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LEYENDA INDIGENA


Enviado por   •  20 de Octubre de 2011  •  554 Palabras (3 Páginas)  •  903 Visitas

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LEYENDAS MAPUCHE

DOMO Y LITUCHE

Hace infinidad de lluvias, en el mundo no había más que un espíritu que habitaba

en el cielo. Solo él podía hacer la vida. Así decidió comenzar su obra cualquier

día.

Aburrido un día de tanta quietud decidió crear a una criatura vivaz e imaginativa, la

cual llamó "Hijo", porque mucho le quiso desde el comienzo. Luego muy contento

lo lanzó a la tierra. Tan entusiasmado estaba que el impulso fue tan fuerte que se

golpeó duramente al caer. Su madre desesperada quiso verlo y abrió una ventana

en el cielo. Esa ventana es Kuyén, la luna, y desde entonces vigila el sueño de los

hombres.

El gran espíritu quiso también seguir los primeros pasos de su hijo. Para mirarlo

abrió un gran hueco redondo en el cielo. Esa ventana es Antú, el sol y su misión

es desde entonces calentar a los hombres y alentar la vida cada día. Así todo ser

viviente lo reconoce y saluda con amor y respeto. También es llamado padre sol.

Pero en la tierra el hijo del gran espíritu se sentía terriblemente solo. Nada había,

nadie con quién conversar. Cada vez más triste miró al cielo y dijo: ¿Padre,

porqué he de estar solo?

En realidad necesita una compañera -dijo Ngnechén, el espíritu progenitor.

Pronto le enviaron desde lo alto una mujer de suave cuerpo y muy graciosa, la que

cayó sin hacerse daño cerca del primer hombre. Ella estaba desnuda y tuvo

mucho frío. Para no morir helada echó a caminar y sucedió que a cada paso suyo

crecía la hierba, y cuando cantó, de su boca insectos y mariposas salían a

raudales y pronto llegó a Lituche el armónico sonido de la fauna.

Cuando uno estuvo frente al otro, dijo ella: - Qué hermoso eres. ¿Cómo he de

llamarte? . Yo soy Lituche el hombre del comienzo. Yo soy Domo la mujer,

estaremos juntos y haremos florecer la vida amándonos -dijo ella-. Así debe ser,

juntos llenaremos el vacío de la tierra -dijo Lituche.

Mientras la primera mujer y el primer hombre construían su hogar, al cual llamaron

ruka, el cielo se llenó de nuevos espíritus. Estos traviesos Cherruves eran

torbellinos muy temidos por la tribu.

Lituche pronto aprendió que los frutos del pewén eran su mejor alimento y con

ellos hizo panes y esperó tranquilo el invierno. Domo cortó la lana de una oveja,

luego con las dos manos, frotando y moviéndolas una contra otra hizo un hilo

grueso. Después en cuatro palos grandes enrolló la hebra y comenzó a cruzarlas.

Desde entonces hacen así sus tejidos en colores naturales, teñidos con raíces.

Cuando los hijos de Domo y Lituche se multiplicaron, ocuparon el territorio de mar

a cordillera. Luego hubo

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