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LAS LEYENDAS DE PUEBLA


Enviado por   •  13 de Febrero de 2013  •  5.418 Palabras (22 Páginas)  •  553 Visitas

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LAS LEYENDAS DE PUEBLA

LAEl que mató al animal

La casa del que mató al animal está ubicada en la calle 3 oriente Nº 201, esquina con la calle 2 sur, en pleno centro histórico de la ciudad de Puebla, a espaldas de la Catedral. A principios del siglo XX fue el Hotel Italia; alrededor de 1940 fue vendida al coronel José García Valseca, y actualmente es ocupada por la Organización Editorial Mexicana, que edita el periódico El Sol de Puebla.

La leyenda cuenta que en la época colonial, un monstruo en forma de serpiente bajaba desde los bosques de la Malinche, continuamente amenazando a los pobladores. Cierto día, en el solar de la casona de Don Pedro Carvajal, hombre próspero y viudo, que tenía dos hijos, un pequeño de 6 años y una bella joven de nombre María apareció el monstruo que devoró a su niño. La noticia corrió por la ciudad con la promesa de Don Pedro de dar parte de su fortuna a quien matara al animal que le quitó a su hijo, de manera que así vengaría su muerte. Cuando nadie lo esperaba, llegó a la plaza un jinete armado que dejó en señal de su juramento un cartel que decía: Con amparo de la Virgen, mataré al monstruo. Este soldado era un joven de nombre Juan Luis, que pretendía a la hija de Don Pedro, y a quien le había sido negada su mano.

Salió con rumbo al oriente, por donde se sabía llegaba el monstruo, más al llegar a la plaza, asomaba la serpiente su cabeza. Después de luchar en condiciones desiguales, logró cortar la cabeza, cumpliendo así su promesa. Las autoridades premian al vencedor dándole un título nobiliario, y don Pedro otorga la mano de su hija así como la casa en recompensa. Actualmente se puede ver a la entrada de la casa, un grabado de la época en piedra, del soldado luchando contra el animal.

Fundación de Puebla, Ciudad de Ángeles

Cuenta la leyenda que Fray Julián Garcés, Arzobispo de la diócesis de Tlaxcala, soñó en vísperas del día de San Miguel, el 28 de Septiembre de 1530, con un campo lleno de flores y manantiales, hermoso lugar donde podrían habitar los mismos ángeles, quienes en su sueño, le mostraron la ubicación. Comentó en varias ocasiones con sus compañeros franciscanos el sueño y surge entre ellos la idea de localizarlo.

Uno de los principales promotores es Fray Toribio de Benavente, originario de San Miguel Extremadura, España, quien creía que era una señal del cielo para fundar una ciudad para españoles trabajadores.

El padre general de la orden Fray Francisco de los Ángeles Quiñones y el fundador de la orden, Fray Francisco de Asís, establecieron en el siglo XIII que en la orden franciscana eran devotos de San Miguel y de los Ángeles, Esto se refiere en aquella solemne misa de la fundación de la ciudad, el 16 de abril de 1531. Incluso cuando se decide cambiar a la ciudad al otro lado del río, se escoge para la segunda fundación el día 29 de septiembre, día de San Miguel Arcángel, con el fin de que esté presente. A partir de entonces, se crean una serie de leyendas donde los ángeles están presentes.

El escudo de armas de la ciudad es otorgado por el Rey de España Carlos V, en 1538, y quiso que estuvieran presentes sus letras iniciales, “K, V”, ya que por el origen austriaco del Rey inicia su nombre "Karolus V" con esta letra. Además pide que se ponga una cartela con fondo rojo y letras doradas con el salmo 91 versículo 11, que dice: “Dios mandó a sus Ángeles que te custodien en todos tus caminos”

La Campana Santa María

Se sabe que la Catedral de Puebla fue consagrada el 18 de Abril de 1649, por Juan de Palafox y Mendoza, pero sus torres fueron hechas mucho tiempo después. En 1678 comienza a construirse la torre norte, y cuando está terminada, se dispone a ponerle campanas. Una es de la vieja catedral, otras nuevas que se hicieron para tal ocasión, también se decide fabricar una campana mayor, que no funciona para los fines propuestos y por tal se tiene que destruir, y al volverla a hacer, se obtiene una pieza de casi nueve toneladas. Es en extremo pesada para los recursos con los que se contaba entonces, por lo que se dificulta su colocación en el campanario, ubicado en la torre de 73 metros de altura. En varios días no pudieron siquiera subirla.

Cuenta la leyenda que una de esas noches, estando la ciudad dormida, los Ángeles bajaron del cielo, levantaron la campana y la colocaron en el lugar que le correspondía.

El guardia nocturno de la construcción se quedó dormido hasta la mañana siguiente, y cuando despertó escuchó que los trabajadores al llegar por la mañana comentaban que no podían encontrar la campana. Para su sorpresa, durante la búsqueda, lograron verla ya colocada en la torre. Entonces, el guardia al recordar, les contó que en sus sueños vio como dos ángeles descendían del cielo, tomaban la campana y la elevaban hasta colocarla en su lugar en la torre. A esta Campana se le dio el nombre de María, porque con ella se Saluda a la Virgen María tocando el “Angelus” a las 12 del día y a las 6 de la tarde.

La China Poblana

Cuenta la leyenda, que durante la colonia en México, el virrey de la Nueva España, Marques de Gálvez, hizo traer desde Filipinas a una esclava para su servicio personal. El nombre de esta niña era Mirra, hija de un rey mogol, que había tenido que dejar su ciudad y buscar refugio, pero poco después fue raptada en la India por unos piratas portugueses traficantes de esclavos y llevada a Cochin, al sur de este país. Aquí pudo escapar de sus raptores y se refugió en una Misión Jesuita, donde fue acogida y bautizada con el nombre de Catarina de San Juan. Desafortunadamente para Mirra, años más tarde los piratas la encontraron y la raptaron nuevamente, llevándola con ellos a Manila, donde la vendieron al mercader quien la llevó a la Nueva España. Sin embargo, al desembarcar en el puerto de Acapulco, se duce que el mercader encontró un mejor postor, quien le ofreció diez veces el precio ofrecido por el Virrey. Otros dicen que cumplió un pedido anterior. Se trataba del poblano Miguel de Sosa, quien la llevó a Puebla para su servicio.

El matrimonio de Miguel de Sosa no tenía hijos y adoptaron a Catarina como hija, pero no perdió su condición de esclava. En ese entonces se usaba decirle a la servidumbre femenina “china” por lo que así es como la gente le llamaba. Sin embargo, aprendió a hablar el idioma español, aprendió a confeccionar, a cocinar, pero nunca aprendió a leer ni a escribir. Vestía al estilo que utilizaba en su tierra

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