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La Didáctica De La Lengua


Enviado por   •  30 de Octubre de 2013  •  1.884 Palabras (8 Páginas)  •  271 Visitas

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UNA DIDÁCTICA CRÍTICA PARA EL CURRÍCULO SOCIOCRÍTICO EN UN MUNDO PARCIALMENTE GLOBALIZADO.

Martín Rodríguez Rojo.

Seminario sobre Educación de Personas Adultas. Cullera. (Valencia).

Julio, 2005.

Me referiré primero a la globalización, característica de nuestro mundo. En segundo lugar, al currículo sociocrítico como respuesta a la situación actual y en tercer lugar, a la Didáctica como método crítico de trabajo o herramienta para adecuarse al currículo y al mundo parcialmente globalizado. De esta manera invertimos el orden de ideas que se apuntan en el título. Primero lo tercero por ser fin, y en último puesto lo primero y lo segundo por ser medios.

1. UN MUNDO PARCIALMENTE GLOBALIZADO.

Desde siempre se ha dicho que la educación debe de tener en cuenta los problemas de la sociedad. La sociedad del momento histórico, coetáneo de la educación. No vale decir que el sistema educativo y sus leyes de educación se acomodan o intentan responder a los problemas ya pasados. No. La educación, su ordenamiento, sus centros escolares, su planteamiento curricular deben dar respuesta a las cuestiones planteadas al y por el colectivo que vive cuando la educación se ejercita y se propone como valor insoslayable.

Eso quiere decir que si deseamos que nuestro sistema educativo formal y no formal sirva y responda a la sociedad del siglo XXI, debemos conocer cuáles son los problemas del siglo XXI, en qué se distingue la época actual de otras épocas, cuáles son los problemas prioritarios por fundamentales y por dónde debemos empezar, hoy.

Pues bien, los economistas, sociólogos, filósofos y científicos en general caracterizan al presente tiempo como un tiempo global. En principio yo estoy de acuerdo. Pero también creo que ningún personaje por muy personaje que sea acierta en todo y pienso que cualquier afirmación debe de ser repensada por aquel que la recibe. Esta actitud crítica me obliga a pensar si eso de la globalidad es verdad, es un error o es una frase que tiene algo de verdad y algo de error. Para poder encarar este cometido, se necesita primero aquilatar de qué hablamos cuando hablamos de globalización.

Nelson Mandela la compara con un pulóver. Así como es necesario reconocer la necesidad de esta pieza para defenderse del frío en pleno invierno, así la humanidad de hoy necesita reconocer que la globalización es una realidad extendida por el planeta.

Fidel Castro, en Ginebra, reconoció que "Gritar !abajo la globalización! equivale a gritar ¡abajo la ley de la gravedad!”.

George Soros (1998, 21) dice que: “A tenor del decisivo papel que el capital financiero internacional desempeña en las fortunas de los distintos países, no está fuera de lugar hablar de un sistema capitalista global”.

Dani Rodrik (1997) señala que el debate sobre la globalización se ha convertido en el “gran debate internacional” y añade también un juicio de valor: a medida que estas discusiones se desarrollan, el problema “se hace más confuso, más parecido en ocasiones a un diálogo de sordos que a una discusión racional”.

La globalización está de moda. Pero el reconocimiento de su importancia no confiere al tema claridad conceptual.

El FMI o Fondo Mundial de Inversiones (1997) lo definió en los siguientes términos:

“La globalización es... la interdependencia económica creciente del conjunto de los países del mundo, provocada por el aumento del volumen y de la variedad de las transacciones trasfronterizas de bienes y servicios, así como de los flujos internacionales de capitales, al mismo tiempo que la difusión acelerada y generalizada de la tecnología”.

Vigil, J. M. (1996) entiende por globalización la “captación de mercados, concentración de la producción, del mercado, del capital... y por tanto, quiebra de las empresas pequeñas, desempleo, marginación de masas enormes que quedan excluidas del sistema”.

J. Estefanía (1996), Ramonet (1998) y A. Touraine (1996, 14) describen a la globalización como un fenómeno injusto, al menos en su forma de ser ejecutado. Dice el último autor citado “proceso nefasto mediante el cual los pueblos han cedido el poder sobre sus economías y sus sociedades a las fuerzas globales y antidemocráticas, tales como los mercados, las agencias de calificación de deuda, etc.”

La globalización se limita a la expansión de los mercados o, mejor, al “fundamentalismo del mercado” en palabras de G. Soros (1998, 22). Un fundamentalismo que ha entregado las riendas del poder al capital financiero y ha metido a los PVD (países en vías de desarrollo) en el negro túnel de la deuda externa.

La globalización del mundo es un fruto de las nuevas tecnologías, de la informática, capaz de traspasar los muros de la distancia en segundos, capaz de dar la vuelta al globo, comunicando a unas culturas con otras y a instituciones de diverso enfoque, al yo con el otro y con lo otro.

Como se ve, existe confusión en el concepto de globalización. Tantos testimonios o no atacan a la esencia de lo definible o se quedan con un aspecto parcial. Describen al elefante según la parte del cuerpo que toquen con sus dedos. No cuesta admitir que la globalización es un fenómeno que existe, que es importante, que navega por los océanos del mundo. Pero no se aquilata de qué globalización se trata. Muchos de los autores anteriormente citados cuando hablan de globalización, se refieren a ella adjuntándole el calificativo de liberal, neoliberal, capitalista.

Quiero entender por mi cuenta y riesgo que globalización viene de globo. En nuestro caso ese globo es el globo terráqueo. Globalización, pues, hace referencia a algo que se extiende por todo el planeta, que abarca a la esfera terrestre, que se difumina por sus entretelas. Que unifica, que se asemeja a la grandeza de la Tierra, que es global, total, que opera en conjunto con otros. Todos cabríamos en

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