Lectura Y Escritura
Enviado por shudder • 13 de Marzo de 2014 • 1.441 Palabras (6 Páginas) • 226 Visitas
La persona que lee siente el mundo de una manera distinta y se transforma en una luz para los demás. La persona que lee es un comisionado de Dios para seguir llevando su mensaje a la humanidad y permitir que el desarrollo humano nunca detenga su poderoso fluir.
Alejandro Ariza Z.
Lo más hermoso de la niñez y que nadie pierde cuando se convierte en adulto es la inocencia y la capacidad para soñar, jugar y ser feliz en mundos imaginarios y llenos de personajes fantásticos. Duendes, dragones, unicornios, arcoiris, hadas, magos, guerreros, nubes, colores, animales, viajes, ilusiones....pueblan la imaginación infantil y los hace los seres más especiales del planeta. La emoción de recibir en nuestras manos cuando somos pequeños un libro de cuentos, recorrer una y otra vez sus páginas llenas de dibujos, sus grandes letras y sus narraciones que invitan a soñar con todos los personajes, a adentrarnos en sus historias es única e incomparable. ¿Quién no ha leído el Principito, Mujercitas, los Cuentos de los Hermanos Grim, Caperucita Roja, El Gato con Botas, Hansel y Gretel o la Cenicienta?
Ya desde hace siglos, nuestros antepasados narraban historias fantásticas alrededor de una fogata y la finalidad de esas narraciones era hechizar a quienes las oyeran como una forma de conjuro y luego fueron pasando degeneración en generación, hasta que se convirtieron en literatura para que poco a poco el común de los mortales pudieran tener acceso a ellas y no se las llevara el tiempo, ni desaparecieran. Desde siempre las abuelas les han leído a sus nietos desde su mecedora, siempre ha rondado la casa un tío que nos ha contado los cuentos de Tío Tigre y Tío Conejo, y en cada pueblo ha vivido un cuentacuentos que narra historias en la plaza para que la gente no se aburra de tanto trabajar y mirar el cielo.
Podemos leer todos los días, hay quien lee el periódico, revistas o navega en Internet. Podemos leer en casa, en la escuela y en el metro, leer antes de dormir, leer solos o acompañados, leer en la playa o en la montaña, leer en una buena hamaca o en el sofá en una tarde de lluvia con una taza de café en la mano...Podemos leer a García Marquez, a Shakespeare, a Gallegos, a Neruda, a Chopra o a Coello, libros clásicos, de autoayuda, novelas, poesía, crónicas, Harry Potter o el Señor de los Anillos, siempre que sea porque nos gusta, para olvidar, para no sentirnos solos, para reír, para soñar, para llorar, para aprender o para amar. Leer es abandonarse, perderse entre las palabras, sumergir plenamente nuestros sentidos en otra realidad, leer es iniciar una aventura por nuestra mente, volar, crear, es como una caricia para el alma que vaga cansada por el diario vivir y que clama un momento de paz.
Leer es un placer
La lectura es un placer, a través de los libros podemos obtener ricas experiencias y conocimientos interesantes que nos ayudan a formar nuevos puntos de vista con respecto a nuestra realidad. Sin embargo hay quienes se atreven a asegurar que nuestros jóvenes no leen y que cada día son menos las personas que lo hacen. Siempre estamos haciendo hincapié en lo maravillosa que es la lectura, se han escrito cientos de artículos y libros al respecto, se realizan campañas, se dan charlas y se hacen valiosos esfuerzos por acercarlos a los libros con resultados desalentadores que nos hacen reflexionar sobre el ejemplo que podemos estar dando a las nuevas generaciones. Pero ¿qué podemos hacer cuando algunos maestros se muestran tan apáticos y muchos padres tampoco disfrutan de la lectura?
Desde muy pequeña, me vi inclinada al hábito de la lectura descubriendo un mundo mágico e intenso, guiada por mis padres que leían todos los días, tenían bibliotecas por toda la casa, libros en sus mesas de noche, revistas y periódicos en la sala y siempre hacían comentarios sobre lo que habían leído y por profesores que derrochaban conocimientos en cada clase y hacían relatos espectaculares sobre la historia y sus personajes.
Analizar históricamente la enseñanza del sistema educativo mexicano, se observa que es la base de diversas formas asumidas por el mencionado sistema se encuentran implícitas o explícitamente, determinadas concesiones generales sobre alfabetización, expresión oral, escritura, lectura, etc. En lo que respecta a español, además de matemáticas, historia, formación conducta humana, etc.
Estas concepciones constituyen un punto de partida tanto en las decisiones educativas como respecto a los contenidos de planes y programas de estudio
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