LOS OLVIDADOS

A lo largo de la película, la violencia es presente con una intensidad impresionante (todavía hoy): hay escenas muy violentes (¡tres asesinatos por ejemplo!) pero también como una violencia subyacente. La primera escena en el barrio es un juego de corrida: ya anuncia con cierta ligereza la posibilidad, la potencialidad a cada momento de una violencia sin límite. Obviamente, la violencia tiene mucho que ver con la necesidad de sobrevivir (hay muchas escenas de robo) – entonces, la delincuencia es un atributo, una consecuencia de la miseria y de la ociosidad también. Es pura actividad social.

Pero, la violencia tiene otra dimensión en “Los olvidados”, algo que puede parecer extraño. Hay algo lúdico, casi grotesco, con una música ligera, por ejemplo en la escena de linchamiento del hombre ciego. Como lo dice Bunuel: “antes de la lapidación del hombre, oímos una música burlona, un minué cariño… y cuando vemos la gallina, la música hace como una risa gallinácea; como una coronación de las burlas”.Esta incursión de ligereza en una escena horrible participa en una desdramatización de la miseria: estos delincuentes, a pesar de todo, son todavía niños o chicos. A propósito, según André Bazin: “en esta película, hay una perennidad de la nobleza y de la belleza humana –en lo atroz”.

Más que una película social, “Los olvidados” es también sociológica y psicológica: los caracteres están en el corazón de la historia. Buñuel lo decía bien: “no me interesaba la reeducación de los jóvenes o cualquier otra cosa; no, lo que me interesaba era encontrar personajes e historias”.

La película es un análisis de los comportamientos del grupo, de la banda: Buñuel construye una jerarquía incluyendo la figura del jefe, “el Jaibo”. Este personaje aparece al principio de la película cuando sale de la cárcel. La primera vez que lo vemos, es con un plano americano–como si Buñuel quisiera mostrar su aura desde el principio. En la escena siguiente, lo vemos con el grupo: tiene carisma, cierta autoridad sobre los otros; un chico pule sus zapatos, silba y todo el mundo viene como perros… “sin mí no valéis nada”; “el jaibo no es temeroso”; “haremos lo que querrás”.

Es el personaje más presente en la película, nunca está lejos (cuando un niño es herido, cuando aparece en la casa de Pedro… siempre surge en la imagen). Es como una figura tutelaría.

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