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LOS FIELES DE CRISTO


Enviado por   •  6 de Julio de 2011  •  2.625 Palabras (11 Páginas)  •  1.140 Visitas

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LOS FIELES DE CRISTO

Todos los bautizados son Iglesia

La verdad de que todos los bautizados son Iglesia ha permanecido olvidada durante mucho tiempo, por lo que se ha tendido a identificar erróneamente a la Iglesia con los presbíteros, los obispos y el Papa.

Es necesario, pues, renovar la conciencia de que todos los que han recibido la gracia de creer en Cristo y están bautizados, forman parte del nuevo Pueblo de Dios en el que todos tienen la misma dignidad y participan de idéntica libertad de hijos de Dios, el amor se vive como ley suprema, la misión evangelizadora es realizada como tarea común y todos reciben la llamada a la santidad, es decir, a vivir en unión con Dios.

Los Cristianos, en virtud de los sacramentos de la iniciación Bautismo, Confirmación y Eucaristía participan de:

• La función profética de Jesucristo. Cuando anuncian, dan testimonio y proclaman la Palabra de Dios que han acogido en su interior.

• El sacerdocio de Cristo. Cuando ofrecen toda su vida, con sus alegrías y tristezas, gozos y trabajos, unidos en la oblación de Cristo en el sacramento de la Eucaristía.

• La realeza del Señor Jesús. Al promover los valores y actitudes del Reino de Dios, esforzándose por hacer presentes la justicia, la paz y el amor mediante el servicio a los pobres, desvalidos y marginados.

Diversidad de carismas, servicios y ministerios

Jerarquía, Laicos, Vida Consagrada.

El Espíritu derramado sobre todos los cristianos en el sacramento del Bautismo, suscita diferentes estados de vida, múltiples formas de servicio, diversas maneras de realizar la común pertenencia a la Iglesia. Los dones que el Espíritu otorga son para la edificación de la comunidad cristiana, por lo que nadie puede apropiarse de la gracia recibida, sino que debe ponerla al servicio de la Iglesia para que fructifique en ella.

Para expresar esta realidad se emplean tres términos:

Carisma: es el don gratuito que el Espíritu de Dios otorga a una persona para llevar a cabo una actividad o realizar una forma de vida, que sirva para la edificación de la Iglesia el bien de la sociedad.

Servicio: es la acción que, fundamentada en el carisma recibido, se desarrolla a favor de la comunidad cristiana y de las personas con las que se comparte la vida. Este servicio puede realizarse de forma ocasional, espontáneamente, o de una manera más institucionalizada y estable

Ministerio: es el servicio que, debido a su importancia en la vida de la comunidad cristiana, y la estabilidad que requiere su ejercicio, precisa que sea el responsable de la Iglesia particular quien envíe en un acto público a las personas que han de desempeñarlo. Existen dos tipos de ministerios:

Los laicales o instituidos, que actualmente se reducen a dos: acolitado y lectorado

Los ordenados, que se profundizaran posteriormente, e incluyen al episcopado, presbiterado y diaconado

Los Laicos

Entre sus miembros y como distintos de quienes han recibido el Orden Sagrado y de los religiosos, están los laicos, a quienes no hay que concebir sólo negativamente por su distinción respecto a los otros carismas.

El Concilio presentó la inserción de los laicos en las realidades temporales y terrenas, o sea, su secularidad no como un simple dato sociológico, sino como el modo existencial según el cual viven con plenitud su vocación cristiana.

"A los laicos les corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando asuntos temporales y ordenándolos según Dios" (Conc. Vat. II LG 30).

Ellos son los protagonistas principales y directos de la transformación del mundo, desde los valores del Evangelio. Su compromiso es:

• La promoción de la dignidad de la persona

• La defensa de la vida humana.

• La construcción de una sociedad mas justa y solidaria

• La evangelización de la cultura.

Por lo que los laicos, en cuando consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, son instruidos para que en ellos se produzcan siempre los más abundantes frutos del Espíritu. Pues todas sus obras, preces y proyectos apostólicos, la vida conyugal y familiar, el trabajo cotidiano, el descanso del alma y del cuerpo si se realizan en el Espíritu, incluso las molestias de la vida, si se sufren pacientemente, se convierten en "hostias espirituales", aceptables a Dios por Jesucristo.

Los sagrados pastores conocen muy bien la importancia de la contribución de los laicos al bien de toda la Iglesia, pues saben que ellos no fueron constituidos por Cristo para asumir por sí solos toda la misión salvífica de la Iglesia. Hoy, los laicos prestan su colaboración en la vida litúrgica de la Iglesia y desempeñan determinados servicios de caridad, evangelización, catequesis y administración de las parroquias e instituciones católicas.

Una Iglesia Jerárquica, Ministerios ordenados

Con un poco de espíritu de observación percibimos hoy que la Iglesia católica, de la que somos parte por el bautismo, presenta una organización perfecta. En ella diversos miembros ocupan un puesto determinado y todo marcha dentro de un buen orden.

Hay una jerarquía que queremos traducir por un orden de servicios dentro de la Iglesia. No es un orden de escalafón, a no ser por querer servir más. No es cuestión de mandar o gobernar al estilo humano, sino de entregarse en un servicio que es de menor a mayor número de cristianos.

Como ya apuntaba a comienzos del siglo II San Ignacio de Antioquia, se reconocen en la Iglesia tres ministerios, que constituyen la llamada jerarquía de la Iglesia

Obispos. Preside la Iglesia Particular

Presbíteros. Colaboradores inmediatos del Obispo

Diáconos. Desempeñan determinadas funciones litúrgicas y se ocupan sobre todo del servicio de la caridad.

Los ministerios ordenados confieren una participación especial en el ministerio de Jesucristo, Sumo Sacerdote y Mediador único entre Dios y los hombres. Por esta razón, al ordenado se le confiere la potestad para actuar, en el ejercicio de su misión "En la persona de Cristo",cabeza de la Iglesia. Además, tiene una participación especial en la función sacerdotal, profética y pastoral de Jesucristo. Recibe, por tanto, un triple ministerio:

• Es enviado a predicar y enseñar

• A presidir la celebración de los sacramentos en nombre de Jesús

• Guiar al Pueblo de Dios que le es confiado.

Estos ministerios suponen una misión. Del mismo modo que Jesús recibe su misión del Padre, así la transmite a sus discípulos (Cfr. Jn. 20,21; 17,18), no pudiendo ningún individuo ni comunidad anunciarse a sí mismo el Evangelio y auto-otorgarse esa gracia. De aquí se sigue que el poder

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