LA FAMILIA SUPERA CUALQUIER

LA FAMILIA SUPERA CUALQUIER

BARRERA

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Mi nombre es Paula, una niña que creció en el campo, en donde vivía muy retirada de la civilización, pues solo contábamos con los servicios necesarios en la vivienda, como; luz, gas y agua. Soy la tercera de 4 hermanos, una familia muy unida. Mi madre una trabajadora incansable tenía una huerta, en ella sembraba plátanos, yucas, papas, y algunos árboles frutales. Mi padre era reconocido por su gran labor en el pueblo, él se encargaba de mostrar las preocupaciones y necesidades que estaban presentes en nuestra comunidad, para que el gobierno nos ayudara.

Recuerdo muy bien la fecha del 20 de julio de 1995 tras un comunicado que hizo mi padre al gobierno por la preocupante inseguridad que atravesaba el pueblo, fue sacado a la fuerza de nuestra casa por personas que estaban haciendo este mal.

Desde aquella fecha no sabemos nada de él, para donde se lo llevaron, si está vivo o muerto, hemos recibido noticias que lo han visto por la ciudad, pero estas no ha sido verídicas.

Nosotros tuvimos que salir del pueblo huyendo, consideramos que tras suceder esto, no era conveniente estar en el pueblo, además varias personas habían escuchado rumores de que nos iban a atacar.

Nos enfrentamos a la cruda situación en la ciudad, nosotros no teníamos ni idea de cómo sobrevivir en ella, fue verdaderamente un reto. Con algunos ahorros pudimos arrendar un apartamento en donde dormíamos encima de la poca ropa que traíamos del pueblo.

 Mi madre consiguió un trabajo de empleada en una casa cerca donde nos hubieron días que alcanzábamos a tener solo una comida en el día y era casi un milagro que pudiéramos hacerlo.

Un día mi madre nos reúne y nos dice que tenemos que ser fuertes, que ella quiere un futuro exitoso para nosotros, que no quiere seguir dándonos la vida que llevábamos, y que nos entregara a un lugar en donde recibiremos una mejor atención en la salud, alimentación y educación. Nosotros aun no comprendíamos porque nos quería “abandonar”, hasta que llegamos a ese lugar. Nos recibieron de una manera muy cálida. Mi madre nos visitaba de vez en cuando, hasta que de un momento para otro dejo de hacerlo. Nos dio demasiado duro el hecho de no poder verla y darle amor, la costumbre y el mantenernos ocupados, fue un punto esencial para quitarnos la tristeza.

La ventaja era que a nosotros nos mantenían juntos, eso fue lo que más me ayudo porque no perdíamos la comunicación.

Iba yo un día normal caminando por la calle y mire a una señora grande, robusta, mona, con los ojos azules y me dijo: tú niña, ven aquí ¿de dónde eres? Yo desconfiada la mire y le devolví un par de preguntas ¿quién eres? ¿Te conozco? Me dijo: Soy una arquitecta de aquel edificio que queda a media cuadra, y ¡no! , no te conozco, simplemente te vi un poco perdida, me invito a tomar u café y charlamos sobre su vida y también le conté por las cosas que me había tocado pasar, por las cuales me ofreció trabajo. Me dijo: qué tal si hablo con una de las que les voy a hacer algunos arreglos, en ese edificio hay una señora que necesita a una persona que sea confiable para que se quede haciendo aseo al apartamento porque a ella no le queda tiempo de hacerlo, es una alta ejecutiva.

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