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INTRODUCCIÓN DE LA HISTORIA


Enviado por   •  24 de Mayo de 2014  •  13.353 Palabras (54 Páginas)  •  257 Visitas

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INTRODUCCIÓN DE LA HISTORIA

¿Cómo pueden estar relacionadas las rosas con el asesinato? Un jardín rosa en verano es un lugar encantador, lleno de colores y fragantes perfumes y el pacífico zumbar de las abejas. Pero no hay nada que hacer con la envidia, el odio, la codicia, la venganza- que son los motivos más normales de los asesinatos.

Los jardines de la Casa Rosemont son muy hermosos, y Patrick Aldermann está, con razón, orgulloso de sus rosas. De veras, él parece pensar en poco más, así que es todavía más sorprendente cuando su jefe, Dick Elgood, lo denuncia a la policía por intento de asesinato. ‘Elgood está ido de la cabeza,’ dice el Superintendente Jefe Dalziel, pero, por si acaso, él le dice al inspector Pascoe que investige.

El inspector Pascoe prefiere cazar ladrones, pero comienza obedientemente a hondar en el pasado de Patrick Aldermann. Mientras tanto, su mujer, Ellie, se hace amiga de la mujer de Aldermann, y el joven Policía Cadet, Singh descubre alguna información interesante sobre los turistas de la casita de la playa de Elgood. Los asuntos personales los empieza a mezclar con los profesionales. Sin embargo, Pascoe continúa hondando, y comienza a sorprenderse, entonces se pone más y más desconcertado…

PARTE 1

“Muerte en un jardín de rosas”

1

Mrs Florence Aldermann odiaba ver su jardín tan descuidado. Su viejo jardinero, Caldicott, y su hijo, Dick, no habían trabajado adecuadamente. Eso era porque ella se había negado a contratar al hijo de Dick, Brent. Brent había robado algunas frutas de su jardín, y eso era un delito serio para Mrs Aldermann. Ella tendría que librarse de los Caldicotts.

Con este pensamiento en su mente, ella tomó su afilado cuchillo y con furia cortó las flores marchitas de un rosal. Así como la poda caía en el cubo, ella se percató de que alguien estaba mirándola.

‘Patrick,’ llamó con enfado, ‘¡ven aquí!’

Poco a poco el chico fue hacia ella. De unos once años, era aún pequeño para su edad. Su cara era pálida y falta de expresividad.

Mrs Aldermann no podía ver a Patrick sin sentir furia. Ella estuvo enfadada cuando su sobrina Penelope tuvo a este niño no deseado. Ella se enfadó también cuando Penelope se negó a decir quién era el padre. Él enfado de Mrs Aldermann fue fuerte y duradero. Ella aún se sentía enojada por el pobre Eddie Aldermann, su marido, que murió hacía dos años dejándola a ella sola y al cuidado de Rosemont, esa gran casa y sus exigentes jardines. Finalmente, ella estaba enfadada consigo misma por envejecer y cansarse, enfadada consigo misma por haber tenido un ataque al corazón mientras estaba de compras en London hacía seis meses.

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Con suerte Penelope había estado con ella cuando la enfermedad le atacó. Penny era sensible, tranquila y una excelente enfermera. Nada molestaba a Penny. Ella no ha se había mostrado enfadada ni amargada, por ejemplo, cuando se dijo que después de la muerte de Mr Aldermann el dinero que él le había dado a ella durante años cesaría.

Florence Aldermann salió de su hospital privado tan pronto como ella estuvo bien para viajar, y volver a Rosemont. Penny vino con ella y la cuidó perfectamente. El único problema fue que a donde Penelope fuera, Patrick tenía que ir también. A pesar de eso, Mrs Aldermann había propuesto a su sobrina que se quedara en Rosemont permanentemente. La casa era tan grande para vivir ella sola, y Penny le estaría agradecida -estaba segura- por haberle ofrecido una casa en semejante lugar tan apreciado de Yorkshire. Ella no pudo creer lo que oía cuando Penelope dijo que echaba de menos London, y tuvo que plantearse la oferta de su tía. ¡Cómo podía alguien preferir un diminuto y oscuro piso de London a una excelente casa antigua como Rosemont, con sus hermosos jardines!

Mrs Aldermann estaba por hablar con enfado a Patrick, pero antes de que ella pudiera abrir su boca, el chico dijo, ‘El tío Eddie solía hacer eso. ¿Por qué estás haciéndolo?’

Su interés la sorprendió. Ella habló con menos enfado de lo que había planeado.

‘Cuando las flores se marchitan y comienzan a morir,’ dijo ella, ‘Nosotros tenemos que cortarlas, para que nuevas flores puedan crecer. Nosotros lo llamamos poda.’ Mientras hablaba, cortaba de manera experta otra cabeza marchita, con fragante olor a rosa.

‘Poda,’ repitió él. ‘Así que pueden crecer nuevas flores jóvenes.’

‘Cierto, Patrick.’

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Ella se sintió casi contenta con el chico. Por primera vez, lo miraba con entusiasmo. Los Caldicotts le habían fallado, pero ¿y qué? si Patrick estaba aprendiendo a cuidar sus rosas ¡Él podía llegar a ser un excelente –y barato- jardinero!

Ella le sonrió.

‘Aquí, Patrick, toma el cuchillo. Te enseñare a cortar las cabezas marchitas. Ten cuidado. Está muy afilado. Pertenecía a tu tío abuelo Eddie.’

Con cuidado, él cogió el cuchillo con su mano.

‘Déjame que te vea quitar esta cabeza marchita,’ Le ordenó ella. Ella cogió una flor muerta. ‘Córtala justo por aquí, Patrick. ¡Patrick! ¿Me estás escuchando?’

Él miró el cuchillo de su tía abuela. Su cara no estaba tan inexpresiva como habitualmente. Había algo nuevo allí. Él ignoró la rosa muerta, y poco a poco levantó el cuchillo de forma que la luz del sol brilló en el pulido acero.

‘¡Patrick!’ dijo Mrs Aldermann, dando un paso atrás.

La rosa que ella le había estado sosteniendo a él escapó de su mano, y sus espinas se clavaron terriblemente en su brazo. Entonces sintió otras sensaciones punzantes más violentas en su hombro y cuello, que no tenían nada que ver con las espinas de la rosa.

Ella gritó antes de desplomarse sobre las rosas. Los pétalos de las rosas muertas cayeron sobre ella.

Patrick esperó hasta que todo había pasado. Entonces dejó caer el cuchillo, y corrió hacia la casa, gritando a su madre.

PARTE 2

Capítulo 1

“Creo que alguien está matando a la gente”

5

Richard Elgood tenía sesenta años, pero conforme él iba a casa de Peter Pascoe, se movía como un bailarín con sus suaves zapatos de cuero.

Pascoe estrechó la mano a Elgood y sonrió.

‘Siéntese, Mr Elgood. ¿Cómo puedo ayudarle?’

Elgood no sonrió, aunque tenía la cara alegre y agradable.

‘No estoy seguro de por dónde empezar, inspector,’ dijo él.

Ambos se sentaron. Pascoe esperó, mirando al hombre, fijándose en su corbata de seda, su pisa-corbatas de oro, la cara confección de su traje.

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