Los Comentarios Reales
Enviado por rodrigochaqui • 9 de Septiembre de 2013 • 1.209 Palabras (5 Páginas) • 602 Visitas
Empieza el autor narrando las grandezas y magnanimidades de Huayna Cápac, el doceavo soberano inca, quien inició su reinado haciendo una visita general a su imperio. Tuvo por entonces un hijo, al que después llamó Huáscar Inca, cuyo nombre, que significa soga o maroma (Huasca), fue debido a que en homenaje a su nacimiento su padre ordenó hacer una pesada cadena de oro de 700 pies de largo. Huayna Cápac tuvo otro hijo, llamado Atahualpa, quien, según afirma Garcilaso, nació en Quito, siendo su madre la hija del rey quiteño sometido (aunque ahora se puede asegurar que en realidad nació en Cuzco y que fue hijo de una coya cuzqueña). Enseguida se detallan las conquistas de Huayna Cápac, que sometió pacíficamente a diez valles de la costa entre Pacasmayo y Tumbes, para después regresar a Quito, donde pasó dos años construyendo edificios. Luego volvió a ponerse en campaña y se dirigió a Túmpiz o Tumbes, habitada por gente “regalada y viciosa”, quienes de buena gana aceptaron la dominación inca; allí el Inca construyó una fortaleza, un templo de sol y una casa de escogidas. Luego castigó a los indios huancavilcas que en el reinado de su padre habían matado a las autoridades incas. Luego de hacer otra visita al Imperio, Huayna Cápac se dirigió contra la isla de la Puná, cerca de Tumbes, donde reinaba un reyezuelo llamado Tumpalla, quien aceptó ser vasallo del Inca, aunque de mala gana y con el propósito de rebelarse a la menor ocasión. En efecto, al momento en que las autoridades incas pasaban en barcas hacia la isla, fueron atacados intempestivamente por la gente de Puná y arrojados al mar, siendo asesinados a golpes usando como garrotes sus propios remos. La respuesta de Huayna Cápac no se hizo esperar y el castigo contra los de Puná fue terrible: los principales rebeldes fueron ejecutados de diversas formas: unos fueron degollados, otros ahorcados y algunos descuartizados. Otra rebelión protagonizaron los Chachapoyas, al este de Cajamarca; contra quienes marchó enseguida Huayna Cápac, pero antes de llegar a su destino un cortejo de mujeres chachapoyas, encabezadas por la que fuera concubina de su padre Túpac Inca Yupanqui, rogó por el perdón de los suyos, esgrimiendo muchas razones que convencieron al Inca. Luego Huayna Cápac se dirigió a la costa del actual Ecuador, donde sometió a pueblos primitivos, como los Manta, que adoraban a una esmeralda y que practicaban la sodomía y otras prácticas sexuales nefandas. Luego de someter a otros pueblos, el Inca continuó más al norte, hasta llegar a Passau, ya debajo de la línea equinoccial, poblado de gente más salvaje y bruta todavía. Ante tan desoladora visión, Huayna Cápac retrocedió, pues consideró que aquellos salvajes no merecían tenerlo por señor. Luego Garcilaso, citando al cronista Cieza, trascribe una leyenda de gigantes que supuestamente habitaron la punta de Santa Elena y cuyos restos óseos podían aun verse en su tiempo. Cuenta también que durante una fiesta del Inti Raymi, el Inca se atrevió ver al Sol en plena ceremonia, lo que fue tomado por mal presagio por los indios. Durante otra visita que hizo a sus reinos, se enteró de la sublevación de los Caranques, nación situada en los confines del reino de Quito, que como salvajes que eran, mataron y se comieron a las autoridades del Inca. Huayna Cápac mandó su ejército contra los rebeldes, quienes fueron sometidos y castigados merecidamente: unos 2000 fueron degollados y arrojados en una laguna que desde entonces se llamó Yahuarcocha o laguna de sangre. Cuenta enseguida el autor que Huayna Cápac decidió darle el
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