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La Perla de la Historia


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2023  •  Tarea  •  2.630 Palabras (11 Páginas)  •  47 Visitas

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Sucre: La Perla de la Historia

Personajes:

- Antonio José de Sucre: Héroe de la independencia de Bolivia y Venezuela, y primer presidente de Bolivia.

- Pedro de Heredia: Conquistador español que fundó la ciudad de Cartagena y exploró las tierras de los indígenas zenúes.

- Jerónimo de Bombanti: Fundador del municipio de Sucre en Colombia, en la región de La Mojana.

- Kuysara: Cacique yampara que pidió ayuda a los españoles para defenderse de los incas.

- Tomás de Torres: Primer obispo de la diócesis de Cartagena y defensor de los derechos de los indígenas.

- Narrador: Voz en off que introduce y comenta la acción.

Acto I

Escena 1 (Narrador)

La historia de Sucre es la historia de un nombre que se repite en diferentes lugares y momentos de América Latina. Un nombre que evoca la lucha por la libertad, la resistencia al colonialismo, y la diversidad cultural. Un nombre que honra la memoria de Antonio José de Sucre, el gran mariscal de Ayacucho, que participó en las batallas decisivas para la independencia de Bolivia y Venezuela, y que fue el primer presidente de la República de Bolivia. Sucre nació en Cumaná, Venezuela, el 3 de febrero de 1795, y murió asesinado en Berruecos, Colombia, el 4 de junio de 1830. Su vida fue breve, pero intensa y gloriosa. Veamos ahora cómo se originó el nombre de Sucre en Bolivia, el país que lo eligió como su capital.

Escena 2 (Se ilumina el escenario con una luz cálida y se escucha música andina. Aparecen Sucre y Kuysara, vestidos con trajes típicos de la región. Están en la ciudad de Chuquisaca, actual Sucre, en el año 1825.)

Sucre: Amigo Kuysara, te agradezco tu hospitalidad y tu apoyo en la guerra contra los realistas. Gracias a ti y a tu pueblo, hemos logrado liberar estas tierras del yugo español.

Kuysara: No hay de qué, hermano Sucre. Nosotros también somos hijos de la libertad. Hace mucho tiempo, antes de que llegaran los españoles, nosotros vivíamos en paz y armonía bajo el mando de nuestro gran cacique Tomayapo. Pero los incas nos invadieron y nos sometieron a su imperio. Por eso, cuando llegaron los españoles, les pedimos ayuda para defendernos de los incas. Pero ellos nos traicionaron y nos esclavizaron. Por eso, cuando tú llegaste con tu ejército libertador, te recibimos con los brazos abiertos. Tú eres nuestro héroe, nuestro salvador, nuestro padre.

Sucre: No digas eso, Kuysara. Yo no soy más que un soldado al servicio de la causa de Bolívar, el libertador de América. Él es el verdadero padre de la patria, el que ha soñado con crear una gran nación que una a todos los pueblos de este continente. Yo solo he cumplido con mi deber, y he seguido sus órdenes.

Kuysara: Pero tú has hecho mucho más que eso, Sucre. Tú has vencido al enemigo en las batallas de Pichincha, Junín y Ayacucho. Tú has proclamado la independencia de este país, que antes se llamaba Alto Perú, y que ahora se llama Bolivia, en honor a Bolívar. Tú has sido elegido como su primer presidente, y has dictado su primera constitución. Tú has hecho historia, Sucre. Y nosotros queremos que esa historia se recuerde para siempre. Por eso, hemos decidido cambiar el nombre de nuestra ciudad, que antes se llamaba Chuquisaca, y que ahora se llamará Sucre, como tú.

Sucre: ¿Qué? ¿Estás seguro de lo que dices? ¿Habéis tomado esa decisión todos los habitantes de esta ciudad?

Kuysara: Sí, Sucre. Así lo hemos acordado en una asamblea popular. Todos estamos de acuerdo en que este es el mejor homenaje que podemos hacerte. Queremos que tu nombre quede grabado en el corazón de esta ciudad, que es la más antigua y la más bella de Bolivia. Queremos que tu nombre sea el símbolo de nuestra identidad, de nuestra cultura, de nuestra libertad.

Sucre: No sé qué decir, Kuysara. Estoy conmovido y agradecido por este gesto tan generoso y noble. Pero también me siento abrumado y humilde. Yo no merezco tanto honor. Yo no soy más que un hombre, que ha cumplido con su deber. Yo no soy un dios, ni un rey, ni un santo. Yo soy solo Sucre, el amigo de Bolívar, el hijo de Venezuela, el hermano de América.

Kuysara: No seas modesto, Sucre. Tú eres mucho más que eso. Tú eres Sucre, el gran mariscal de Ayacucho, el primer presidente de Bolivia, el padre de Sucre. (Se abrazan y se escucha un aplauso. Se apaga la luz y se cambia la música. El narrador vuelve a hablar.)

Narrador: Así fue como nació el nombre de Sucre en Bolivia, la capital constitucional y sede del poder judicial del país. Pero este no fue el único lugar que adoptó el nombre de Sucre en honor al héroe de la independencia. También lo hicieron otros lugares de América Latina, como un departamento y un municipio de Colombia, una provincia y una ciudad de Ecuador, y una ciudad de Venezuela. Veamos ahora cómo se originó el nombre de Sucre en Colombia, el país donde murió asesinado el gran mariscal.

Acto II

Escena 1 (Narrador)

El departamento de Sucre es uno de los treinta y dos que forman la República de Colombia. Su capital es Sincelejo. Está ubicado al norte del país, en la región Caribe. Tiene una superficie de 10 670 km² y una población de más de 900 000 habitantes. Su nombre se debe a Antonio José de Sucre, en reconocimiento a su papel en la independencia de Colombia y de América. Sucre fue creado en 1966, por segregación del departamento de Bolívar, del cual formaba parte. Su historia se remonta a la época precolombina, cuando el territorio era habitado por los indígenas zenúes, que se destacaban por su habilidad para construir canales de riego y drenaje, y por su arte en la orfebrería y la cerámica.

Escena 2 (Se ilumina el escenario con una luz azul y se escucha música caribeña. Aparecen Pedro de Heredia y Tomás de Torres, vestidos con trajes de la época colonial. Están en la región de La Mojana, actual municipio de Sucre, en el año 1535.)

Pedro de Heredia: Aquí estamos, señor obispo, en las tierras de los indios zenúes. Estos son los que llaman los indios de las aguas, porque viven en medio de lagunas y pantanos, y se desplazan en canoas. Son muy ricos en oro y perlas, y muy dóciles y pacíficos. Yo los he visitado varias veces, y les he predicado la fe católica y la obediencia al rey de España. Ellos me han recibido bien, y me han dado muchos presentes. Yo les he dado a cambio algunas cuentas de vidrio y algunas campanillas, que les han gustado mucho. Estoy seguro de que podremos fundar aquí una villa, y hacer de estos indios unos buenos cristianos y súbditos.

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