Literatura Y Educacion

Lectura, escritura y educación

"El conocimiento, el saber del hombre, se encuentra construido por una trama de textos y, en consecuencia, la llave para ingresar al mismo es dotar a las personas de la habilidad para descifrarlos, manejarse entre ellos, es decir, las competencias para leer y escribir bien..."

Pedro Gandolfo

Siempre he considerado que la lectura y la escritura son lo más importante que se puede enseñar en una escuela. La razón me parece patente, manifiesta, tan demasiado visible que puede ocultarse hasta para nuestros propios ojos: quien sabe leer y escribir bien puede tener acceso a cualquier conocimiento o información, porque desde hace cerca de 3.000 años los conocimientos e informaciones se almacenan en textos, es decir, en documentos escritos.

El conocimiento, el saber del hombre, se encuentra construido por una trama de textos y, en consecuencia, la llave para ingresar al mismo es dotar a las personas de la habilidad para descifrarlos, manejarse entre ellos, es decir, las competencias para leer y escribir bien. Si dispone de esa competencia, el individuo, por sí mismo, puede comprender (e interesarse) por un texto acerca de historia, religión, filosofía, música, tecnología, ciencia, economía, política, literatura, actualidad noticiosa o quién sabe qué.

Nada que se pueda enseñar, ninguna otra habilidad, competencia o conocimiento, posee una potencialidad semejante, una apertura hacia tantas áreas, una virtualidad para acrecer y ensanchar el conocimiento del hombre, como lo posee la lectura y escritura. Incluso más, el conocimiento ganado en la escuela se pierde si se carece de esta habilidad, porque apoyado en la sola memoria, necesariamente se va olvidando si no recibe el refuerzo posterior de nuevas lecturas.

El surgimiento de internet no ha suprimido en absoluto los textos; al contrario, los ha multiplicado inmensamente y entreverado con imágenes y sonidos. Nunca antes el hombre analfabeto o casi analfabeto o con rudimentos de alfabetización se había encontrado tan desamparado y tan discriminado como hoy. Al contrario, los individuos (y los países) que alcanzan niveles superiores de alfabetización, de manejo pleno de esta competencia, necesariamente adquieren una ventaja en su formación y cultura y, a la larga, en su bienestar.

Por eso pienso que toda reforma educacional verdadera debe enfrentar de manera urgente este problema en Chile, país que -según todas las mediciones fiables- se encuentra mal alfabetizado o falsamente alfabetizado. Una propuesta del gobierno del Presidente Piñera para aumentar las horas escolares de lectura, que apenas rozaba este problema esencial, no alcanzó a ser siquiera considerada: la apalearon apenas asomó la cabeza.

Soy partidario de que, mediante una gran reforma curricular, los dos primeros ciclos de la enseñanza se concentren de manera principal

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