LA ECONOMÍA COLABORATIVA

En primer lugar, cuando tenemos una necesidad lo primero en lo que pensamos es dónde puedo comprar el bien que satisfaga dicha necesidad o deseo, su precio, si nos lo podemos permitir etc. Es decir, nos planteamos si nos merece la pena adquirirlo y el esfuerzo que nos supone. Pero… ¿Existen otras alternativas? Efectivamente sí que las hay, y la ECONOMÍA COLABORATIVA es una de ellas. Se trata de una nueva economía, una nueva forma de acceder a esos bienes y servicios necesarios.

Este nuevo tipo de negocio está en pleno auge en España y en todo el mundo gracias en gran medida al progreso de las nuevas tecnologías que son las que hacen que este tipo de proyectos se lleven a cabo debido al avance de las plataformas digitales. Supone una manera diferente e innovadora de consumir o prestar servicios para que los individuos economicen sus gastos de forma considerable. Por tanto, ¿qué es la economía o el consumo colaborativo?

La economía colaborativa es un sistema económico que rompe con el capitalismo existente, por la que se comparten y se intercambian bienes y servicios a través de plataformas digitales, que ponen en contacto entre varios particulares sin la necesidad de intermediarios, lo que se denomina p2p, y supone prestar un servicio a cambio de dinero u otra prestación.

El movimiento del consumo colaborativo supone un cambio cultural y económico en los hábitos de consumo consistente en el consumismo individualizado cambiando hacia nuevos modelos de economía potenciados por los medios sociales y las plataformas digitales, en donde prima la accesibilidad antes que la posesión.

La economía colaborativa se ha establecido en la sociedad y en las empresas. Aún no en todas, pero cada día son más las personas que comparten comida, sofás, ropa, tiempo o wifi. Los empresarios comparten experiencia, espacio de trabajar, intercambian maquinaria o simplemente hacen la colaboración como base de su idea de negocio.

La CNMC (Comisión Nacional de Mercados y la Competencia) defiende que la economía colaborativa supone "la oportunidad de disponer de más información sobre los productos, contar con menores costes de transacción y efectos medioambientales, elementos positivos derivados de crear una economía basada más en el uso que en la propiedad". Sin embargo, admite que al mismo tiempo "también se plantean múltiples incógnitas sobre cómo adecuar la regulación actual a los efectos que generan estos nuevos modelos económicos".

Más allá de todo lo citado, la Economía Colaborativa (“Sharing Economy”) está significando un nuevo modelo en una época de crisis como la que estamos viviendo.

2. ORIGEN

¿Y cómo surge el consumo colaborativo? En realidad, se trata de una recreación, aprovechando las ventajas que nos proporciona la digitalización, de viejas prácticas como trueque, el intercambio o el préstamo de bienes o servicios. No se trata, por tanto, de ninguna idea nueva, pero la tecnología con la que contamos actualmente permite relanzar este tipo de prácticas.

Los inicios del consumo colaborativo se sitúan en EEUU. Nació en 1995 y cuatro años después apareció Couchsurfing, empresa que puede ser considerada como el origen de la economía colaborativa. Se trata de un espacio para “conocer nuevas personas de todo el mundo y compartir una comida, una aventura o un hogar”. Los coachsurfers se conocen a través de la web y así encuentran sofás (couchs) donde quedarse a dormir cuando visitan una localidad. Las estancias no son remuneradas, ya que el sistema se basa en invitación y confianza.

Sin embargo, a pesar de que tras Couchsurfing, fueron cada vez más las empresas que promovían este tipo de negocio, fue a partir de la crisis económica, allá por el año 2007, cuando empezó realmente a extenderse.

El concepto de consumo colaborativo comenzó a popularizarse en 2010 con la publicación del libro "What's Mine Is Yours: The Rise of Collaborative Consumption" siendo sus autores, Rachel Bostman y Roo Rogers, los grandes ideólogos de este movimiento. Movimiento que no ha hecho más que empezar y cada vez va alcanzando más magnitud y popularidad, por lo que las previsiones realizadas del mismo son más que positivas.

Por último, para poder entender cómo surgen estas empresas, es interesante recurrir a la historia de dos grandes representantes del consumo colaborativo: Airbnb y BlaBlaCar.

2004, Francia. Fredéríc necesita llegar a casa por navidad. No tiene coche y ya no quedan disponibles billetes de tren. Lo único que hay son carreteras repletas de personas que viajan solas, cada una en su coche dirigiéndose a múltiples destinos. Probablemente más de una vaya al mismo lugar al que Fredéríc quiere ir. Fred está dispuesto a compartir los gastos de gasolina a cambio de utilizar una plaza vacía en un coche de un conductor que, como él, vaya a la campiña. Piensa que podría contactar con algunos de esos conductores online… pero esa web, esa plataforma, no existe. Empieza la aventura de BlaBlaCar .

Por otra parte, Airbnb surge en San Francisco en el año 2007. Brian y Joe tienen problemas para pagar el alquiler de su apartamento. Los hoteles de la ciudad están saturados debido a la gran demanda de alojamiento de miles de diseñadores que acuden a la ciudad para participar de la Conferencia de la Sociedad Americana de Diseño Industrial.

Personas que quieren asistir no encuentran alojamiento y se perderán la conferencia por lo que, Brian y Joe deciden ofrecer alojamiento y desayuno en el salón de su casa, en colchones inflables a tres huéspedes que acudirán a la conferencia. Y este es el comienzo de una empresa, de la que se han beneficiado tanto huéspedes como turistas de todas partes del mundo.

3. SISTEMAS DE CONSUMO COLABORATIVO Y EJEMPLOS

Botsman y Roger agrupan los sistemas de consumo colaborativo en tres grandes grupos: mercados de redistribución, estilos de vida colaborativos y sistemas basados en el producto.

1. Mercado de la redistribución

Consiste en poner a disposición de otras personas, objetos, máquinas, herramientas que ya no nos sirven (segunda mano, trueque, regalo…). Se trata de alargar el ciclo de vida de un producto y reducir el derroche.

Lo cierto es que este tipo de negocios viene funcionando desde hace muchos años a través de mercados y mercadillos de segunda mano, por lo que podemos comprobar que se trata de una idea antiquísima retomada desde una nueva perspectiva gracias al amplio abanico de posibilidades que nos ofrece la digitalización. Internet nos permite la opción de vender un objeto (web eBay), cambiarlo por otro ( thredUP, web que nos permite comprar y vender ropa de niño y mujer) o regalarlo (web Freecycle).

Como reitera

...