Los Muertos

LOS MUERTOS VIGILANTES

No tengo otra opción ahora encontrar trabajo se ha convertido en una tarea dificil; debo admitirlo, soy un cobarde pero no puedo dejar pasar esta oportunidad, hace meses que no tengo empleo y debo aceptar este, tengo que cuidar ese cementerio.

Noche Uno.

Un viejo radio y la linterna de dotación son mis únicos compañeros, aunque el ambiente no es tan tenso como había pensado la casita donde tengo que pasar las gélidas noches es pequeña y vieja, un banco alto y lleno de clavos es el único objeto que “adorna” esta vieja casita.

Noche Cinco.

Acabo de escuchar un ruido extraño, pero, al parecer, ha sido solo mi imaginación, pues aunque revise el cementerio en busca de un adolescente bromista, que son en su mayoría los que entran a este tipo de lugares en la noche, no encontré nada, aunque si he pasado un mal rato.

Noche Siete.

Los ruidos persisten, ya he hablado con mi jefe inmediato pero solo recibí burlas de su parte, y por su boca me he enterado que no puedo renunciar porque si incumplo con mi contrato debo pagar una clausula y el dinero no es algo que me sobre en estos días.

Nochecatorce

La tranquilidad ha retornado en cierto modo a mi mente, ya no percibo ruidos extraños, solo el sonido que generalmente debería tener un cementerio, las visiones ya no están, pero sigo teniendo preguntas, y cada vez que pienso en las cosas que he vivido la ansiedad se apodera de mí ser.

Noche Veinte

No volveré a acercarme a ese cementerio, como sea conseguiré sustento y pagare esa cláusula.

Están aquí, pensé que me iba a salvar pero están aquí, estoy encerrado en mi cuarto temblando, pero creo que esa puerta no podrá resistir mucho, los terribles golpes que está recibiendo.

Ahora sé que los muertos vigilan, como yo vigilo a mis próximos compañeros de dolor, te vigilo a cada instante pero no trates de buscarme, se esconderme muy bien, ya sentirás mi llamada y no trates de ocultarte, recuerda ¡Ya no hay escapatoria, los muertos vigilantes te han convocado!

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