La Pala
Enviado por ldreyesj • 21 de Agosto de 2014 • Informe • 1.113 Palabras (5 Páginas) • 247 Visitas
Son las 18:40 de un sábado, una mujer sale con su hija de tres años a llevarle algo para comer a su esposo. Cuando se encuentran, él siente que alguien les lanza una piedra. De repente recuerda que están en Arauca, zona roja de orden público. Le grita a su familia que se tire al piso pero ya era demasiado tarde. Guerrilleros de las FARC habían lanzado contra la estación de policía que él custodiaba, una granada.
El patrullero Ronald Ruiz de la policía trata de repeler el ataque y alcanza a herir a uno de los terroristas que iba en una moto. Se regresa, alza a su hija, corre hacia el hospital pero la pequeña muere en sus brazos. Su esposa es llevada a cuidados intensivos. A ese mismo centro asistencial, llega el guerrillero herido, donde también es atendido. “Yo lo miraba y él no daba la cara, sabía el pecado que había cometido”, relató Ronald.
400.000 personas quedaron sin energía en el Puerto de Buenaventura sobre el Pacífico colombiano por más de 48 horas por la voladura de una torre eléctrica a manos de quienes se hacen llamar rebeldes. Esos mismos que obligaron a 23 camiones a verter crudo en los ríos del sur, en el Putumayo, frontera con Ecuador. Lo hacen para contaminar las fuentes de agua en momentos en que Colombia atraviesa por una de las peores sequias por el fenómeno del Niño.
Esos mismos que provocaron la muerte a otra niñita, a Yurani Muse, de tan solo 2 años, al lanzar explosivos contra una vivienda campesina en el Cauca. Al suroccidente del país.
Son los guerrilleros de las FARC, y su líder, el que tiene por alías Timockenko, escribió en la misma semana de estas acciones, una carta con buena letra y mucha sangre, para negar a sus víctimas. Las mismas que este mes se suman a las más de seis millones que ha dejado el conflicto en Colombia y que irán a La Habana a mirar a los ojos a sus victimarios y a decirles lo que esperan al final del proceso de paz que se reactiva el próximo 11 de agosto en Cuba, cuatro días después de que se instale el segundo mandato del reelecto presidente Juan Manuel Santos.
Es el cinismo de los guerreros, que como los paramilitares que pronto recuperarán la libertad sin haber cumplido con los acuerdos y negado la verdad, esta misma semana, también acudieron al papel, que aguanta todo, para decirle a los guerrilleros en La Habana, que tranquilos, que ellos respetarán cualquier acuerdo porque “quedan curadas las heridas y extinguidos los sentimientos de venganza”.
No ha pasado un solo día de julio sin que las guerrillas colombianas de las FARC y ELN ataquen a la población civil de manera sistemática. Por lo que Santos les dijo que están jugando con candela y este proceso puede terminar. El mismo jefe negociador Humberto de la Calle los recriminó por las muertes de los menores y el daño ambiental causado y les pidió verdaderos gestos de paz. Para De la Calle las FARC tienen una lectura desacertada de la coyuntura política y minimizan a los sectores de la población que desconfían y se oponen al proceso.
A lo que uno de los voceros de esa guerrilla, el que tiene por alias Marcos Calarcá, le respondió por medio de una entrevista con el periódico The Guardian que no serán ellos los que rompan las conversaciones de paz, “pero
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