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Genero Didactico


Enviado por   •  5 de Abril de 2015  •  603 Palabras (3 Páginas)  •  243 Visitas

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Fabulas

 

Un ratón mirando por un agujero en la pared ve al dueño de la finca y a la esposa que están abriendo un paquete.

El ratón pensó acerca de qué tipo de comida podría haber ahí. Pero quedó aterrorizado cuando descubrió que era una trampa para ratones.  Y fue corriendo al patio de la casona para advertir a todos: ¡Hay una ratonera en la casa, una ratonera en la casa"!

 La gallina levantó la cabeza y dijo: "Discúlpeme señor ratón. Yo entiendo que es un problema para usted, pero a mí no me perjudica en nada".

 Entonces el ratón fue hasta donde estaba el cordero y le dijo: "¡Hay una ratonera en la casa, una ratonera!" Y el cordero le replicó: “Discúlpeme señor ratón, más no hay nada que yo pueda hacer, Pero quédese tranquilo que lo recordaré en mis oraciones".

 El ratón se dirigió a la vaca, y ésta le dijo: "¿Pero, acaso estoy en peligro yo? Pienso que no", se respondió la vaca a sí misma".

 Entonces el ratón volvió a la casa, preocupado y abatido, para encarar le ratonera del finquero.  Aquella noche se oyó un gran ruido, como el de una ratonera atrapando a su víctima. La esposa del finquero corrió para ver lo que había atrapado.

 En la oscuridad ella no vio que la ratonera atrapó la cola de una serpiente y la serpiente picó a la mujer.  El esposo la llevó al hospital y ella regreso con fiebre.  Para bajar la fiebre, nada mejor que un caldo de gallina. El marido agarró su cuchillo y fue a buscar la gallina.

Como la enfermedad de la mujer continuaba, los amigos y vecinos fueron a visitarla.

Para darles de comer a los amigos el esposo mató al cordero.  La mujer no mejoró y acabó muriendo. El finquero entonces vendió la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral.

 

 La moraleja es: “La próxima vez que escuches que alguien tiene un problema y creas que como no es tuyo no merece tu atención, piénsalo dos veces"

Parábolas

 

Las diez Vírgenes

"Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras

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