La Leyenda De Dédalo E Icaro
Enviado por tonykk • 31 de Agosto de 2014 • 387 Palabras (2 Páginas) • 464 Visitas
La Leyenda de Dédalo e Icaro
En la isla de Creta existió hace muchos años un rey llamado Minos. Este rey poseía grandes riquezas
Y algo que nadie más tenía; un hijo de fuerza extraordinaria, con cabeza de toro, al que llamo Minotauro. Minos pensó ponerlo en un lugar seguro, de donde no pudiera escapar. Así que encargo a Dédalo, un gran arquitecto, que construyera un enorme y complicado laberinto.
Dédalo aceptó y, junto con su hijo Ícaro, emprendió la gran obra. Cinco años después, terminaron el gran laberinto. Este era tan grande y tenía tantos pasillos que sólo Dédalo e Ícaro podían encontrar la salida.
El rey Minos quedo muy satisfecho, pero tuvo miedo de Dédalo e Ícaro revelan el secreto del laberinto. Por lo tanto, el rey les negó el permiso para abandonar la isla de Creta.
Dédalo se dio cuenta de que seria imposible de escapar de la isla por el mar, ya que el rey Minos ordenó a todos los soldados de su ejército vigilar las playas día y noche. Pero Dédalo era un hombre muy ingenioso e ideó un plan: escapar volando como las aves. Dédalo e Ícaro reunieron muchas plumas de las aves que sobre volaban la isla y juntaron cera de abeja. Sin que nadie los viera, pegaron las plumas con la cera y construyeron dos pares de alas. Cuando estas estuvieron listas, Dédalo pegó un par de alas de Ícaro y otro par en su propia espalda.
-Volemos fuera de la isla – dijo Dédalo a ICARO -. Pero debemos tener cuidado de no volar demasiado alto, pues el Sol quemaría nuestras alas.
Dédalo e Ícaro iniciaron el vuelo.
A Ícaro le pareció tan maravilloso poder volar como los pájaros, que olvido las advertencias de su padre. Voló más alto, más alto y más alto, sin escuchar los gritos de Dédalo, quien muy preocupado le pedía que bajara.
El calor del Sol empezó a derretir la cera de las alas de Ícaro. Las plumas empezaron a desprenderse, hasta que las alas no soportaron más el peso de Ícaro y cayo al mar ante la mirada de Dédalo.
Cuenta la leyenda que las plumas quedaron flotando sobre el mar y, tiempo después, formaron las islas
Ícaras, llamadas así en recuerdo del joven que intento volar hacia el Sol.
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