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La ruptura del espacio clásico: el cubismo


Enviado por   •  17 de Mayo de 2012  •  Ensayo  •  1.243 Palabras (5 Páginas)  •  924 Visitas

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“La ruptura del espacio clásico: el cubismo”

Por Francesc Vicens

La palabra cubismo parece que fue utilizada por primera vez por el crítico parisiense Louis Vauxcelles, en 1908, para calificar despectivamente los cuadros de dos jóvenes pintores: Picasso y Braque. La palabra parecía justificada por la utilización de formas cúbicas y, en general, poliédricas en las figuras que pintaban esos dos artistas.

Actualmente los críticos sitúan el nacimiento del cubismo en un cuadro titulado Les demoiselles d´Avignon que Picasso pintó en el invierno de 1906-1907. Los desnudos femeninos que figuran en esa tela, especialmente los dos de la derecha, están pintados con la preocupación de encontrar nuevos medios de proporcionar el efecto de volumen sobre una superficie plana, decididamente distintos de los procedimientos clásicos o tradicionales. Como se ve, se trataba de replantear los fundamentos mismos de la perspectiva.

La solución indicada por Picasso en aquel cuadro consistía en modelar el volumen mediante cambios de colores puros y violentos. La esquematización de las figuras a que obligaba esa técnica recuerda las simplificaciones violentas de la escultura negra africana y ha motivado que los críticos -que saben que Picasso fue uno de los primeros en “descubrir” la escultura negra y en comprarla- hayan hablado de las obras de Picasso de este período como “época negra” de Picasso.

Casi bruscamente, en 1908, Picasso cambió totalmente de estilo. Aunque continuaba dedicándose sistemáticamente al estudio del volumen, renunció a los colores puros y violentos y se limitó durante los siguientes cuatro años al uso de tonos neutros y en general apagados (pardos, ocres, verdes y grises). Se diría que temía que la riqueza cromática perjudicase el rigor de su investigación de los elementos formales. En este camino se le unió rápidamente Georges Braque, joven pintor que había recibido una fuerte impresión al contemplar Les demoiselles d´Avignon en su estudio.

Durante el año 1908 y el siguiente, Picasso y Braque se dedicaron a conferir a los objetos que pintaban su solidez y densidad, con lo que reaccionaban contra los impresionistas y las tendencias posteriores que, preocupados casi exclusivamente por los efectos luminosos y por el color, habían descuidado la forma y el volumen de los objetos. Para ello, suprimiendo cualquier detalle accidental, los descomponían sistemáticamente en sus principios geométricos: poliedros, cubos, cilindros, esferas, etc. De ahí el mote despectivo de “cubismo” que les aplicó Louis Vauxcelles.

En 1910 se consumó la ruptura con la perspectiva renacentista, respetada desde el siglo XV como único procedimiento para representar las tres dimensiones del espacio sobre una superficie plana. Llegaron a esta situación no por esfuerzo teórico, sino insensiblemente, como consecuencia de su trabajo de pintores. La insistencia en el estudio de los volúmenes daba cada vez mayor importancia a los planos que los limitan, y esta independencia cada vez mayor de los planos, estudiados por sí mismos y no en función de la visión global del volumen, acabó convirtiéndolos en elementos autónomos que no podían seguir sometiéndose al punto de vista único que es la base de la perspectiva. Una vez llegado a este punto, Picasso no vaciló en pintar objetos cada una de cuyas partes había sido observada desde puntos de vista distintos.

Como hemos visto, la perspectiva, tal como establecieron sus principios Brunelleschi y los artistas florentinos del siglo XV, parte de la base de que la visión humana es monocular, fija e instantánea. Es precisamente esta triple convención la que permite dar la ilusión de profundidad en la pintura clásica. Dicha convención puede ser calificada de artificio, pero no es una falsedad, es un caso particular de la visión que se produce cuando alguien observa una habitación a través de un agujero en la pared. Entonces es cuando se produce la “pirámide óptica” de Brunelleschi: el agujero por el que mira el observador está colocado en el centro de su base, y el vértice en el “punto de fuga” situado en un lugar del espacio simétricamente opuesto al agujero por el

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