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Enviado por monica07 • 5 de Septiembre de 2012 • 1.183 Palabras (5 Páginas) • 773 Visitas
Ensayos sobre la cultura. La imagen del mexicano
Francisco Pantoja García
Observaba con detenimiento la imagen que se me presentaba ante mis ojos, todo lo que veía en ella me parecía conocido, era como una unión de personalidades la cuál no encontraba el modo de analizarla, aunque no importaba por donde empezara. Por donde lo hiciera no tendría consecuencia alguna. Así que me dejé llevar por la primera representación que era un personaje que parecía muy hablador, no se contentaba con dar su opinión a lo que escuchaba, cortaba la conversación para decir cualquier cosa, creyendo que tenía relación con lo que se decía, siempre pensando que sus ideas eran las que le daban sentido a lo que se hablaba.
Otro por su forma de vestirse, de hablar, de pararse, se notaba que “era” muy macho. Ese que dice que le vale madre “todo”. El que creía enfrentarse a toda clase de problemas sin que se rajase, de los que no quedaban mal ante ninguna persona y menos del sexo opuesto. Ante las mujeres aparentaba ser de una dureza sin igual, siempre rodeado de esa figura de altanería que no podía esconder. Contaba las cosas como le convenía para según hacerse o verse superior, no existía en su diccionario la palabra derrota. Presumía de haber estado con un sinfín de mujeres, lo que no decía es cuantas quedaron insatisfechas. Sobre las disputas físicas o verbales con las demás personas, el dio los mejores golpes, se defendió de todo ataque con palabras y nunca perdía una batalla.
Uno que no tenía el lenguaje adecuado, más bien educado, no argumentaba nada a la conversación, pues no tenía los recursos para hacerlo y solamente a través de alguna trampa buscaba una salida a la platica. Su hablar era en doble sentido para no contestar a lo que le preguntaban y utilizaba el albur para tratar de engañar. Su tema favorito era el sexual, como el del macho, o el de menospreciar a la gente buscándole siempre errores y a través de esos devaluarla. Cuando no sabía que contestar se hacia el enojado y dejaba la conversación retirándose del lugar.
Ese que nunca falta era el mentiroso, se suponía cual era su arma pero sin arte para utilizarla, su estilo era mediocre, siempre estaba contagiado por la mentira. En todo momento la soltaba, se hacia a la idea de que lo que decía era creíble. Quienes lo escuchaban parecía que participaban en su juego, pues, no había denuncia alguna ni tampoco se comprometían en la búsqueda de la verdad, dando a entender que les convenía no hacer nada por la mentira que escuchaban ¿será que todos eran mentirosos?.
Todos se veían desconfiados, había uno, el que más se distinguía, no decía ni hacía nada por llamar la atención, buscando siempre una salida a la platica, sospechando de las palabras y de las muecas. No quería hablar y menos intimidar, sabía que confiarle algo a alguien, sería como entregarse, a que todo sería divulgado y por experiencia comprendía que nadie con los que estaba guardaría un secreto y menos cuando frente a él se hallaba el chismoso. Cuando hablaba se salía del tema, eludía cualquier compromiso, suspendía lo que decía dejándolo en el aire sin terminar la frase. Las pocas palabras que le salían, las encerraba, se disculpaba de todo y se expresaba como si se diera por entendido lo que hablaba, se enojaba con facilidad y más cuando no estaban de acuerdo con el. Era un encierro de sí mismo donde había fincado un muro frente a su imagen que le permitía no conflictuarse y
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