Jacinto Y Su Perro Fiel

El CUENTO

Diana Carolina Ramirez Rivas

Grado:1202

Docente: Liliana Salamanca

ESCUELA NORMAL SUPERIOR

Español

Nocaima

2012 

JACINTO Y SU PERRO FIEL

Existió hace muchísimo tiempo un humilde campesino llamado Jacinto. Éste era un hombre muy trabajador y honesto, en sus canas se notaba su sabiduría y experiencia de los años transcurridos, su piel ya marcaba unas arrugas y algunas manchas producidas por las largas jornadas de trabajo, bajo el sol radiante de verano; vestía una camisa roja y un pantalón algo corto con tirantes, además siempre llevaba puesto un sombrero de paja, que aunque estaba algo roto le cubría su rostro.

Habitaba en una pequeña casa ubicada en lo alto de una montaña, cerca de allí pasaba un riachuelo donde solía pescar y pasar largas horas sentado junto a su mejor amigo y compañero “Azabache”, un hermoso perro de color negro, de patas largas y orejas puntiagudas, de carácter noble y tranquilo, el cual se había convertido en la sombra de Jacinto acompañándolo en sus jornadas de casería en las profundidades del bosque.

Un día como de costumbre Jacinto salió de mañana, con su hacha ya un poco desgastada y en compañía del ser más fiel e inseparable Azabache. Se internaron en lo profundo del bosque en busca de un buen trozo de madera para arreglar su vieja silla. Después de transcurrido el tiempo el hambre y la sed se apoderaron de ellos, entonces decidieron sentarse bajo un frondoso árbol a descansar. Repentinamente empezó a escuchar ruidos muy extraños y pasos cerca de allí, pero como el sol ya se había ocultado era muy difícil ver quien estaba por ahí. Azabache por su parte empezó a latir desesperadamente; mientras tanto los dos hombres se lanzaron encima de Jacinto ocasionándole una herida en su cabeza pronto los dos ladrones vaciaron sus bolsillos, llevándose las pocas monedas que conservaba.

Azabache al sentir que su amo estaba en peligro, corrió apresuradamente atravesando la montaña y el riachuelo hasta llegar a una casa que a pesar de estar muy lejos le era muy familiar. Era la casa de don Pablo su compadre, un hombre que se dedicaba a la siembra. Don Pablo vio que azabache traía en su hocico el sombrero viejo de paja de Jacinto, su mirada reflejaba profunda tristeza y preocupación, latía fuertemente, le halaba las botas del pantalón. Al ver la reacción de Azabache Don pablo decidió agarrar su escopeta y una lámpara que colgaba en su puerta y emprender camino siguiendo al perro. Después de algún tiempo llegaron al sitio donde estaba Jacinto mal herido.

Don Pablo nota que su compadre Jacinto se encuentra muy mal, entonces decide cargarlo en sus hombros y llevarlo hasta su

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