marcela, le sobrevivió. Fallecí el 27 de agosto de 1635 en Madrid, España. Mi muerte fue sentida por la mayoría de los españoles. Doscientos autores me escribieron elogios que fueron publicados en Madrid y Venecia. Fui enterrado en la iglesia de San Sebastián de Madrid, que debido a sus posteriores remodelaciones hicieron que mis restos inidentificables, fueran a parar a una fosa común situada bajo el altar, donde están mezclados con los de la propia Marta de Nevares y los del dramaturgo mexicano Juan Ruiz de Alarcón, uno de mis mayores rivales sobre el escenario. De mí se toma la polular frase "era como de Lope" que hace referencia al mejor elogio de algo que se podía hacer.
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