Infancia del Simón Bolívar
Enviado por javiierB • 24 de Noviembre de 2011 • 2.597 Palabras (11 Páginas) • 566 Visitas
7. Infancia del Simón Bolívar.
En la Caracas colonial cuya población no sobrepasaba unos treinta mil habitantes, Simoncito creció como todos los niños de su rango social; mecido en los brazos de una esclava negra llamada Hipólita.
Su nodriza, es quien amaba como a una segunda madre, acompañando a sus padres en sus oficios religiosos, jugando con otros niños de su edad en el patio perfumado de granadas de su casa natal y recibiendo las enseñanzas de sus primeros maestros.
Los Valles de Aragua eran entonces las tierras más fértiles de Venezuela. allí en la pequeña población de San Mateo, la familia Bolívar poseía una hacienda. Los cuatro hermanos solían viajar ha ella de vez en cuando. Les gustaba ver como cantaban en los terneros o fiestas patronales.
Juan Vicente Bolívar y Ponce, padre de el Libertador, murió el 19 de Enero de 1.786, a la edad de 60 años y su esposa Maria de la Concepción Palacios de Bolívar, falleció después el 6 de Julio de 1.792, a la temprana edad de 34 años. De consiguiente, Simón Bolívar tenía apenas dos años y medio de edad cuando perdió a su padre y 9 cuando quedó huérfano al perder también a su Madre.
Simón a pesar de ser el menor siempre era lider o cabecilla. Preferiría irse con los esclavos y mestizos que trabajaban en la plantación. Con ellos se bañaba en el río y con ellos jugaba al trompo y subía a los árboles. Allí también aprendió a montar a caballo. A los 8 años tenía ya fama de ser estupendo jinete.
Pero a pesar de estos respiraderos la infancia de Simón fue muy dolorosa. Un día, estando en Caracas la Mamá se pone muy triste. Los niños reciben orden de no alborotar en casa. Se entornan las ventanas. El médico de la familia va diariamente para tratar la enfermedad del Papá. María Antonia la mayor lo comprende antes que los otros.
Papá está muriendo - dice en voz bajita a los demás hermanos.
Toda la familia se vistió de lutos. Los numerosos amigos y parientes desfilaron antes del féretro. Doña Concepción reunió a los cuatro hijos. Los besó en silencio y luego con lágrimas muy limpias en los ojos les dice:
Papá ha muerto. Papá ha ido al cielo. Desde ahora yo sabré darles el cariño de su ausencia.
Quizá el pequeño Simón no logra entender la muerte de su padre apenas tenía 3 años.
Don Feliciano Palacios, padre de Doña María de la Concepción queda como tutor de los niños, pero murió al año siguiente. Después de la muerte del abuelo Simón quedó bajo el cuidado de su tío Carlos Palacios, quien se hace cargo de el y sus hermanos. El ambiente familiar termina desmoronándose con el casamiento de sus hermanas y la salida de Juan Vicente al cargo de otro tutor.
Este cambio de ambiente influye sobre Simón, quien al poco tiempo huyó de la casa del tío y pretendió vivir en la casa de su hermana Maria Antonia. Esta dio origen a un pleito judicial entre su tutor y el matrimonio Clemente Bolívar; la pareja alegó todas las razones que le asistían a fin de que la Real Audiencia permitiera que el joven viniera con ellos, pero la Audiencia falló en favor del tío Carlos Palacios, y Simón debió obedecer, no sin antes dejar en claro su opinión sobre el hecho, la cual fue asentada en el expediente del juicio, dijo, entre otras cosas "si a los esclavos se les permite cambiar de dueño cuando eran objeto de malos tratos, ¿Por qué no se le permite a él vivir con la gente que más le agradaba?; que el tribunal podía disponer de sus bienes, mas no de una persona.
A raíz de este incidente, el joven Simón ha sido confiado a Simón Rodríguez quien dirigía en esa época una escuela de primeras letras en Caracas. Pedagogo Liberal y excéntrico, de vasto pensamiento universalista, supo sembrar en el alma de su alumno el germen de las ideas nuevas "Usted formó mi corazón para la libertad, para la grandeza, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que usted me señaló; escribió Bolívar a su maestro Rodríguez muchos años más tarde. Otros de sus profesores que el célebre Andrés Belo, conocido como el maestro de América y el más grande humanista del continente.
A los 14 años, Simón ingresó con el rango de Cadete en el batallón de milicias de Blancos de los Valles de Aragua, y un año más tarde era ascendido a Sub Teniente. Su hoja de sus vicios rezaba entonces: "Valor: conocido: aplicación sobresaliente" pero no será nunca militar de escuela. El lo será de todas y su arte de la guerra, a pesar de todos los manuales que había leído y asimilado saldrá más bien del fulgor de su genio de su constancia de sus cualidaddes de caudillo exepcional que conducirá a la victoria a las multitudes enardecidas por su verbo, por su patriotismo y por su amor a la libertad.
8. La Educación de Bolívar.
La formación educativa de Bolívar fue bastante informal, considerando que no fue un alumno regular que cursara estudios desde la educación elemental hasta la universidad.
Al igual que otros muchos ricos y bien educados criollos, él recibió instrucción de tutores privados en su propia casa. Solamente durante cuatro periodos en su niñez asistió a una escuela pública y v¡vió en la casa de su preceptor Simón Rodríguez.
De acuerdo con su propio testimonio, su educación fue lo mejor que una persona de su rango podía adquirir en su patria para este entonces.
En una conocida carta enviada al General Santander, Bolívar ofreció uno de los más claros testimonios sobre su temprana formación. En esa carta, Bolívar trataba de desautorizar a un detactor suyo llamado Molíiens, cuyo testimonio calificó de injusto y falso.
El Libertador afirmó en la carta que no era verdad que su educación fuese descuidada, pues su madre y toda su familia hicieron lo posible para que tuviese la formación apropiada y para ello contrataron los mejores maestros del país.
En esta misma carta, el agrega que Simón Rodríguez, le enseñó a leer y a escribir, que Andrés Bello le instruyó en el arte de la composición y en geografía, y el padre Andujar un intelectual admirado por Humboldt le enseñó matemática en una academia diseñada especialmente.
Después dice Bolívar, fue enviado a Europa a estudiar idiomas extranjeros y a asistir a la Academia de San Fernando, en Madrid, para mejorar su aprendizaje de matemática.
Allí en Madrid también tomó lecciones de esgrima, danza y equitación. Finalmente en un significativo pasaje, el reconoció su deuda intelectual con la ilustración Francesai "Es verdad que yo no he aprendido la filosofía de Aristóteles ni los
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